Galerías subterráneas de un balneario romano “imperial”, bajo un inmueble de la plaza Amador de los Ríos en el que apareció una estatua de mármol con más de 2.000 años de historia, o las decenas de enterramientos que fechan al menos en el sigo XIII y que aparecieron en la iglesia de Santa Eulalia en las obras de restauración que llevaron a cabo por problemas de humedad son solo algunos ejemplos de los notables hallazgos arqueológicos que se han registrado en Toledo en los últimos años.
El Casco Histórico de la capital regional sigue siendo una caja de sorpresas patrimoniales que este 2021 nos ha vuelto de nuevo a regalar parte de nuestro pasado.
En esta ocasión, las obras de emergencia realizadas en un tramo de muralla del paseo de Cabestreros, que comenzaron en octubre del año pasado después de que el servicio de bomberos de la ciudad detectara en una inspección partes del lienzo de la misma en situación de extrema precariedad con riesgo de desplome hacia la vía de circunvalación del recinto amurallado, han permitido descubrir tres nuevas torres y una base de 30 metros de muralla del Califato Omeya que se encontraban ocultas.
Se trata de una actuación realizada por la Dirección General de Bellas Artes, a través del Instituto de Patrimonio Cultural de España (IPCE), con una inversión inicial de 237.601,95 euros.
En el tramo, de titularidad estatal, se produjo un desprendimiento puntual de elementos pétreos del muro de fábrica sobre la vía pública, según justificó en la declaración de estas obras el pasado mes de noviembre el Consejo de Ministros, a propuesta del ministro de Cultura y Deporte, José Manuel Rodríguez Uribes.
Torres amortizadas por la construcción del Hospital de Santiago
Gracias a los trabajos de control arqueológico, al realizar los tareas de limpieza de la muralla, se ha podido documentar la presencia de un torreón de planta rectangular, así como un tramo de muralla de origen andalusí en la ciudad, declarada Patrimonio de la Humanidad.
A partir de este primer hallazgo e, incorporando los estudios de Arqueología de la Arquitectura y análisis arqueométricos, se ha podido detectar cómo, embutida en fases posteriores, existen dos torres más que fueron amortizadas por construcciones modernas, principalmente por la construcción del Hospital de Santiago.
Aunque los trabajos de estudio aún están por finalizar, se tiene constancia de que este conjunto de estructuras pertenecen a las obras de Al-Hizam construido por el califa Abderramán III en Toledo en el primer tercio del siglo X. El aparejo de esta obra, realizado mediante una técnica de sillares a soga y tizón, pertenece a la denominada arquitectura oficialista del Califato Omeya, donde se muestra el poder a través de las formas de edificación en sillería y modulación de las piezas en su colocación.
Se trata de un hallazgo de gran importancia ya que, por primera vez, se ha podido documentar arqueológicamente el cierre suroriental de esta área palatina de los Omeyas en la ciudad de Toledo. Por otro lado, al haber podido constatar la cronología y presencia de este gran espacio Omeya, se podrá comprender mejor el resto de los tramos de muralla de este costado de la ciudad, donde pueden existir más tramos de este recinto que, hasta la fecha, no han podido ser encuadrados cronológicamente.