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'Giba Crash'

Domingo Montoro

Izquierda Unida de Almansa (Albacete) —

Se confirma la conclusión de una muerte anunciada. El proyecto Giba Cars finalmente no vendrá a Almansa. Se marcha por la puerta de atrás, sin hacer ruido, después de haber entrado en Almansa como si de un elefante en una cacharrería se tratara. Todavía recuerdo al señor Francisco Núñez (alcalde de Almansa), anunciando a bombo y platillo la implantación de un “ultra-proyecto” industrial que generaría más de 3.000 puestos de trabajo, allá por el 2013. El pueblo entero se ilusionó -y no es para menos, en una ciudad con un 31% de desempleo- con este anuncio, generando esperanzas de volver a ver a Almansa, como esa ciudad industrial puntera que fue allá por los 80/90.

El partido Popular asumió desde el minuto uno el proyecto como propio, pues el señor Núñez y el señor Roselló (concejal del PP) se habían convertido en los representantes mediáticos de esta sociedad. Ambos anunciaban continuamente las buenas nuevas y las bondades de esta empresa para con Almansa. Todo parecía bien encaminado: la nave de Intermarché sería trasformada finalmente en una planta de producción automovilística, que ya tenía encargados los 5.000 primeros ‘buggies’ para, entre otras finalidades, Rio 2016.

El proyecto de adecuación de la nave ya estaba hecho, solo eran necesarios 10 meses para su puesta en marcha y para comenzar la producción. Todo genial, decenas de reuniones, de ruedas de prensa y de fotos, muchas fotos, de todo tipo, y en todas ellas el protagonista era el mismo, el señor Núñez; podía aparecer solo, con la expresidenta Cospedal, con el ministro de Industria (ahora en funciones) Soria, con el Señor Basseiria, con el señor Miró. La finalidad era clara: relacionar directamente al PP con la implantación de Giba en Almansa.

Pero algo faltaba a este aciago proyecto: financiación. 14 bancos se negaron a prestar un simple céntimo y por tanto, solo les quedaba recurrir al dinero de la Junta. Se paralizó totalmente mientras salvaban este escollo. Sin embargo, comenzó 2015, año electoral donde se decidirían en primer término el gobierno consistorial y el regional. El proyecto de nuevo resurgió vigoroso, con nuevas ruedas de prensa, con nuevas fotos, muchas fotos, a las que también se sumaban otros y otras candidatos/as, pues nadie quería perder este tren, era obvio.

Todo cambió cuando un periodista de un determinado medio investigó sobre el nombre del Sr. Basseiria y sobre el nombre la sociedad, Giba Cars, en el Registro Mercantil. Para sorpresa de propios y extraños, este directivo estaba inhabilitado para gestionar bienes ajenos, había sido imputado por supuesto tráfico de armas, aunque también absuelto posteriormente. En lo relativo a la sociedad, esta tenía la consideración de una simple Sociedad Limitada, con un capital social de 3.000 euros. Algo poco prometedor para una sociedad que quiere invertir millones de euros. Esta información provocó que la oposición en bloque y una importante parte del pueblo pidiesen explicaciones. Tal reivindicación, tuvo como resultado la convocatoria de una nueva reunión con los directivos, que dejó más dudas que respuestas, pero que terminó con una nueva foto de familia donde todos los representantes de las diversas fuerzas políticas aparecían, a excepción de los candidatos de Izquierda Unida-Los Verdes, pues consideraron insuficientes las respuestas dadas.

Las entrevistas de trabajo

Era obvio que Giba la había pifiado y debía actuar rápido. Aumentó su capital social a varios millones de euros y apartó a Sr. Basseiria de la dirección de la sociedad. Ni tan siquiera habían comprado la nave a Intermarché, pero el calendario y las circunstancias exigían actuar rápido y así lo hicieron. Ya no eran solo los puestos de trabajo de la nave en sí, sino que también serían necesarios 600 puestos de trabajo más para el Call Center, oficina encargada de vender ‘buggies’ por todo el globo. Aunque pueda sonar a chiste, esta sociedad, sin haber adquirido en firme la nave, sin tener clara la financiación y envuelta en continuas polémicas, se aventuró a realizar entrevistas de trabajo, casualmente a unas semanas de las elecciones. ¿A que no adivináis quién fue el encargado de informar al pueblo sobre estas entrevistas? Efectivamente, nuestro señor alcalde.

El procedimiento era, por definirlo de alguna manera, grotesco. La preselección se debía realizar desde una página web que bien podría haber sido diseñada por un alumno de ESO en clases de informática. En esa página te hacían tres preguntas generales y si contestabas afirmativamente, te direccionaba a un formulario con preguntas de lo más variadas a la vez que absurdas. Finalizada la preselección, se llevaron a cabo las entrevistas formales. Un equipo entero de Giba se trasladó hasta la nave de Intermarché en Almansa y las entrevistas fueron realizadas por Adecco. Con motivo de estas entrevistas, se presentó gente de todas partes, hasta de Alemania, con la ilusión de poder ser seleccionado para un puesto de trabajo en su tierra. La nave fue decorada para la ocasión, banderas con el nombre de Giba por todas partes, sumado a un interesante “paripé mediático”, hacía creer en la realidad del proyecto.

