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Levantemos las calles

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Empiezo la participación en este espacio en época electoral. A los que nos gusta la política vivimos con devoción estos meses. Nos apasiona esta fase porque emergen con gran fuerza momentos de debate, análisis y reflexión. Es por eso por lo que les quiero invitar a todos ustedes a la observación, a plantearse nuevos esquemas y paradigmas más allá de lo que estamos acostumbrados. Vamos a hacer política y a sentirnos parte de ella. Porque la política no es solamente para los que se dedican profesionalmente a la misma. La política es la esencia (herramienta) para cualquier ciudadano que quiera compartir su espacio y vida con otros. Y en esto, amigos lectores, llevamos metidos unos cuantos siglos. Comencemos.

En nuestra tierra y en muchas partes de España es año electoral. Se siente y se palpa en nuestros pueblos y ciudades porque, ¡llegan las obras a las calles! Como en cada campaña electoral, a nuestra clase política le superan las prisas y hay que remodelar los espacios comunes, los que compartimos toda la ciudadanía cada día. Hay que poner patas arriba nuestros municipios, entre ellos mi pueblo de la provincia de Toledo, que se ha convertido en claro ejemplo de estudio: han levantado el centro como si no hubiese un mañana. Y es que desde que tengo memoria, y ya ha llovido un poco desde entonces, antes de la fiesta de la democracia, y para que quede en la retina de todos, se tiene que guardar y utilizar una parte de la partida presupuestaria a modificar alumbrados, aceras o parques. Así es como parece que se ha trabajado algo por los habitantes, porque al común de los mortales, sumidos en el día a día del trabajo, no nos da tiempo a leer los Boletines Oficiales. Además, vamos a ser sinceros, nos da un poco de pereza adentrarnos en el juego político e ir indagando lo que hacen o deshacen. Es más sencillo que nos lo den mascado, aunque contaminado, por Twitter y demás redes sociales.

Hemos entrado en un nuev ociclo político porque estamos en campaña. Mientras los partidos se preparan para afrontar esta nueva etapa de la mejor forma, y salen a explicar lo bien que lo han hecho en toda la legislatura, la ciudadanía ha de sortear los baches que nos ha ido dejando la fase que se cierra. Y cada vez es más complicado levantarse cada mañana sin pensar en la que se nos viene encima. Más teniendo en cuenta la situación crispada en la que se sitúan los representantes que en ocasiones no nos representan y parece que su único interés es dividirnos más de lo que ya estamos. Volvemos al punto de partida para que nuevamente les premiemos o castiguemos en las urnas. Y finalmente les ratificaremos con nuestra papeleta que su gestión ha sido la correcta o escogeremos a otros que consideramos que lo harán mejor.

En Castilla- La Mancha, como en el resto de territorios, se van viendo los primeros guiños de unos y otros. Comenzamos a divisar por dónde irán los resultados. En ese sentido tampoco nos pueden sorprender mucho porque nuestro sistema electoral no da para más. Sabemos, desde hace casi 40 años lo vivimos, que dos o tres colores representarán nuestras Cortes. Y es que la democracia de la mayoría está pensada para eso, para que los partidos atrapen el mayor número de votos y acumulen el poder, reproduciéndose a lo largo y ancho del país. Es el caso, como algunos me diréis, de los partidos históricos; estos, situados en la clásica división izquierda-derecha, con una ideología marcada o por lo menos con unas líneas programáticas determinadas muy enfocadas en un espectro político e ideológico.

Es difícil salirse de los márgenes con sistemas electorales que benefician a los grandes y que para conseguir tener un escaño se tienen que reunir con un mínimo de votos

Todos reconocemos al Partido Socialista, de tinte progresista-socialdemócrata, y al Partido Popular, de tinte conservador-nacionalista. Sin embargo, ambos siempre han intentado moverse hacia el centro para alcanzar la máxima rentabilidad antes de los comicios. Solamente han dado un salto en los discursos cuando han surgido nuevos partidos que en un primer momento se definían como transversales y que huían de los polos izquierda-derecha (ya hablaremos de ello).

