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El 11 de marzo de 2004 es una de esas fechas que todos recordamos. Recordamos dónde estábamos, qué hicimos ese día y con quién compartimos el mayor atentado terrorista que ha sufrido nuestro país, con 192 muertos y 1.900 heridos. Aquel día, parte de lo que somos se quedó en los trenes de Atocha, El Pozo y Santa Eugenia, en Madrid.
Veinte años después, como cada 11 de marzo desde entonces, nuestro recuerdo está con las víctimas y con sus familias. Compartimos el dolor de las personas que perdieron a sus seres queridos y nuestros corazones sienten igualmente el vacío de su ausencia. También hacemos nuestro el sufrimiento de los cientos de heridos y de quienes estuvieron cerca de tan traumática experiencia.
Como no puede ser de otra manera, en esta jornada expresamos nuestro eterno y constante agradecimiento a los miembros de los servicios de emergencia y asistencia sanitaria, fuerzas y cuerpos de seguridad y demás equipos que participaron en el socorro y la atención de las víctimas. Una vez más, ante la adversidad, fueron ellos y ellas los que dieron ejemplo y pusieron de manifiesto con sus actos, lo que nos hace sentirnos orgullosos de pertenecer a este gran país.
El movimiento de solidaridad colectiva y compromiso cívico que se generó en aquel momento es también motivo de orgullo, así como la ejemplar respuesta policial y judicial que permitió esclarecer las causas, localizar a sus responsables, someterlos al imperio de la ley y aplicarles las condenas que merecen.
Pese a los intentos de algunos sectores -que desde entonces buscan beneficio en la división y el enfrentamiento entre españoles a través de la mentira y la crispación- la verdad y la justicia se abrieron finalmente camino, demostrando con ello que los valores constitucionales y democráticos de España están por encima de sus infames intenciones.
Vivimos en un Estado de Derecho que honra y recuerda a sus víctimas, reconoce el valor de sus servicios públicos de seguridad, de emergencia y atención sociosanitaria como el orgullo de España, y combate el bulo, la mentira y la crispación a través de los procedimientos policiales y judiciales legalmente establecidos frente al terrorismo, el integrismo y el fanatismo.
Si algo hemos aprendido en estos últimos 20 años es que nuestro país avanza cuando apostamos por el progreso, por la igualdad, por la paz, por la tolerancia, por la ciencia, por la justicia social y por unos servicios públicos de calidad que protejan sobre todo a los más vulnerables.
Es bueno recordarlo en este 11 de marzo en el que todos los españoles nos fundimos en un emocionado abrazo en recuerdo de las víctimas de los atentados yihadistas de 2004, para mostrar nuestra fortaleza como sociedad y manifestar nuestra más enérgica condena y repulsivo rechazo a quienes los perpetraron.
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