El río Tajo ha sido incluido en la red mundial de Sitios de Demostración de Ecohidrología, - en inglés, Demo-Sites, que se impulsan desde la UNESCO. La organización global de las Naciones Unidas fomenta así el uso de zonas naturales como “laboratorios vivientes” para aplicar los principios y soluciones de la ecohidrología a los restos sociales y medioambientales que tengan los lugares. De este modo se consigue un “espaldarazo” de la organización, que, sin embargo, no ofrece financiamiento.
En este caso, el proyecto del río Tajo será un estudio de su dinámica fluvial que estará coordinado por la Cátedra del Tajo UCLM-Soliss y la Universidad Politécnica de Madrid. Explicado de manera muy breve, se ahondará en el análisis de todos los datos existentes hasta ahora y proponer soluciones no solo para el río, sino también para todo lo que rodea el ritmo. Así lo han explicado el profesor emérito de la Universidad Politécnica de Madrid, Diego García de Jalón, que ha presentado el proyecto junto a la directora de la Cátedra del Tajo UCLM-Soliss, Beatriz Larraz.
¿Qué es la ecohidrología? García de Jalón señala que se trata de una “ciencia transdisciplinar” con el objetivo de mejorar la calidad del agua y de la biodiversidad. Por eso, se aborda desde la investigación, la educación y la implementación. “Hay mucha teoría y poca práctica”, señalaba el profesor, que explica así la necesidad para la educación y su posterior implantación en los territorios.
Los sitios que destaca la UNESCO se caracterizan por impulsar una gestión sostenible y que puede difundirse. Se trata de “laboratorios vivientes” que ayudan a promover principios y soluciones para los retos y demandas del recurso hídrico.
En el caso del río Tajo, se llevará a cabo un estudio de los caudales ecológicos para mejorar el conocimiento de sus ciclos hidrológicos, su ecosistema y el uso de su agua, para “contribuir a una gestión del recurso hídrico más rentable y respetuosa”, señaló el profesor de la Politécnica.
Se ha elegido un tramo concreto del río, después de la derivación al Tajo-Segura y después de Talavera de la Reina. Parte del tramo medio, porque después el río es un “rosario de embalses”. “Después de Talavera, realmente el río Tajo no existe”, explicaba García de Jalón. El estudio se centrará así en la parte del Tajo en la que hay “menos tramos libres de pesca”.
Aunque existen muchos datos ya, todavía hay mucha información por recopilar, explican los organizadores de la iniciativa. Se trata de recopilar todo lo que se sabe hasta ahora de su régimen de caudales, pero también de su flora, fauna y entorno. De este modo, se pretende estudiar los impactos que tiene el río Tajo en el “sitio de demostración” elegido, y ver cómo es su funcionamiento ecohidrológico y social.
Beneficios sociales
El trabajo ya ha empezado y busca, entre otros objetivos, encontrar los “limitantes” que tenga el caudal, las características de contaminación y “fragmentación” del río. “A partir de ahí, podremos designar medidas de restauración para que cuando se implementen tengan una mayor eficiencia”, analizaba el profesor. Son algunos de los beneficios que buscan y que afectarán a todo el interno, no solo el río.
García de Jalón explicaba que tras el análisis de los caudales mínimos se podrán, por ejemplo, proponer medidas de ingeniería para las masas de aguas degradas y que podrán derivar en mejoras para el siguiente plan hidrológico del río, entre los años 2028 y 2033.
Para ello cuentan con la “gran ventaja” que es que la Directiva Marco del Agua europea ha “obligado” a las confederaciones hidrográficas a “tomarse en serio” los datos de caudales, por lo que parte del trabajo está adelantado. “La idea es recopilar todo lo que está hecho y saber de qué punto partimos”, resaltó Beatriz Larraz, que ha destacado el “espaldarazo” que ha supuesto el apoyo de la UNESCO “para seguir en este camino”.
En la presentación de la iniciativa también estuvo presente el profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, Domingo Baeza, que ha resaltado que hay datos que “cojean”, sobre todo respecto a los peces. “Están muy dispersos y repartidos por distintas competencias, y no se forma una base sólida sobre la que poder tener datos suficientes”, explicó. Además de esto, señaló que las investigaciones que se realizan se deben hacer a través de “voluntariado universitario”, porque “no hay dinero”. En concreto, Baeza ha apuntado a dos trabajos de alumnado, que se relacionan con el estudio de los peces en la parte central del río Tajo y también con la “calidad” de los peces tras la implementación de los caudales ecológicos.