Con el fin del estado de alarma, los distintos servicios que se paralizaron durante los meses de confinamiento han ido reponiéndose, lentamente. Sin embargo, hay algunos que todavía deben esperar y es algo que lamenta el presidente de la Unión Democrática de Pensionistas de Castilla-La Mancha, Ramón Munera. La UDP es parte del Consejo de Mayores regional y tiene más de 70.000 socios y en más de 400 municipios.
Munera recalca que durante el confinamiento se ha mantenido todo el contacto posible con los miembros de la Unión y que ahora durante la desescalada ve que entre las personas mayores hay “de todo”. “Algunos no tienen miedo ninguno y no llevan ni mascarilla. También lo vemos en las parejas. Otros, estamos asustados de no querer salir de nuestra casa”. Por ejemplo, a él, el confinamiento lo pilló en su parcela y se quedó ahí.
Además de esto, destaca que no se dejó de ofrecer comidas a domicilio, así como los servicios de acompañamiento virtual. “Gracias a ello hemos cubierto necesidades, porque vimos a gente que no tenía nadie quien los ayudase”, explica. En Albacete, han sido unas 130 o 140 personas a las que se ha entregado comida, alrededor de 300 al mes. “Son personas indefensas, con muchas dificultades. Para ellas, el mejor hotel del mundo es al final su casa”, explica.
Sin embargo, todavía existen servicios que no pueden ofrecer, como el de Podología, o el acompañamiento, que ha tenido que hacerse vía virtual. “Estamos esperando a que nos lleguen las normas para que las personas mayores sean atendidas”, asegura. Desde la Junta de Comunidades señalan que la desescalada todavía deben esperar algunos servicios.
En cuanto al voluntariado de acompañamiento, desde la UDP se atiende a unas 3.000 personas tanto en residencias, centros tutelados como en domicilio. “Seguimos en contacto con toda la región, hablamos por teléfono con los usuarios”, recalca. Este servicio es fundamental, explica, porque es una manera de “dar cariño” a través del teléfono. “La soledad, como sabemos, es una de las peores enfermedades que podemos tener y ellos cuando se sienten verdaderamente contentos cuando vamos, porque a veces están muy tristes y cuando estamos con ellos se quedan con esa satisfacción”.
El problema de las residencias
“El problema que vemos ahora, es que las personas tienen miedo de ir a una residencia hasta que no se normalice la situación”, explica Munera. “Cuando les digan de ir a una residencia, van a tener respeto. Estamos a la espera de la vacuna para poder normalizarlo todo”, señala. Y eso que reconoce que no todos los usuarios se han vacunado para la gripe, pero ahora nadie va a dudar de vacunarse contra la COVID-19 en cuanto sea posible, afirma.
Por ahora, siguen a la espera de poder dar servicios, como los talleres de gimnasia, prevención de la memoria y otras actividades que siempre le han venido “muy bien” a las personas mayores para que “puedan seguir más jóvenes”. “Nuestros usuarios siempre han estado muy contentos y es algo que tenemos que hacer para estar con ellos”.
Durante el confinamiento, uno de los sentimientos que han tenido es que la sociedad “se ha olvidado” de las personas mayores. “Ahora nos ha pasado igual. En la anterior crisis se estuvo sacando a las personas de las residencias para poder mantener a la familia y ahora hay muchos abuelos y abuelas que se echarán de menos. Las familias han estado molestas por no poder estar con ellos, pero ha sido una situación que no podemos cambiar”, recalca. El mensaje que envía es la de seguir todas las medidas recomendadas y no tomarse la situación “como una broma”.
“Trabajamos para mantener la calidad de vida y para que las personas mayores no se sientan solas. Nuestro programa estrella, el voluntariado de mentores para mayores, es uno de los más importantes que tenemos para dar ilusión y ganas de vivir”, concluye.