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La ruta que se hizo libro sobre el Toledo en la II República: “Con sus luces y sombras, fue un período de esperanza”

Fidel Manjavacas

8 de mayo de 2022 01:38 h

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La ciudad de Toledo vivió la etapa histórica de la Segunda República con una transición “tranquila” entre el anterior régimen monárquico y un nuevo período de “esperanza” del que actualmente se conservan distintos logros y realizaciones. Frente a ciertos clichés que intentan presentar aquel tiempo como “unas de las peores etapas de nuestra historia”, la realidad es que la vida ciudadana en la capital regional continuó con “toda normalidad”.

Así lo traslada el periodista y escritor Enrique Sánchez Lubián en una entrevista con este medio con motivo de su última publicación: ‘Toledo en la II República. Ruta por el Toledo republicano’ (Toletum Revolutum), que presenta el próximo jueves 12 de mayo, en la Feria del Libro de Toledo, junto a la alcaldesa Milagros Tolón, y el exconcejal de Ganemos Toledo Javier Mateo. En ella expone una amplia crónica social, política y cultural de cómo transcurrieron aquellos cinco años (1931-1936) en la ciudad, que complementa con una ruta que preparó junto al Grupo Municipal de Izquierda Unida para celebrar el 14 de abril del año 2014 y cuyo “éxito” propició años después la elaboración de este libro.

“Cuando se habla de republicanos hoy en día se dice que eran rojos y de izquierdas. Y no es así. Había republicanos también de la extrema izquierda y de la derecha. La mitad de esos años España estuvo gobernada por la derecha”, recuerda el autor, que aunque reconoce que en esta etapa también hubo “sobresaltos y episodios sombríos”, asevera con rotundidad que estos no pueden “en absoluto manchar el recuerdo de unos años llenos de ilusión entre una mayoría de españoles y españolas”.

En las primeras páginas de este trabajo, Sánchez Lubián narra cómo se celebró en la ciudad la victoria democrática para proclamar la Segunda República. “Igual que ahora, se elegían 25 concejales. 15 de ellos fueron de la conjunción republicano-socialista y 10 de los monárquicos”. Tras las elecciones del 12 de abril de 1931, el día 14, los concejales elegidos en las urnas -pues no se daban las listas cerradas que presentan ahora los partidos políticos- y la ciudadanía comenzaron a celebrar la incontestable victoria republicana en el país, donde ganaron en 41 capitales de provincia.

El por entonces alcalde Alfredo Van den Brule, “un hombre vinculado al rey -Alfonso XIII- y que no se quiso presentar a estas elecciones”, dio el relevo al pedagogo y abogado José Ballester. Sin embargo, el más votado en estas elecciones fue Guillermo Perezagua Herrera, propietario de una conocida taberna en el Real del Arrabal y tío-abuelo de Tolón, aunque finalmente se decidió que fuera Ballester quien se convirtiera en el primer alcalde republicano de Toledo.

Celebración y primer mitin en La Vega

El abogado Cándido Cabello fue el encargado de proclamar la República y enarbolar la bandera tricolor en el Ayuntamiento, donde Van den Brule, “un alcalde muy querido aunque ejerció solo durante un año”, y Ballester salieron a saludar la gente. Después una pequeña manifestación recorrió las calles de la ciudad y al día siguiente se produjo una gran celebración en el entorno del Alcázar y Zocodover que quedó retratada en imágenes como la que lleva como portada el libro de Sánchez Lubián. La banda de música de la Academia de Infantería tocó ‘La Marsellesa’ ya que “no disponían de las partituras del Himno de Riego”, y la fiesta concluyó en el paseo de la Vega, donde Ballester ofreció su primer mitin como alcalde.

Además del tranquilo traspaso de poderes, “la ciudadanía dio un ejemplo” en una transición “modélica”. Así lo reflejaba el periódico ‘El Castellano’, editado por el Arzobispado de Toledo. “Había una sensación de cambio necesaria”, apunta el autor, que señala que la mayoría de partidos republicanos eran “de derechas o de centro”, pues el PSOE y sobre todo el PCE tenían aún “muy poca implantación”. “Era una sociedad bastante tranquila y los partidos republicanos eran más bien moderados, aunque sí hubo cierto enfrentamiento entre los sindicatos de tendencia socialista y los de tendencia comunista hasta 1934-35”, añade.

La Iglesia, contraria a la proclamación

“Una de las cosas que más me ha llamado la atención al hacer el libro es ver cómo todos los principales protagonistas de la vida social convivían juntos. Aquí no había un enfrentamiento entre unos y otros”, relata Sánchez Lubián, que precisa no obstante que el por entonces arzobispo de Toledo, el cardenal Pedro Segura, fue “tuvo desde un primer momento una actitud contraria a la proclamación de la República”. “Dos meses después el Gobierno de España pidió al Vaticano que lo cesara. Se fue de España pero volvió clandestinamente y fue detenido en Guadalajara”, recuerda.

En Toledo no se produjeron “especiales incidentes” ni siquiera cuando “en mayo y junio de 1931 se quemaron iglesias en Madrid”. “Se estableció un servicio de vigilancia policial a las afueras de la ciudad por si venía algún exaltado. De hecho, el alcalde reconoció a los ciudadanos agradeciéndoles que hubieran tenido una actitud beligerante hacia los edificios de la Iglesia”, indica.

