Desde la Fábrica de Armas de Toledo hasta el Laboratorio de Propulsión de la NASA en Pasadena, California. Un gran salto, uno que “nunca esperó”. Livia Josefa Leganés, estudiante de estancia doctoral y miembro del Grupo de Investigación de Ciencias de la Tierra y el Espacio no se lo pensó dos veces. Y por eso ahora está al otro lado del mundo estudiando en uno de los lugares de referencia para profesionales de la física como ella. Está trabajando en su tesis, cuyo foco principal son los huracanes.
¿Exactamente qué pasa con los huracanes? “Se trata de entender cómo funcionan las tormentas en nuestras latitudes y en la zona del Trópico, porque la Física es completamente diferente”, señala la profesional. “Todavía hay muchas cosas que no sabemos de los huracanes, por ejemplo qué pasa con ellos cuando aún no lo son”, explica. De hecho, el punto principal de su investigación es conocer por qué hay huracanes de intensificación rápida, que pasan de ser una tormenta normal a ser una muy fuerte en menos de 24 horas.
“El problema que tenemos ahora mismo, es que no sabemos predecir cuándo ocurrirá esta intensificación y por eso no podemos avisar cuándo va a ser una tormenta normal y cuándo va a ser un huracán de alto grado”, explica Leganés. Apuesta por recuperar un marco teórico de los años 80' que se dejó de lado en su momento, pero que ahora, gracias a la tecnología actual, permite trabajar con “un montón de datos más”. “Queremos ver qué tienen de especial estos huracanes que se intensifican de manera rápida”, señala.
Aunque ese es el foco de su tesis, también está explorando el uso de inteligencia artificial para poder predecir las precipitaciones, algo que “se podrá aplicar en todos lados”. “Utilizamos los datos de radares de microondas, que son una medida directa”, describe. Otro tipo de radar, explica, “sólo miden la temperatura de las nubes”. “En teoría, cuanto más frío está, más llueve, pero esta correlación no es perfecta”, advierte. La idea, señala, es coger todos estos datos y combinarlos a través de una red neuronal que pueda decir cuánto va a llover o no.
La dificultad de la investigación como carrera
Leganés no siempre se ha dedicado a la investigación. Cuando salió de la carrera de Física, que estudió en la Universidad Autónoma de Madrid, entró a trabajar en una consultora. “Con lo que supone eso”, explica, como horas muy largas de trabajo. Luego vino la pandemia. Entonces decidió dedicarse a lo que realmente quería: ser profesora de Universidad, investigar y dar clase. “Enseñar física a a gente sería para mí el trabajo perfecto”. Entonces contactó con Francisco Javier Tapiador, catedrático de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), que la ha orientado para trabajar tras su máster. “Lo primero que me dijo fue que si aceptaba, me tenía que ir fuera de España, y fue gracias a su red de trabajo que pude llegar a la NASA”.
En concreto, gracias a la relación que tiene con Ziad Haddad. En el Laboratorio de Propulsión de Pasadena trabaja como 'intern', que es lo más sencillo a la hora de gestionar los visados. “Soy la cuarta persona que llega aquí gracias a Javier”, explica. “Para la investigación tienes que ser responsable, trabajar bien, pero también tener este tipo de conexiones”, señala. “La Física para mí es algo vocacional”, apunta. Ella tiene suerte, explica, porque su padre y su madre son profesores de universidad. De hecho, su madre es catedrática, algo que le ha servido como modelo a seguir.
“Estaba muy centrada en la Física Nuclear, pero la Meteorología es realmente lo que me hace feliz. Y tienes que mostrar siempre tu vocación para poder investigar”, señala. Hay más personas dedicadas a la Meteorología en la NASA de la que se cree, señala. Se quedará en Pasadena hasta junio, y luego seguirá su camino en Estados Unidos en un grupo de investigación también relacionado con Tapiador, en Colorado.
Las mujeres en la Ciencia
También es consciente de la dificultad añadida que tienen las mujeres para empezar una carrera como la que ha empezado ella. “Cuando yo entré a la carrera, la proporción de hombres y mujeres era de un 70/30. Siempre tienes que andar demostrando lo mucho que sabes, es una sensación de tener que andar probándote todo el rato. Pero yo ya no lo hago, porque la gente con la que trabajo sabe que soy válida. Javier Tapiador, por ejemplo, nunca ha dudado de mí, ni me ha tratado con condescendencia, sino no hubiera seguido trabajando con él. Pero yo sé que esta no es la realidad que vivimos todas las mujeres en estos campos”, reflexiona.
“Es que ocurre que sean científicos o no, te explican cosas como que eres tonta. Y quieres decir, mira me estás explicando algo de lo que yo sé más. Y he encontrado trabajas de este tipo durante toda mi carrera, hasta el máster. En el grado sólo tuve dos profesoras, pero en el máster la mayoría eran mujeres, excelentes docentes, buenas investigadoras, que son icónicas para mí”, recalca.
“Es ridículo que tengamos que gastar más tiempo en demostrar más nuestro trabajo, porque al final vemos hombres en puestos de poder que no son tan brillantes, pero que tienen esa confianza que a veces no se nos permite”, concluye.