Desde el pasado mes de junio, un grupo de investigación de la Universidad de Castilla-La Mancha participa en un proyecto estatal cuyo objetivo es integrar el uso de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) para mejorar la producción y calidad de setas y champiñones. “En este trabajo participan varias empresas como BQ, Mercajucar, y Gurelan”, explica Miguel Ángel Moreno Hidalgo, profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos y de Montes de Albacete, e investigador principal del grupo.
“El champiñón se produce en cámaras con el ambiente muy controlado, sobretodo la temperatura, la humedad relativa y CO2. Actualmente se controla principalmente la producción del champiñón mediante el control del CO2 pero nuestra estrategia, y que es lo más novedoso, es controlar la producción de champiñón a través de lo que evapora el champiñón, que es realmente lo que nos indica que producción va a tener y para eso hay que incluir distintos sensores en distintos puntos de la sala y en distintos puntos de las máquinas que acondicionan el clima de la sala”, explica el investigador.
En este trabajo colaboran diferentes empresas, como BQ que, tal y como indican desde el grupo, se encargará de implementar estos nuevos sensores de bajo coste; Gurelan que incorpora el conocimiento del ciclo de champiñón y setas y la repercusión de las condiciones climáticas en la producción, tanto en cantidad como en calidad y la empresa Mercajucar que dispondrá de cuatro salas de producción completas y de personal para la implementación en condiciones reales de los nuevos sistemas como experiencia piloto.
“El proyecto básicamente consiste en montar muchos de estos sensores dentro de la sala, ver cuáles son realmente útiles y hacer un modelo informático que entienda esa información y que la procese para determinar cuáles son las condiciones más favorables para producir más champiñón, de mayor calidad y con menos recursos”, asegura el investigador principal. En cuanto a las setas, aunque su ambiente está menos controlado, también se puede medir para ver cómo va a ser su producción.
El proyecto, al que se ha sumado el grupo de investigación de la UCLM integrado por cuatro profesores más otro equipo de siete personas, finalizará en marzo de 2020. “Estamos trabajando con ellos desde hace dos años pero sin financiación pero les dimos un soporte porque sabíamos que esta idea tenía futuro”.