Logros y vestigios republicanos

El libro, que termina con la proclamación del estado de guerra tras el golpe de Estado del 18 de julio, recoge también varios de los logros, reivindicaciones o vestigios de “un tiempo pasado que durante muchas décadas se nos intentó hurtar”. Más ligado a la actualidad informativa destacan las tesis del ingeniero Manuel Díaz-Marta -quien luego sería el candidato del PSOE en las primeras elecciones democráticas de 1979- sobre la necesidad de regular los caudales del río Tajo para su aprovechamiento en la provincia y en la región.

Entre las construcciones que se hicieron en esta época están la piscina del Parque Escolar, que se inauguró en el primer aniversario de la República; el Hospital Provincial, uno de los primeros hospitales modernos de España; o la nueva sede de la Caja Regional de Previsión en un edificio de la calle Sillería, donde hoy abre sus puertas el Centro de Salud del Casco Histórico. “Hay muchas cosas latentes en la ciudad que arrancan con la República”, señala Sánchez Lubián en este sentido.

¿Tercera República?

El autor explica que entre las causas del triunfo de la República estuvo el descrédito de la Monarquía mediante la figura de Alfonso XIII. Preguntado por si cree posible que en España se pueda establecer de nuevo esta forma de gobierno, apunta que “aunque mucha gente pueda sentirse republicana de espíritu”, no cree que haya “una voluntad política fuerte para hacer un cambio de régimen”.

“Se nos ha vendido que la Monarquía es un factor de estabilidad en la vida política española y desde mi punto de vista es algo más que cuestionable. La inmensa mayoría de los reinados de la dinastía borbónica terminaron mal, exiliados o con conflictos”, subraya, al tiempo que recalca que “la Constitución actual recoge muchas cosas de la del 31, por lo que en cierto modo es heredera”. “Nos gustaría, sí, pero no lo veo viable a corto y medio plazo”.

Ruta por el Toledo republicano

La ruta propuesta por Sánchez Lubián arranca en la plaza del Ayuntamiento, donde se proclamó la II República. Allí también destaca la presencia de la Catedral Primada y del Palacio Arzobispal, por lo que se hace referencia al papel desarrollado por los arzobispos primados en esos años.

La segunda parada en la plaza del Salvador, donde desemboca la calle Rojas, en la que antes se encontraba el Gobierno Civil de la provincia. Se trata de una plaza que no tenía la configuración actual y que el Gobierno local de esos años reclamó para poder adecuar el espacio como está actualmente.

Continúa la trayectoria por las calles Rojas y Aljibillo donde se recuerda el Salón Garcilaso, donde se celebraron muchas reuniones obreras a principios del siglo XX. También allí, en marzo de 1892, Pablo Iglesias, el fundador del PSOE, dio su primer mitin en Toledo.

Después, la ruta se dirige hacia la plaza Juan de Mariana y se prolonga por el edificio Lorenzana, donde se concentró un importante núcleo de profesores republicanos. Allí se recuerda la figura de Julián Besteiro, concejal del Ayuntamiento que llegó a sustituir a Pablo Iglesias y que fue elegido en 1931 presidente de las Cortes Constituyentes de la II República.

La plaza de los Postes y Nuncio Viejo hasta llegar a Arco de Palacio dan continuidad a la ruta. En este punto hacen mención también al cambio de nombres que sufrieron algunas calles: el más impactante fue que la calle Arco de Palacio pasó llamarse Carlos Marx.

De ahí van a la calle Ancha, hasta las puertas del que fue el Cine Moderno, unos de los locales habituales de celebración de mítines políticos. Caminan luego hasta las Cuatro Calles, donde hay una placa dedicada a la figura del fotógrafo Casiano Alguacil, uno de los grandes líderes del republicanismo toledano.

Siguen hacia la plaza Mayor por la calle Chapinería, dedicada a otro ilustre republicano: el escritor valenciano Vicente Blasco Ibáñez. Continúan hacia la plaza Mayor, pues en el Teatro de Rojas también se celebraron mítines y actos políticos, y suben a la plaza de la Magdalena, donde se recuera al periodista Domingo Alonso -el gran líder del PSOE durante el primer tercio del siglo XX-.

La ruta sube después al Arco de Sindicatos, salen frente al Alcázar y se hace memoria de la bajada de las tropas republicanas. Se baja hasta Zocodover, donde se recuerda también la proclamación del estado de guerra y continúa la ruta por la plaza San Agustín y Núñez de Arce para llegar al paseo del Miradero.

Descienden hasta el Arrabal y la ruta termina en La Vega, donde se proclamó el gran mitin y donde se recuerda también la figura del escultor Alberto Sánchez -quien fue la máxima expresión del arte toledano en los

años de la II República- y la intrahistoria de la escultura dedicada a la mujer toledana que allí se expone, que fue inaugurada por Rafael Alberti en 1982.

La previsión era instalarla frente a San Juan de los Reyes, según había planificado el entonces gobernador civil, Enrique Thomas de Carranza. Pero fue sustituido por un militar, Fernando Pérez de Sevilla y Ayala, general del Ejército que dio carpetazo a esta iniciativa argumento que él no ponía un monumento “a un rojo”. Allí se encuentra ahora la imagen de Isabel la Católica.