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Emprendedores y patrimonio

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Había escrito una ilusionada columna titulada “Las instrucciones de Córdoba”, pensando que el alcalde toledano y el conquense habían traído de la capital andaluza apuntes e ideas para implementar en sus respectivas ciudades y, cuando ya estaba enviada para ser publicada, ¡zasca!, Carlos Velázquez hace público un ambicioso proyecto de intervención en la ciudad, “Toledo emerge”, que supone rehabilitar y dar nuevos usos a una serie de edificios y espacios en coordinación con la Diputación de Toledo y con aquiescencia, nos imaginamos, del Gobierno regional que es quien tiene la última palabra a la hora de recalificar o dar usos en una ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad.

Una entrega anterior la habíamos titulado “Función social del patrimonio cultural”, en atención de celebrarse el día Mundial del Hábitat, invitando a que la iniciativa pública -o de entidades religiosas-, tuviera una función social, atendiendo al hecho de que los cascos históricos están derivando hacia unos auténticos fondos de inversión inmobiliaria y turística, encareciendo la vivienda y expulsando a los habitantes de las mismas, provocando así una deriva poco adecuada para la conservación del patrimonio cultural, tanto en su vertiente material como inmaterial.

Previamente habíamos conocido la noticia de que la parroquia de Santo Tomé tenía previsto edificar en un solar de su parroquialidad para destinarlo a “viviendas” y aparcamiento, incrementando así sus inversiones en hostelería.

El Plan de Carlos Velázquez significa convertir el venerable hospital de San Juan de Dios en hotel, el solar de Los Alamillos del Tránsito en viviendas y aparcamientos (para residentes y ¡turistas!), el centro cultural de San Ildefonso para “centro gastronómico” y el Palacio del Tesorero de la plaza de Abdón de Paz en Museo de la Provincia (cómo si no hubiera pocos museos en la ciudad y la provincia fuera chiquitita). Recupera, por último, el plan de la anterior corporación de destinar los locales que fueran de Radio Nacional, en el Paseo de San Cristóbal, como “Centro de Día” para las personas mayores (nos imaginamos que querrá otro uso para el que existe en Zocodover).

Futura Ciudad del Cine y otro hotel

También habla la prensa de la cesión del Parque de los Polvorines para instalar, finalmente, unos estudios audiovisuales, que validarían así la oportunidad empresarial de edificar un hotel junto al vecino puente de La Cava. Ese mismo afán edificatorio afectará a otros proyectos como el del hotel de Tenerías y cuantas recalificaciones se soliciten en el área del Casco Histórico en favor de la hostelería.

Es decir, más vivienda turística, más oferta hotelera, facilidad para acceder al turismo con el vehículo hasta el lugar de hospedaje y más volumen edificatorio. No se ha pensado en la demanda social de residencia asistida, ni se habla de viviendas sociales o de otros servicios a la comunidad. Y de los edificios municipales que mantiene el consistorio vacíos, la casa de las cadenas o el que fuera Alhóndiga -anunciado para ser destinado a Escuela Municipal de Artes Escénicas-, no dice nada el alcalde.

¿Qué queda pues de las conclusiones de Córdoba para “Recalificar el hábitat, Refrescar la ciudad, ¿Transformar la movilidad y Regenerar el entorno urbano”?

No son, desde luego, las directrices dadas hacia atenuar los efectos del cambio climático, reinventar la capacidad de los cascos históricos (o lo ha hecho a su manera), contribuir a la habitabilidad de la ciudad patrimonial o promover el desarrollo sostenible.

Había escrito una ilusionada columna titulada “Las instrucciones de Córdoba”, pensando que el alcalde toledano y el conquense habían traído de la capital andaluza apuntes e ideas para implementar en sus respectivas ciudades y, cuando ya estaba enviada para ser publicada, ¡zasca!, Carlos Velázquez hace público un ambicioso proyecto de intervención en la ciudad, “Toledo emerge”, que supone rehabilitar y dar nuevos usos a una serie de edificios y espacios en coordinación con la Diputación de Toledo y con aquiescencia, nos imaginamos, del Gobierno regional que es quien tiene la última palabra a la hora de recalificar o dar usos en una ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad.

Una entrega anterior la habíamos titulado “Función social del patrimonio cultural”, en atención de celebrarse el día Mundial del Hábitat, invitando a que la iniciativa pública -o de entidades religiosas-, tuviera una función social, atendiendo al hecho de que los cascos históricos están derivando hacia unos auténticos fondos de inversión inmobiliaria y turística, encareciendo la vivienda y expulsando a los habitantes de las mismas, provocando así una deriva poco adecuada para la conservación del patrimonio cultural, tanto en su vertiente material como inmaterial.