La sequía, un problema que se vivía en la Mancha también hace miles de años

La situación de sequía y despoblación que se vive actualmente en la zona de La Mancha no es, ni de lejos, un fenómeno nuevo. De hecho, hay evidencias que señalan que ya en el año 2.200 antes de Cristo ocurría. Es la época en la que se tienen registro de la existencia de las llamadas 'motillas', consideradas “referentes” de la primera cultura hidráulica europea. Son construcciones que formaron una red de pozos, que obedecieron a una situación de cambio climático con gran aridez en la zona.

Se trata de un caso referente, y así lo ha visto la expedición de la profesora Katina Lillio, arqueóloga de la Universidad de Iowa, “puntera” en investigación arqueológica. La académica ha visitado el pozo prehistórico de la Edad del Bronce encontrado y musealizado en la motilla del Azuer, en el término municipal de Daimiel. “La cultura de las motillas es súper potente y tiene fama internacional, y también quedan muchas preguntas todavía por responder, como su origen y su fin”, explica el arqueólogo que ha acompañado a la profesora, Luis Benítez de Lugo. 

Todo empieza con un evento climático, que en 600 años provocó una sequía “brutal” en la zona, con un régimen pluviométrico que descendió notablemente. Además de esto, en la Mancha se depende en gran parte de los acuíferos de los que salen ríos como el Guadiana. “Cuando no llueve, no hay recarga del excedente y se evapora el primer metro superficial”, señala Benítez de Lugo. De este modo se generó un “gran estrés ambiental” y con una “gran contingencia” que provocó también perturbaciones políticas en las poblaciones de ese entonces, llegando incluso al imperio asirio.

De este modo, los habitantes de la época, de forma “resiliente”, hicieron una “serie de ajustes” para enfrentarse a la situación, desde un enfoque comunitario y social. “De este modo se dio respuesta a un problema global”, explica Benítez de Lugo. En el caso de La Mancha, construyeron las motillas para seguir abasteciéndose de los manantiales que “desaparecieron”. Se trata de lugares estratégicos en los que perforan el suelo para conseguir agua.

Primera red hidráulica europea

Además de esto, las motillas se ven protegidas con estructuras físicas y con una gran carga espiritual. “Desde el punto de vista simbólico, creían en el más allá, respetaban a los espíritus y por eso enterraron en la motilla de Azuer más de un centenar de cuerpos”, recalca el arqueólogo.  De este modo, se siguieron llevando a cabo ceremonias en lugares sagrados, como en Castillejo del Bonete, lugar sagrado de la Prehistoria manchega con el que se pretendía “monumentalizar” el paisaje y, además, proteger el Campo de Montiel.

“La cultura de las motillas es única y especial, es construyeron más de 30, lo que supone que hay menos motillas que pirámides en Egipto”, recalca el arqueólogo. Por ello, han pedido quetodas sean declaradas como Bien de Interés Cultural. “Desde el punto de vista de la arquitectura es importantísimo. Deberían estar protegidos y no lo están”, recalca.  Se pueden encontrar motillas en la provincia de Toledo y de Albacete, además de Ciudad Real, en una red de explotaciones hidráulicas que se consideran como la primera de Europa.

Cambio cultural

La profesora Katina Lillio ha estudiado extensamente las culturas de la Península Ibérica, especialmente en Portugal, donde se ha dedicado  a ello unos treinta años. Se encarga de distintas clases en la Universidad de Iowa, como 'World Archeology', una asignatura introductoria para los estudiantes de Grado. En el tiempo de las motillas, señala, es cuando las sociedades se van convirtiendo en jerárquicas y algunas personas se volvieron más ricas o poderosas, un cambio cultural paralelo al climático que se vivió entonces. “La gente se va de muchos sitios, no sólo de La Mancha”, recalca.

“Fue una forma difícil de vivir, pero la gente ha encontrado la manera y es muy interesante ver cómo se las han arreglado con recursos limitados y se han logrado crear comunidades que se pueden sostener en este tipo de regiones. Nos gustaría estudiar las similitudes con nuestra situación actual”, explica la académica.