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La Real Fábrica de Bronce de Riópar: un hito industrial que se convertirá en hospedería

Cuando el presidente de Castilla-La Mancha anunció esta semana que a lo largo del 2018 se iban a iniciar las obras de rehabilitación para convertir la Real Fábrica de Bronce de Riópar en una hospedería, la noticia fue “como un sueño hecho realidad”, confiesa el alcalde del municipio, Federico Moreno, que asegura que, a día de hoy la localidad, que cuenta con unos 1.500 habitantes y que vive del turismo, no tiene establecimientos de este tipo. Se refiere a un alojamiento de grandes dimensiones que pueda acoger a grandes grupos, o incluso turismo empresarial y de congresos, en un lugar con un paisaje único, como es Riópar.

Queda por saber cual de las tres alternativas que el Ayuntamiento presentó al Ejecutivo de Emiliano García-Page es la que finalmente se va a ejecutar para poner en marcha esta hospedería, que estaría integrada en la Red de Hospederías que nació con doble vocación: servir de guía y referente de la comunidad autónoma como destino turístico. “Me han dicho que la más interesante sería la que contempla la construcción de 40 habitaciones”, cuenta el alcalde de Riópar y que daría lugar a un “hotel-museo con uso compartido entre la exposición del museo (que está abierto al público en el edifico San Carlos del complejo industrial) y el salón de eventos del propio hotel”.

A día de hoy este edificio San Carlos tiene varios usos porque, además de albergar el museo, también se usa como Escuela Infantil, Centro de Atención a la Infancia “y otra parte que tenemos como almacén”. Pero lo cierto es que el punto exacto donde iría proyectada la hospedería, la zona de habitaciones, está en un estado “semiruinoso”, tal y como asegura el alcalde.

Un hito en la historia de la metalurgia en España

Hablar de Riópar es hablar de industria. La vida de este municipio albaceteño ha estado ligada al complejo industrial desde que en 1773 fuera fundado. “Se trata de un hito histórico: la primera fábrica de zinc y latón en España, pionera en experimentación metalúrgica e ingenios hidráulicos aplicados a la producción en serie, dentro del contexto europeo de la Primera Revolución Industrial”. Lo cuenta Marta Vera, presidenta de la Asociación de Amigos de las Reales Fábricas de Riópar.

Con la fundación de la Reales Fábricas nace la colonia obrera que configura el actual pueblo de Riópar lo que hace que el complejo esté repartido en una extensión de 10 kilómetros y con 22.700 metros cuadrados de superficie de talleres, almacenes, viviendas obreras, infraestructura hidráulica..., donde el proceso de producción iba desde la extracción, pasando por su fundido y aleación, hasta el acabado de las piezas para el mercado. De aquí salieron piezas como lámparas, relicarios, candelabros, braseros, camas, llamadores y mirillas, esculturas, y hasta planchas para el forrado de navíos, según recoge la documentación de la Asociación de Amigos de la Reales Fábricas de Riópar.

Significativo es también su forma de abastecerse de energía ya que las 'Fábricas' fueron autosuficientes hasta la década de 1970, cuando se enganchan a la red eléctrica nacional. Hasta entonces sus recursos habían sido la madera de los bosques de Riópar y sus acuíferos. De éstos aprovechaban el agua gracias a “una obra hidráulica de gran importancia”, dicen desde el colectivo. Se trata de un sistema de canales, balsas y compuertas que une los diversos talleres, reaprovechando el agua hasta en seis saltos encadenados. También daba luz a las casas y riego a los huertos obreros, e incluso servía de lavadero.

A lo largo de los años resistió hasta la Dictadura, cuando en 1954 fue declarada “Empresa Modelo”, por su modelo de colonia fabril, en tiempos de la autarquía. La democracia trae la apertura de los mercados y se suceden graves problemas internos que llevan al cierre en 1996, tras un par de intentos por mantener la empresa como cooperativa.

La lucha por conservar el patrimonio

Si hablar de Riópar es hablar de la 'Real Fábrica de Bronce', también es hablar de las asociaciones que, desde que cerró la Fábrica en el 1996 han luchado porque esta infraestructura fuera declarada Bien de Interés Cultural. “Fueron los últimos trabajadores los que incoaron el expediente”, explica Marta Vera, pero hubo que esperar hasta el 2010 para obtener esta declaración.

Es a partir de ese año, el 2010, cuando nace la Asociación de Amigos de las Reales Fábricas (AARFR) con el objetivo de “luchar para recuperar los espacios, esa memoria histórica”, dice su presidenta. Pero antes que ellos, otro colectivo, la Asociación Sierra del Agua también trabajaron en este sentido. De hecho, algunos de los miembros fundadores de la AARFR, pertenecían a esta asociación.

Así, desde 2010 la AARFR, ha ido recabando mucha documentación, parte procede de los archivos de la fábrica donde se conservan libros de la empresa, un archivo desde 1846, y otros que se han ido encontrado en otros archivos de la geografía española “porque era una Fábrica Real y su importancia transcendía a la provincia”, dice Vera. A partir de toda esta documentación se ha creado el Centro de Documentación de las Fábricas que ha ayudado a conocer momentos de la historia de vida del complejo industrial hasta hace poco casi desconocidos: “Se conocía mucho del principio, de la primera fase de la fábrica y la historia reciente, pero todo lo que era el siglo XIX no teníamos ni idea”, explica Vera que lo sabe bien porque su tesis doctoral la hizo sobre las Reales Fábricas.

Ahora, con el anuncio del presidente de incluir las Reales Fábricas en la Red de Hospederías de Castilla-La Mancha espera que, de un lado, se ayude al desarrollo del municipio, pero sobre todo que se “respete la autenticidad” y en la obra de rehabilitación “no se hagan barbaridades”.