Nuestro señor alcalde de nuevo estaba por allí, dando ruedas de prensa, haciéndose fotos, muchas fotos y ya en el interior, un monitor mostraba el vídeo corporativo con numerosas imágenes de ¿lo adivináis ahora también? Exacto, nuestro señor alcalde, la expresidenta Cospedal y el ministro Soria entre otros, para que no se les olvidara a los entrevistados gracias a quién iban a tener trabajo. Las entrevistas pasaron. Giba daba las gracias al pueblo por el interés, al Ayuntamiento por su apuesta decidido. Todo era “cuñadismo” al más puro estilo paella dominguera: el señor Núñez remarcaba el apoyo incondicional de Cospedal, sin el cual este proyecto no sería posible, Giba de nuevo daba las gracias a las sociedades públicas de financiación, InverCLM y Sodicaman por la confianza mostrada y que hicieron posible que se decidieran a hacer tales entrevistas.

El golpe maestro estaba asestado. Llegaron las elecciones municipales, y sucedió lo obvio: El Partido Popular obtuvo mayoría absoluta. El único municipio de España donde el PP obtenía esta mayoría sin haberla obtenido antes. El efecto Giba había tenido resultado. Pero fue una victoria agridulce, pues habían perdido el gobierno de Castilla la Mancha. Es lo que tiene que el resto de castellano-manchegos no votaran condicionados por la ilusión de un puesto de trabajo. Pasaron las semanas, y todo estaba inmóvil en lo que a Giba respecta. No llamaron a nadie de los entrevistados, la nave comenzó a ser un mausoleo de nuevo, la estafa electoral cada vez era más evidente. InverCLM insistía en que Giba no había trasmitido información suficiente como para creer que el proyecto era viable. Las esperanzas se desvanecían. La oposición reaccionó en bloque, pidiendo continuas explicaciones al equipo de gobierno, el cual echaba y echa balones fuera, posicionándose en el papel de víctima. Ya no importaban las ruedas de prensa dadas, el capote más que notorio que le echó esta sociedad al Partido Popular que ahora se suman a las diferentes iniciativas que propone la oposición, tanto para pedir información a Giba y a InverCLM, como para convocar un pleno extraordinario con Giba Cars como único punto.

El Partido Popular no sabe muy bien dónde meter la cabeza, están llevando a cabo una estrategia comunicativa clara: proteger al señor Núñez y demás miembros de la anterior corporación que también repiten en esta, pues si nos fijamos bien, quien trata y habla sobre este tema es la señora Tania Andicoberry, nueva concejala del PP y a la que circunstancialmente le ha caído un muerto encima. En los últimos días, hemos visto el ocaso de esta burla industrial, con unos correos faltando en respeto al consistorio municipal y a varios de sus portavoces, en concreto a la señora Valmorisco, portavoz del grupo municipal socialista, deseándole poco más que la muerte.

Días después, Giba niega su autoría aludiendo la responsabilidad a un supuesto ‘hacker’; para “mear y no echar gota”, vamos. Finalmente se confirma que Giba no vendrá a Almansa, que va a buscar nuevos lugares, posiblemente en Catalunya. Termina así un cuento que nunca debió comenzar, que nos deja como resultado a miles de personas estafadas, a una sociedad que se ha reído de las esperanzas de un pueblo y una mayoría absoluta de derecha, con un alcalde que no se atreve a dar la cara como debiera y entonar el mea culpa diciendo: “lo siento, me aproveché electoralmente de este proyecto y asumiendo mis responsabilidades, dimito del cargo de alcalde”.

Se confirma la conclusión de una muerte anunciada. El proyecto Giba Cars finalmente no vendrá a Almansa. Se marcha por la puerta de atrás, sin hacer ruido, después de haber entrado en Almansa como si de un elefante en una cacharrería se tratara. Todavía recuerdo al señor Francisco Núñez (alcalde de Almansa), anunciando a bombo y platillo la implantación de un “ultra-proyecto” industrial que generaría más de 3.000 puestos de trabajo, allá por el 2013. El pueblo entero se ilusionó -y no es para menos, en una ciudad con un 31% de desempleo- con este anuncio, generando esperanzas de volver a ver a Almansa, como esa ciudad industrial puntera que fue allá por los 80/90.

El partido Popular asumió desde el minuto uno el proyecto como propio, pues el señor Núñez y el señor Roselló (concejal del PP) se habían convertido en los representantes mediáticos de esta sociedad. Ambos anunciaban continuamente las buenas nuevas y las bondades de esta empresa para con Almansa. Todo parecía bien encaminado: la nave de Intermarché sería trasformada finalmente en una planta de producción automovilística, que ya tenía encargados los 5.000 primeros ‘buggies’ para, entre otras finalidades, Rio 2016.