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Con motivo del Día internacional de la Eliminación de la Violencia hacia las mujeres, se puede presuponer que lo que procede es hablar de violencia de género, de violencias machistas. Sin embargo, quiero poner el foco en la desigualdad entre géneros, porque se habla de desigualdad entre mujeres y hombres y de violencia hacia las mujeres como si se tratara de dos cosas distintas.
Que las mujeres seamos tratadas de manera desigual en todos los ámbitos de nuestra vida es solo porque somos mujeres y que las mujeres seamos violentadas y asesinadas por hombres, es porque somos mujeres. Aprovecho para recordar la definición de violencia de género: “Aquella violencia que se ejerce hacia la mujer por el hecho de serlo”. Por tanto pareciera que las mujeres tenemos una tara, la tara de ser mujer.
¿En qué posición se nos coloca a las mujeres, sino tenemos igual acceso al trabajo, si la conciliación familiar y laboral sigue teniendo nombre de mujer, si el rol de cuidar a las personas dependientes (menores, mayores, personas con discapacidad) sigue siendo responsabilidad de las mujeres? Escuchábamos el pasado mes de octubre en los medios de comunicación que las mujeres que trabajamos fuera de casa, trabajaremos gratis desde el mes de noviembre hasta enero por esa desigualdad salarial existente en el trabajo con respecto a nuestros compañeros hombres.
¿De verdad piensan ustedes que esto no es un tipo de maltrato hacia la mujer no poder aspirar a trabajar fuera de casa y si lo hacemos, es en condiciones desiguales con respecto a los compañeros hombres? ¿De verdad piensan que la renuncia de una mujer a ejercer su vida profesional por una cuestión de conciliación o de cuidados de personas dependientes no es un maltrato, por parte de la sociedad y de los hombres de su entorno que le están negando valores personales tan importantes como la decisión de elegir libremente lo que desea ser y hacer en su vida, sin que medie una cuestión de género?
Tengamos una mirada más amplia, más integral, y tomemos conciencia de que si la vida nos diera las mismas oportunidades a mujeres y hombres, no se producirían las situaciones de violencia que se están produciendo en torno a las relaciones de pareja. Los hombres de esta sociedad, de nuestra comunidad, no se sentirían con el derecho de abordar a cualquier mujer, desde esa situación de poder que le da el reconocimiento de todos los derechos, sobre la mujer por la falta de ser reconocida como sujeto de derechos.
Desde estas relaciones de poder, es desde donde se establecen las relaciones desiguales y esa desigualdad provoca la violencia de unos sobre otras.
La Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género considera que una mujer es víctima de violencia de género cuando esa violencia ha sido ejercida por su pareja o expareja. Esta ley fue un avance, pero la violencia de género se ejerce desde más ámbitos, no solo en el de las relaciones de pareja. Hemos sido y estamos siendo testigos durante todo este año 2018 de un escenario cuanto menos deshumanizado, pero sólo con las mujeres; te violan y es abuso, te agreden y tú eres la provocadora de esa situación, te intentan matar y es algo puntual por lo que no se puede considerar tentativa de homicidio, te matan y… “si es un hombre normal, muy bueno con todo el mundo. Que habrá hecho ella para llevarlo a ese límite”.
Si esto está ocurriendo en una sociedad moderna, pues entonces habrá que actualizar nuestra legislación bajo el prisma de que a mujeres y hombres nos ampara los mimos derechos y libertades. Algo que ya está reconocido pero que la resistencia de una parte de la población, la masculina, no da paso a la coherencia, tolerancia, respeto y sentido común. Este avance se podrá conseguir si son mujeres y hombres las/os que legislan, si las mujeres tienen presencia en los cargos de responsabilidad. Así se obtendrán leyes igualitarias donde no mediará la cuestión género en cuanto a justificar la actitud de unos y a cuestionar la actitud de otras.
Nuestros jóvenes e hijos están aprendiendo que da igual cómo nos relacionemos, y que cada mes aparezca un numero de 6, 5 , 4 o hasta 9 mujeres, como en el mes de septiembre, asesinadas por sus parejas o exparejas, y no se tambalea ninguna estructura de nuestra sociedad. Total se trata de mujeres. Mujeres que son las sostenedoras de esta situación de crisis social y económica, mujeres a las que se les ha culpado de realizar un trabajo remunerado fuera de casa porque eso ha supuesto ocupar puestos que se supone que debían ser ocupados por hombres y por tanto las responsables del aumento de la tasa de desempleo de los hombres. Mujeres que han tenido que salir al mercado laboral como apoyo a la economía familiar cuando, el hombre y cabeza de familia al quedar en desempleo, otorga la venia para que la mujer, entonces sí, se pueda incorporar al mercado laboral, aunque eso no le exima de su doble jornada al llegar a casa.
¿Creen que si la mayoría de las mujeres que son asesinadas por sus parejas hubieran tenido una independencia económica hubieran permanecido en sus entornos de violencia hasta ser asesinadas o verse obligadas a interponer denuncia? ¿Creen que no hubieran intentado salir de ese entorno? Pues bien, esto es lo que les ha sido negado siempre a las mujeres y no ha sido una casualidad, sino que forma parte del engranaje que los hombres han desarrollado por siglos para que todo funcionara de manera que ellos pudieran mantener esa situación de privilegio y de poder con respecto a nosotras.
Esto es una breve pincelada de por qué la desigualdad entre géneros y las violencias machistas están estrechamente unidas.
Hablemos de desigualdad estructura porque la violencia de género es la desigualdad llevada al extremo.
Con motivo del Día internacional de la Eliminación de la Violencia hacia las mujeres, se puede presuponer que lo que procede es hablar de violencia de género, de violencias machistas. Sin embargo, quiero poner el foco en la desigualdad entre géneros, porque se habla de desigualdad entre mujeres y hombres y de violencia hacia las mujeres como si se tratara de dos cosas distintas.
Que las mujeres seamos tratadas de manera desigual en todos los ámbitos de nuestra vida es solo porque somos mujeres y que las mujeres seamos violentadas y asesinadas por hombres, es porque somos mujeres. Aprovecho para recordar la definición de violencia de género: “Aquella violencia que se ejerce hacia la mujer por el hecho de serlo”. Por tanto pareciera que las mujeres tenemos una tara, la tara de ser mujer.