Oddie, el perro que alerta a Pablo antes de sufrir una crisis diabética y le ha “cambiado la vida”
Buscan vida entre los escombros tras un terremoto, son los ojos de millones de personas ciegas en todo el mundo, ayudan a calmar el dolor, la soledad, la ansiedad, la depresión, el luto. Son el asidero fundamental de la gente que sufre epilepsia, autismo o afecciones similares, así como todo tipo de enfermedades neurológicas. Y también son capaces de detectar una hipoglucemia o una hiperglucemia, es decir, la bajada o subida de azúcar en sangre que puede provocar el colapso orgánico e incluso la muerte de las personas diabéticas.
Son los llamados perros de asistencia o perros de alerta médica. Su olfato salva vidas, mejora el bienestar de las personas enfermas y Castilla-La Mancha es una de las pocas comunidades autónomas que ha regulado por ley su reconocimiento oficial para que puedan entrar a todos los espacios públicos y privados.
Oddie es uno de estos perros. Lleva el nombre, modificado en una letra, del famoso compañero displicente de las viñetas del gato Garfield, y es la alerta médica más fiable de Pablo, un joven de 16 años vecino de Cuenca, al que se le detectó diabetes con 12 años. Es decir, convive con la enfermedad prácticamente desde que recuerda. Su caso es peculiar porque es el único de sus hermanos (son trillizos) que tiene esta afección. Su pérdida de peso y notable cansancio encendieron las alarmas de sus padres, Ana y Julián, y su diagnóstico fue rápido tras la prueba de glucemia.
Ahora es portador de una bomba de insulina. Se la pusieron al año del diagnóstico, en 2019, para que tuviera tiempo de conocer su manejo, ya que va a asociada a un sensor que hace que esté continuamente monitorizado. “La tecnología ha avanzado muchísimo desde los pinchazos de insulina, pero fue Oddie quien le dio su actual calidad de vida”, celebra su madre. En este hogar conquense ya tenían a Noa, Lucas y Titán, otra perra, otro perro y un gato. Son amantes de los animales y una pasión llevó a una necesidad que no ha podido salir mejor.
El inicio de la búsqueda
La hermana de Ana es veterinaria y le comentó la existencia de perros de asistencia para personas con epilepsia o diabetes. Rastreó por Internet buscando lugares de adiestramiento de estos animales y así encontró a la Fundación Canem, con sede en Zaragoza. Envió los informes médicos de su hijo para asesorarse, pero al final la decisión de su familia fue desplazarse hasta la sede de esta asociación en la capital aragonesa.
“Queríamos ver cómo trabajaban y cómo funciona el adiestramiento, si se hacía con garantías, cómo trataban a los perros… Nos encantó nada más llegar. Nos explicaron todo al detalle. Son perros fuertes, longevos, inteligentes, y con un tamaño manejable para viajar, para poder subirse a sitios y con el olfato muy desarrollado”, explica.
Al contrario que otros perros de asistencia, estos animales suelen pesar entre siete y nueve kilos y son adiestrados desde la edad de dos meses y medio. Durante ese periodo, están con sus familias de tutela, y acuden por las mañanas a la fundación para su educación. Así se logra que el perro esté socialmente habilitado para comportarse, para estar con otras familias y mascotas. Actualmente, la Fundación Canem tiene 250 perros de alerta médica.
Cuenta la madre de Pablo que, tras la visita, en el verano de 2019 se pusieron en contacto con la familia para comunicarles que tenían un cachorro que podía adaptarse bastante bien a la situación de Pablo. Empezaron a adiestrarlo, y cuatro meses después fueron a recogerlo, con Pablo incluido. Entonces no sabían (ahora sí lo comunican desde la Fundación) qué tipo de perro se le iba a asignar al joven, y llegar allí y conocerlo fue “una experiencia inolvidable”.
Así lo vivió Pablo, con tan solo 13 años: “Al no saber cómo era ni conocerlo, al principio estaba súper nervioso, pero nada más verlo en la entrega, todo cambió. Me recibió súper contento, yo me puse muy feliz y fue muy emocionante. Ahora Oddie es uno más de la familia, me ha cambiado la vida y no falla ni un marcaje, es mi acompañante a todos lados”.
