La sobrepoblación de ciervos y el cambio climático tiñen el espectáculo anual de la berrea

“En pocas partes de España se puede ver la berrea con tantos ciervos”. Este es uno de los principales atractivos que ofrece el Parque Nacional de Cabañeros, según Guillermo Fernández, guía y biólogo de la empresa adjudicataria de su gestión en un espacio natural en el que, desde 1995, el 40% de la superficie es de propiedad pública.

Tal y como explica Fernández durante sus rutas, “tras más de diez años de manifestaciones” el Ministerio de Defensa cesó su intención de convertir la superficie pública en campo de tiro y, finalmente, Cabañeros se declaró terreno protegido.

Entre las provincias de Toledo y Ciudad Real, el parque alberga un 60% de terreno de propiedad privada mientras que el resto incluye recorridos a pie o en todoterreno con los que adentrarse en su territorio para conocer la fauna y flora castellanomanchegas, así como disfrutar de espectáculos naturales como el de la berrea.

Según Ángel Gómez, director de la empresa adjudicataria que gestiona Cabañeros, “la berrea es el momento en el que la población de ciervos se reúne para la reproducción. Acuden a un sitio determinado por las mañanas y por las tardes, en este caso a la raña de Cabañeros, donde se concentra el 90% de la población de ciervos de la zona.”

Los vivos colores que caracterizan los otoñales atardeceres y amaneceres, se enmarcan en “el sonido gutural que se llama berrear y que sirve, por una parte, para atraer a las hembras, y por otra para espantar y alejar a los competidores.”

Así funciona la reproducción de los ciervos a la que también ha afectado el cambio climático. “La sequía se ha agudizado, hay menos vegetación y la ovulación de las hembras se ha retrasado por lo que la berrea durará unos dos meses”.

“Lamentablemente mucha parte de la población desconoce esta ceremonia”, añade el guía mientras que Gómez puntualiza que “la berrea es el momento álgido del año para Cabañeros ya que recibe a más de 20 mil personas llegadas de toda España y del extranjero”.

¿Y si viene el lobo, problema o solución?

Cabañeros es uno de los mejores espacios naturales para conocer la berrea ya que cuenta con unos tres mil ejemplares de ciervos. A pesar de ello, los problemas reproductivos derivados del cambio climático no inquieta a sus gestores.

Ángel Gómez recuerda que “en Cabañeros no hay depredadores, ni lobos, ni osos, ni linces. Nos preocupa el equilibrio entre el número de ciervos y la vegetación”.

Por su parte, el guía asegura que el exceso de población de ciervos es un problema ya que “pone en peligro la flora, el bosque y los árboles más bajos, además de las cosechas ya que estas se han convertido en el nuevo alimento de los ciervos ante la falta de vegetación por la sequía”.

“Con tanto herbívoro es imposible que la vegetación llegue a los dos metros que debería tener en esta época”, asegura el también biólogo quien señala la reintroducción del lobo como una de las mejores soluciones.

“Es una especie que se exterminó. Hasta 1975 había lobos y más posiblemente que en el resto de España”. Fernández califica esta solución como “polémica”. “Sería la única forma de controlar la población de ciervos de forma natural pero el problema es que la economía está basada en la ganadería”.

El ganado vacuno y ovino representa a la mayoría de este sector. Especies “vulnerables al lobo que necesitan pastorear ante los elevados precios de los piensos compuestos”. Por ello, según Fernández, habría que evitar la polémica apostando por “preparar a la ganadería antes de que llegue el lobo”.

La entrada de este depredador podría ser compatible con la economía ganadera si, como apunta el biólogo, se apostara por el turismo rural. “Se podrían seguir modelos como los de Puebla de Sanabria con el lobo o de Somiedo con el oso”.

“Ese tipo de turismo, y sus ingresos, hace que la gente de la zona acepte mejor los problemas que pueda conllevar la presencia del depredador”, puntualiza Fernández quien mantiene que “si el lobo pudiera ser una fuente de complementar ingresos la población le daría la vuelta a las desventajas”.

Por el momento, tal y como asegura el director del Parque, las soluciones adoptadas pasan por la venta de ciervos vivos al extranjero, donde su consumo es mayor. “Los capturamos vivos porque como parque nacional está prohibido cazar y no se puede abrir el coto de caza.”