Cerealto Siro achaca su caída de negocio al cambio de estrategia de Mercadona con los proveedores

Laura Cornejo

15 de noviembre de 2021 22:01 h

0

Uno de los mayores grupos de alimentación de Castilla y León, Cerealto Siro Foods, identifica en un documento interno el origen de su crítica situación: Mercadona y su cambio en el sistema de proveedores. Con 1.179 empleados sólo en la Comunidad, el Grupo busca desde hace meses un socio inversor que le permita seguir adelante con su actividad. La deuda de 299 millones de euros que acumula con bancos le impide recurrir a entidades de crédito y las empresas que la componen no dejan de dar pérdidas. Los datos económicos aparecen en un 'Resumen ejecutivo de Plan de Competitividad de Ceralto Siro Foods SL', elaborado en septiembre y al que ha tenido acceso elDiario.es. En ese documento, “confidencial” según la compañía, hay un dato fundamental que hasta ahora no se ha hecho público, y es que Cerealto Siro Foods empieza a caer cuando Mercadona alcanzó el tope de expansión territorial y buscó mayor rentabilidad para su producción propia. Desde ese momento, los proveedores que producían en exclusiva para la cadena de supermercados lineales enteros de productos, pierden la exclusividad recíproca con la cadena y tienen que empezar a competir entre ellos.

La sociedad cabecera de lo que empezó como una galletera en Palencia, Grupo Siro Corporativo SA, ha tenido pérdidas continuadas, desde 2017 hasta la actualidad, de más de 85 millones de euros y a estas suman las sobrevenidas en Cerealto Siro Food SL y en Galletas Siro SAU, que engloban las factorías de Venta de Baños, Aguilar y Toro y que cerraron el ejercicio 2019 con 11 millones de pérdidas y el ejercicio 2020 con 14 millones.

Mercadona: exclusividad en la producción y sin problemas con los precios

El motivo señalado por la galletera aparece claramente reflejado en el punto 'Contexto sobre el que se alcanza la situación actual. Mercadona como principal  cliente'. En 1998, el grupo se convirtió en interproveedor de Mercadona. El sistema de interproveedores consiste en producir en exclusiva lineales enteros de productos para la cadena de supermercados bajo la marca de Hacendado. Tal y como reconoce la empresa en el informe, “los costes y los precios de compra no eran un problema dado que en su plan estratégico Mercadona necesitaba servicio y capacidad disponible para crecer”. Mercadona compraba a sus interproveedores la totalidad de los productos que integraban las diferentes categorías. A cambio, los interproveedores debían realizar fuertes inversiones para acompañar el crecimiento de Mercadona. A lo largo de toda su historia, Cerealto ha invertido 1.000 millones de euros y posee factorías en Portugal, Italia, México, Gran Bretaña y Estados Unidos.

Toda la estrategia industrial de la antigua galletera se fraguó sobre ese modelo de Mercadona, “apostando por el crecimiento, el desarrollo de los productos marca Hacendado y la exclusividad”. Esa exclusividad era una “condición absoluta para trabajar para Mercadona, pero también una gran oportunidad para crecer”, según el informe.

Durante muchísimos años la alianza estratégica funcionó “a pleno rendimiento”, permitiendo alcanzar al Grupo resultados positivos de manera continuada, que hizo posible un alto nivel de inversiones en líneas productivas y adquisiciones de nuevos centros de producción, muchas de las cuales “sirvieron para salvar fabricas que estaban al borde de su desaparición y mantener el empleo en sus zonas de influencia”, según se explica en el documento.

Ceralto Siro había empezado a producir para Mercadona en la categoría de galletas, pero después llegaron los cereales, la pasta, la bollería, el pan de molde, las barritas de cereales y las tortitas. Durante 20 años, la alianza fue “altamente satisfactoria”. Mercadona se expandió y el grupo se centró en “satisfacer sus necesidades crecientes”. A lo largo de esas dos décadas resultó “determinante” para el grupo “cumplir con los requisitos de exclusividad y capacidad de adaptación productiva a los volúmenes exigidos”, que se tradujeron en “beneficios anuales crecientes”.

