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A vueltas con la movilidad y accesibilidad en los centros históricos

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Realmente es importante insistir en el tratamiento de la movilidad y accesibilidad en los centros históricos de las ciudades declaradas de interés patrimonial o “Patrimonio de la Humanidad” por sus habitantes, por los transeúntes y por la correcta conservación del patrimonio cultural. Las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial permiten perfectamente gestionar el volumen y el tipo de movilidad en estas ciudades.

Hay tres niveles de análisis que favorecen su correcta conservación, la de sus monumentos y de sus conjuntos urbanos declarados: la densidad circulatoria y la ocupación de los espacios públicos, la accesibilidad al servicio de los habitantes de esos centros históricos y las medidas paliativas de los efectos que los gases y partículas que expiden los vehículos, los ruidos y las vibraciones tienen sobre los monumentos e inmuebles de dichos espacios.

Ciudades como Toledo y Cuenca tienen contadas las vías de acceso a sus cascos históricos, por lo que lectores de matrículas permiten hacer una gestión eficaz del número, tipo y momentos de acceso a los recintos históricos. Ya se ha probado en ciudades británicas, francesas e italianas que nos permiten ver los resultados de tan buenas prácticas. 

Lo contrario supone una saturación en la entrada de vehículos, una discriminación por nivel de renta: los que sólo pueden permitirse el transporte público, los que tienen vehículo privado, los que pagan taxis o las empresas que explotan trenes, autobuses o tuk tuk turísticos. Con la lectura de matrículas se puede restringir el acceso a vehículos de no residentes y para personas con discapacidad además de facilitar el acceso a servicios técnicos para los residentes. 

Todavía los aparcamientos públicos -cedidos en uso por X años- facilitan el acceso a los trabajadores que en su día se hicieron con una plaza -al igual que establecimientos hoteleros-, aumentando así el transporte privado en el interior de los cascos históricos. Unos garajes que deberían estar destinados únicamente a residentes, eliminando además de la superficie a muchos vehículos de las calles y plazas de la ciudad. La existencia de líneas de autobuses adaptados, con una buena frecuencia y capacidad sería la alternativa a ese afán por llegar de casa al trabajo de 'puerta a puerta', aunque ello nos llevaría también a cuestionar el modelo de ciudad en extensión que se está articulando en nuestras urbes. 

El control exhaustivo de las entradas de vehículos autorizados a la ciudad eliminaría la arquitectura hostil que tanto afea a la ciudad: bolardos de variados tamaños, formas y diseños que entorpecen la movilidad peatonal -especialmente la de los discapacitados visuales y los que se mueven con sillas de ruedas-, semáforos junto a monumentos declarados Bien de Interés Cultural (BIC), señales verticales y pintura de colores en el suelo, etc. 

Por último, los ayuntamientos deberían apostar por los vehículos no contaminantes en los cascos históricos, eliminando así el efecto de gases y partículas en suspensión sobre fachadas y elementos arquitectónicos, haciendo que toda la flota pública de vehículos sea 'no contaminante', eximiendo de tasas de circulación a los residentes o exigiéndoselo a los vehículos de servicio que accedan a ella.

Pensemos que si se quiere atraer a residentes jóvenes, familias y población estable a los centros históricos, las administraciones públicas deben facilitar que tengan vehículo propio, con aparcamiento lo más cercano a sus hogares (no todas las calles y adarves de la ciudad pueden permitir el paso de vehículos), al mismo tiempo que a aquellos que ya viven y tienen vehículo que puedan, siquiera aparcarlos, que ni eso pueden en muchas ocasiones, y les invitan a marcharse a los nuevos barrios donde la movilidad y accesibilidad es “normal”.

Realmente es importante insistir en el tratamiento de la movilidad y accesibilidad en los centros históricos de las ciudades declaradas de interés patrimonial o “Patrimonio de la Humanidad” por sus habitantes, por los transeúntes y por la correcta conservación del patrimonio cultural. Las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial permiten perfectamente gestionar el volumen y el tipo de movilidad en estas ciudades.

Hay tres niveles de análisis que favorecen su correcta conservación, la de sus monumentos y de sus conjuntos urbanos declarados: la densidad circulatoria y la ocupación de los espacios públicos, la accesibilidad al servicio de los habitantes de esos centros históricos y las medidas paliativas de los efectos que los gases y partículas que expiden los vehículos, los ruidos y las vibraciones tienen sobre los monumentos e inmuebles de dichos espacios.