¿Qué significa que no falla ni un marcaje? El joven detalla que lo bueno de los perros de alerta médica para la diabetes es que no son como los medidores continuos de la glucemia en tiempo real. “Él se anticipa 20 minutos antes de un episodio de bajada o de subida de glucosa en mi sangre. Esto es así porque antes de producirse este episodio, los humanos desprendemos una sustancia que los perros están adiestrados para detectar. En ese momento, me mira fijamente, se sienta y empieza a ladrar”.
Se pone serio, nervioso, me avisa
Pablo precisa que es un ladrido diferente a cuando está jugando. “Se pone serio, me avisa. La primera vez me quedé muy impresionado porque se lo noté y al principio no me lo creía porque el marcador daba niveles normales, pero no paraba de hacerme llamadas de atención y efectivamente tuve una hipoglucemia. No ha fallado ni una desde entonces. Me ha cambiado la vida y veo mi futuro de otra forma”.
Porque 20 minutos de antelación es mucho tiempo. Entre que Oddie detecta, por ejemplo, una hipoglucemia y esta se produce, se puede paliar la crisis consumiendo hidratos de carbono. Eso es un aumento considerable de la calidad de vida porque Pablo puede llegar a sufrir dos o tres crisis cada día. Además, el perro llegó a su vida pocos meses antes del confinamiento por la pandemia de COVID-19. “Fue maravilloso que me pudiera avisar y cuidarme todo ese tiempo”, celebra.
No es de extrañar que el joven tenga ahora una “conexión positiva total” con el animal. Así lo resalta Julián, su padre. “No solamente es su apoyo para la enfermedad, sino que también es un apoyo psicológico porque le llegó siendo solo un niño. Se le cayó el mundo encima y tuvo que pasar mucho tiempo hasta que vimos cómo se desarrollaba para intentar hacerle la vida más fácil. Ahora puede salir, ir a todas partes, es su salvador”.
“Tenemos las tecnologías, tiene un sensor, pero ese aparato, cuando lo cambiamos, hay un intervalo de dos horas en que no funciona, no marca. Es como un wifi, un bluetooth, que puede fallar. Pero Oddie no ha fallado. El perro huele y el perro marca. Es alucinante porque además es un vínculo inigualable y es la valía que tienen estos animales. Tenemos una suerte brutal, porque el perro además no trabaja, es su forma de vida, interactúa con nuestros otros animales, es feliz”, concluye.
Pero la lucha de esta familia hacia el bienestar de su hijo dio un paso de gigante cuando se aprobó hace un año el decreto que desarrolla la nueva Ley de acceso al entorno de las personas acompañadas de perros de asistencia. Esta normativa supone el reconocimiento oficial de estos animales y además permite a las personas con determinadas enfermedades el acceso al transporte público, a centros comerciales, a restaurantes, etc. La normativa considera infracción muy grave impedir este tipo de acceso en espacios públicos y privados, con multas de hasta 10.000 euros.
Ana estuvo pendiente de toda su tramitación y ahora quiere que se dé visibilidad a todos los tipos de perros de asistencia que existen. La misma mañana en que se abrió el plazo para la solicitud de reconocimiento de estos animales, ya tenía toda la documentación preparada y de hecho fue la primera solicitud que tramitaron en la Dirección Provincial de Bienestar Social de Cuenca. El reconocimiento tardó en llegar pero llegó. “Fue muy emocionante abrir el sobre y encontrar su reconocimiento, su chapa, su carné”.
En la familia precisan que nunca han tenido problemas de accesibilidad con Oddie en ningún sitio, ya que, antes de existir esta normativa autonómica, disponían del certificado de la Fundación Canem. “Pero sí hemos tenido que dar explicaciones en alguna ocasión”. Ahora que este pequeño perro salvador porta su chapa, su arnés y su chaleco como animal de asistencia, “ya no podemos pedir más”.
Pablo no se lleva a su perro al instituto porque no quiere que allí todos sus compañeros y compañeras estén pendientes, y que eso pueda afectar al bienestar del animal. Pero es el único sitio al que no le acompaña. A restaurantes, al centro comercial, al autobús, a viajes y a cualquier establecimiento: “Somos inseparables”. Con su reconocimiento oficial como perro salvador, Oddie ya forma parte de una especie que no deja de sorprendernos y enseñarnos a vivir.
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