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Las boticas de Toledo que vendían carne de momia y otras historias del lado más lúgubre de la ciudad

Cementerio de Toledo

Francisca Bravo Miranda

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Hablar de momias en Toledo no es ninguna novedad, pero un libro sobre ellas y otros aspectos más lúgubres de la historia de la ciudad sí lo es. Y es esta la premisa de 'Toledo de tinieblas: momias, emparedadas y cementerios' (Ledoria, 2024), el último trabajo del investigador Luis Rodríguez Bausá (Toledo, 1966) que le valió en 2023 el premio Alfonso X El Sabio, que entrega el Ayuntamiento de Toledo.

El libro tiene dos partes. Comienza hablando de las momias y acaba aludiendo a los cementerios. Hay un capítulo dedicado a las mujeres “emparedadas”, que Bausá también denomina “muradas”. Se encerraban en un habitáculo de forma voluntaria, por un castigo o como una expresión de misticismo y compromiso por la religión. Aunque también hubo hombres que lo hicieron, en Toledo solo se conocen los casos de mujeres que decidieron acabar su vida en pequeños espacios, rodeadas de cuatro paredes.

“Se enterraban en vida. En algunos casos, si su decisión era no volver a salir de su celda, en la que permanecerían hasta su muerte, llegaban a asistir a su propio entierro. Enterraban un muñeco y cuando ya morían se quitaba el muñeco y se enterraba su cuerpo”, explica el investigador, que también es guía oficial de turismo en la ciudad.

Pero, ¿qué ha llevado a Rodríguez Bausá a investigar sobre temas tan tétricos? “Existía algún que otro libro, pienso en 'Toledo, la ciudad de los muertos' de Ventura Leblic, o algún artículo de Rafael del Cerro en el que hablaba de los cementerios del siglo XIX. Pero este tema merecía que se le diese una vuelta. Y con las momias, pasaba exactamente lo mismo. Hay articulillos sueltos de diferentes lugares donde hay momias, pero faltaba un trabajo que aglutinase a todas las momias de la ciudad y de ahí surge”, explica el autor.

La presencia de momias en Toledo ha sido noticia en los últimos años, en concreto por el conjunto que se encontró en la Iglesia de San Andrés, que se considera el mayor de España y, en palabras de Bausá, “posiblemente también el más grande de Europa”. “Pero es que hay veinte o veinticinco lugares más donde han aparecido restos momificados de forma natural”, asegura el investigador.

Es un tipo de momificación natural que se produce gracias a circunstancias microclimáticas de ausencia “total” de humedad para que no se generen los virus y bacterias de la putrefacción. “Si interrumpes este proceso, los cuerpos se quedan saponificados”, explica el autor. “La gente tiene la idea de que las momias son solo mexicanas, aztecas o egipcias, pero yo en el libro cuento que durante mucho tiempo las boticas de Toledo vendían carne de momia a los nobles, con la idea de que venían de Egipcio, pero en realidad era cecina de gato muerto, de cualquier lado de los muladares de Toledo”, relata el investigador.

Noticias para “escacharrarse de risa”

Y es que los nobles de la época creían que como el cuerpo no se había corrompido, significaba que iban a poder permanecer jóvenes durante muchísimo tiempo. Son solo algunas de las historias que aborda Rodríguez Bausá en un libro que promete descubrir los secretos de un lado lúgubre y tétrico que todavía queda por descubrir de la ciudad.

“Yo creo que mi libro le va a hacer sonreír a la gente”, explica, a pesar de lo macabra que puede parecer la temática que ha elegido. “Cuando escribí el libro, precisamente pensaba en que igual iba a ser muy lúgubre, y quise darle una vuelta para que no fuera solo eso. Más allá del morbo que pueden despertar las momias o los cementerios, es muy entretenido porque los capítulos más extensos se centran de curiosidades vinculadas a las momias, a los cementerios y a la muerte”, resalta.

Entre sus fuentes están las noticias de la prensa histórica que ha investigado. “Estoy seguro de que la gente se va a escacharrar de la risa”, afirma Bausá. Por ejemplo, con una noticia que empezaba hablando de un “cadáver, al parecer difunto”, una noticia en la que un hombre finalmente no había muerto. “Imagínate [risas]. Estamos hablando de cuestiones vinculadas a los cajones de los muertos, donde se colocaban, al 'Papa' del Museo de las Ánimas, a San Pascual Bailón, el santo que presagia la muerte. Hasta tuvimos una reliquia en el Convento de Gilitos (actual edificio de las Cortes de Castilla-La Mancha)”, describe el autor.

El libro también recorre medio centenar de lugares en los que han aparecido restos, “más allá” de los cementerios que pueden ser musulmanes o judíos, con un capítulo dedicado a los camposantos de la época de Felipe II y los grabados que dibujó el maestro de obra José Arroyo Palomeque hace varios siglos.

En las más de quinientas páginas del libro se pueden encontrar notas de “humor”, pero también los ritos de su momento, de la fijación del alma, curiosidades mortuorias o también incluso quejas del cementerio. “El guarda del cementerio vendía cerdos y eran los que mejor estaban de toda la ciudad de Toledo, y era porque el tío no enterraba los cadáveres y se los echaba a comer, y de esos se alimentaban. Así que este es el tipo de curiosidades”, concluye.

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