Si echamos un vistazo y recorrido rápido a los resultados desde las primeras elecciones de 1983, la voluntad popular castellanomanchega siempre ha estado reflejada por estos partidos. En contadas ocasiones han sido otros los que han elevado nuestra voz. No vamos a negarlo, es difícil salirse de los márgenes con sistemas electorales que benefician a los grandes y que para conseguir tener un escaño se tienen que reunir con un mínimo de votos. Así, la ciudadanía que no se siente representada por ninguno de los mayoritarios decide abstenerse. Hecho que no se debe ignorar y que debería ser objeto de titulares. Porque en nuestra tierra, para las últimas elecciones, rondó el 30 por ciento. Otra, aquella que se guía por la estadística, prefiere hacer uso de lo que llamamos voto útil, a sabiendas de que llegará a tener representación y que no quedará su voto en el olvido. Pero claro, visto lo visto, tampoco podemos obviar los feudos que tras varias décadas se han creado bajo las redes de esos partidos y que huelen a prebenda como en la Edad Media.

Indistintamente de la abstención o del buen voto que hagan uso ustedes, creo en la democracia porque así me lo transmitió mi familia. Ya que para nuestra familia se vive como un día especial. Como decía, es una fiesta que podemos disfrutar y sobre todo podemos hacerlo con más información que antes. Y que si fuésemos responsables y conscientes del valor que tiene cada uno de nuestros votos, seguiríamos con mayor interés el día a día, aunque tuviésemos que esforzarnos en conocer lo que hacen y deshacen nuestra clase política. Igualmente, hay que retomar la memoria histórica y tener presente que es un derecho. Un derecho conquistado que costó mucho alcanzar y que para los que venimos de clases populares nos iguala a aquellos que siempre han tenido representación por su poder social y económico.

En ese aspecto, si echamos la mirada atrás, a los orígenes de nuestra democracia tras la dictadura, cuando aún se sentía el levantamiento de las calles y los gritos de libertad, quizá desde entonces nos hemos dormido un poco. Los comunes, aquellos que no tenemos privilegios y a los que nos han desposeído tras muchos siglos de expolio, no nos hemos dado cuenta que si despertamos y levantamos las calles, como lo hicieron ellos, seguramente nos escuchen y sea cuando nos tengan en cuenta en su agenda política tras la campaña electoral.

Empiezo la participación en este espacio en época electoral. A los que nos gusta la política vivimos con devoción estos meses. Nos apasiona esta fase porque emergen con gran fuerza momentos de debate, análisis y reflexión. Es por eso por lo que les quiero invitar a todos ustedes a la observación, a plantearse nuevos esquemas y paradigmas más allá de lo que estamos acostumbrados. Vamos a hacer política y a sentirnos parte de ella. Porque la política no es solamente para los que se dedican profesionalmente a la misma. La política es la esencia (herramienta) para cualquier ciudadano que quiera compartir su espacio y vida con otros. Y en esto, amigos lectores, llevamos metidos unos cuantos siglos. Comencemos.

En nuestra tierra y en muchas partes de España es año electoral. Se siente y se palpa en nuestros pueblos y ciudades porque, ¡llegan las obras a las calles! Como en cada campaña electoral, a nuestra clase política le superan las prisas y hay que remodelar los espacios comunes, los que compartimos toda la ciudadanía cada día. Hay que poner patas arriba nuestros municipios, entre ellos mi pueblo de la provincia de Toledo, que se ha convertido en claro ejemplo de estudio: han levantado el centro como si no hubiese un mañana. Y es que desde que tengo memoria, y ya ha llovido un poco desde entonces, antes de la fiesta de la democracia, y para que quede en la retina de todos, se tiene que guardar y utilizar una parte de la partida presupuestaria a modificar alumbrados, aceras o parques. Así es como parece que se ha trabajado algo por los habitantes, porque al común de los mortales, sumidos en el día a día del trabajo, no nos da tiempo a leer los Boletines Oficiales. Además, vamos a ser sinceros, nos da un poco de pereza adentrarnos en el juego político e ir indagando lo que hacen o deshacen. Es más sencillo que nos lo den mascado, aunque contaminado, por Twitter y demás redes sociales.