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Felipe y Felipe

Julián Sanz Real

Militante de Podemos Puertollano —

Mientras que Felipe VI celebraba sus 50 cumpleaños en el Palacio de la Zarzuela regalando el Toisón de Oro valorado en 50.000 euros a una niña de 12 años, Felipe Ferreiro recibía una noticia que llevaba esperando durante más de 30 años: la Junta de Castilla-La Mancha aprobaba una partida de 14.000 euros para acometer las obras oportunas para hacer llegar el agua corriente a su casa.

Felipe vive desde siempre en La Venta de la Inés, una humilde y tradicional casa manchega, declarada bien de interés cultural, casi milenaria (con ya más de 900 años de antigüedad) y que ya aparece citada por Miguel de Cervantes en su ejemplar Rinconete y Cortadillo como tal Venta. La morada de nuestro Felipe es muy diferente de la del otro Felipe. Aquí no hay lujos de ningún tipo, pero hay mucha historia de vida y sabiduría popular. Alrededor del fuego de la chimenea, que lleva ardiendo desde mucho antes de que existieran los Borbones, Felipe nos invita a comer migas que hace con esa maestría que solo el tiempo enseña. El tiempo siempre ha jugado a favor de los humildes y aquí, alrededor del fuego, reina nuestro Felipe sobre la memoria de España.

La Venta de  la Inés se encuentra en el término municipal de Almodóvar del Campo, en pleno parque natural del Valle de Alcudia y Sierra Madrona. A sus casi 90 años Felipe y su hija Carmencita, son la quinta y sexta generación respectivamente, que viven bajo el techo de esta literaria morada. Una dinastía distinta de la del otro Felipe, una familia de La Mancha que se cuida y se protege, que sabe distinguir lo útil de lo inútil y valorar lo realmente importante; la dignidad de una herencia hecha de sudor y esfuerzo, de trabajo duro y sacrificio individual. Nadie les ha regalado nada, por eso todo lo que han conseguido es tan importante.

La historia de Felipe es la historia de La Mancha y por tanto, esta historia también tiene su drama. Una mañana, hace ya más de 30 años, al llegar a su casa Felipe encontró que la tubería de cerámica (utilizada desde la época mozárabe) que canalizaba el agua a su casa desde el pantano cercano estaba completamente destrozada por múltiples lugares. En este punto entra en juego “el poderoso”, como así define Felipe a su único vecino, un acaudalado terrateniente que había comprado recientemente la finca adyacente a su casa. Felipe, inmerso en un gran asombro y desconcierto por la repentina rotura de una cañería que había resistido siglos en perfecto estado, le preguntó a su vecino si sabía algo de este desafortunado suceso, y este último, en un típico alarde de cinismo del señorito que se cree intocable, le contestó; “habrán sido las raíces”, -dejando implícita su relación con los hechos en un lenguaje no verbal que llevamos siglos sufriendo-. Esos gestos que lo dicen todo, esas formas que nos recuerdan quiénes somos y, sobre todos, quiénes son ellos, no hace falta describirlas. Hay gestos que no tienen explicación, pero que lo explican todo.

Desde que “se rompió” (y el impersonal “se” es una concesión al optimismo antropológico) la tubería en 1986 hasta hoy “el poderoso” ha sostenido una infatigable campaña de acoso para expulsar a Felipe de La Venta de la Inés para así poder aumentar su finca, dedicada a coto privado de caza, donde es habitual ver a destacados miembros de las élites económicas y la realeza compartir cacerías.

Sin embargo, nuestro Felipe nunca ha estado, ni está, por la labor de abandonar su hogar y su tierra, su legado familiar de sexta generación, por las presiones y amenazas de un nuevo rico aspirante a señor feudal. Nuestro Felipe y su hija Carmencita han resistido más de 30 años sin agua corriente, peleando en todos los frentes contra el despotismo del dinero y contra una Administración que se sometía a la presión de “el poderoso” y sus contactos en una connivencia repugnante. Han ido pasando los duros inviernos y los secos veranos en el Valle de Alcudia, en los que tanto Felipe como su hija Carmencita han estado viviendo en una burbuja que parece una escenificación de una sociedad feudal a pequeña escala, mientras desde las instituciones se miraba hacia otro lado y se abandonaba a los Ferreira a su suerte, esperando que se rindieran y asumieran que “el poderoso” siempre gana. Parece mentira: ¡que mal conocen a nuestra gente!, ¡que poco conocen a sus propios paisanos! ¿De verdad creyeron que Felipe se iba a rendir? En esta tierra de quijotes, rendirse ante la injusticia nunca fue una opción.

“Ni las victorias ni las derrotas son definitivas, eso les da esperanza a los derrotados y debería darles una lección de humildad a los victoriosos” -nos recordaba Saramago. Y así contra todo pronóstico y provocándole una urticaria a más de uno, Felipe va a conseguir tener agua corriente en su domicilio más de treinta años después de que “las raíces” destrozaran la centenaria tubería. Porque, el primer error de “el poderoso” es pensar que “sus raíces” tienen más profundidad que las de todo un pueblo cuyo árbol genealógico, si bien más modesto, sin toisones de oro, tiene, como los viejos olivos manchegos, raíces mucho más profundas de las que ellos jamás tendrán. Felipe nos recuerda a todos y todas, incluido Felipe VI, que antes de que hubiera reyes, ya había pueblo... y después de que dejen de reinar seguirá habiéndolo. Seguiremos aquí, porque esta es nuestra tierra y sobre ella no reina nadie.

Mientras que Felipe VI celebraba sus 50 cumpleaños en el Palacio de la Zarzuela regalando el Toisón de Oro valorado en 50.000 euros a una niña de 12 años, Felipe Ferreiro recibía una noticia que llevaba esperando durante más de 30 años: la Junta de Castilla-La Mancha aprobaba una partida de 14.000 euros para acometer las obras oportunas para hacer llegar el agua corriente a su casa.

Felipe vive desde siempre en La Venta de la Inés, una humilde y tradicional casa manchega, declarada bien de interés cultural, casi milenaria (con ya más de 900 años de antigüedad) y que ya aparece citada por Miguel de Cervantes en su ejemplar Rinconete y Cortadillo como tal Venta. La morada de nuestro Felipe es muy diferente de la del otro Felipe. Aquí no hay lujos de ningún tipo, pero hay mucha historia de vida y sabiduría popular. Alrededor del fuego de la chimenea, que lleva ardiendo desde mucho antes de que existieran los Borbones, Felipe nos invita a comer migas que hace con esa maestría que solo el tiempo enseña. El tiempo siempre ha jugado a favor de los humildes y aquí, alrededor del fuego, reina nuestro Felipe sobre la memoria de España.