Sin embargo, la situación se dio la vuelta cuando Mercadona alcanzó “su límite de máxima expansión” y abandonó el modelo de interproveedores para mantener la rentabilidad. Según Cerealto, “en torno a los años 2017 y 2018 el modelo de expansión de Mercadona alcanzó su máximo llegando a obtener el 25% de la cuota de supermercados en el sector (el 26,1% en el año 2019)”. Con esa cuota, dicen, “Mercadona ni quiere ni puede seguir creciendo mediante la estrategia de abrir nuevas superficies comerciales y así lo han manifestado sus responsables. Por tal razón, el ritmo de crecimiento se ha frenado drásticamente, siendo imposible continuar con su modelo expansivo como fórmula para mantener o incrementar su rentabilidad”.

Se pasó así al modelo de proveedor totaler. Las reglas del juego cambiaron y “Mercadona pasó de primar la capacidad para suministrar grandes volúmenes de forma estable, a poner el acento en el precio al que compra los productos a sus proveedores. De esta manera, el precio se convierte en un factor determinante”. Además se tenían en cuenta criterios de seguridad alimentaria, calidad... y los proveedores lo eran de producto y no de categoría. “Ese cambio de modelo supuso que el Grupo empezó a perder referencias en favor de competidores, principalmente porque los precios son más elevados al tener un coste productivo superior al del resto de empresas del sector”, dice el informe.

Las cifras que se aportan evidencian cómo y cuánto afectó el cambio a Cerealto, que en 2018 fabricaba 284,5 millones de kilos para Mercadona y en 2020 el volumen se había reducido a 214,8 millones. Esa bajada de producción “sumado a las rebajas en el precio”, reducen también la facturación. Mientras que en 2018 llegaron a los 434,9 millones de euros, en 2020 se quedaron en 301,8 millones, según se explica en el documento interno.

Desde 2018 Cereralto captó a otros clientes del sector pero remarca que “lo cierto es que la falta de competitividad en cuanto a precios y a márgenes, hace que los volúmenes que se consiguen no cubran la pérdida que implica la disminución de producción para Mercadona”. Y lo demuestran con números: “mientras en el año 2020 las ventas para Mercadona cayeron en 22,2 millones de euros, las ventas para el resto de clientes tan sólo se incrementaron en 4,7 millones de euros”.

El cambio a 'totaler'

Para superar la situación, a finales de 2020, el grupo llegó a un compromiso con Mercadona: reducirle los precios de venta en un periodo de tres años para adaptarlos al mercado actual y elaborar nuevos productos. Pero para cumplir lo que denominan “hoja de ruta” consideran “vital” reducir “significativamente” los precios, porque de otro modo no llegan a los de la competencia y para determinados productos no se garantiza la rentabilidad.

Sin embargo, la compañía cree que el problema no puede resolverse captando negocio que sustituya “al que se ha perdido o se pueda perder con Mercadona”, sino que resulta necesario mejorar la rentabilidad. El grupo señala que “con el deterioro de la cuenta de resultados y del margen de beneficios del Grupo y sin perspectivas de crecimiento significativas, las entidades financieras se niegan a conceder nueva financiación, ni tan sólo por el importe necesario para cubrir el circulante necesario de tesorería, por lo que no es posible solicitar financiación a través de entidades de crédito”.

Cerealto informó el pasado 29 de octubre a través de una nota de prensa de que está trabajando en un Plan de Mejora de la Competitividad, “solicitado por los potenciales inversores” y que pasa por adaptar “las condiciones de trabajo, los costes salariales y la estructura productiva a las circunstancias actuales de la compañía y a la demanda” y se refería a los costes salariales “muy por encima del IPC”.

Desde Mercadona, aseguran no conocer ese documento y no se sienten responsables de la situación que atraviesa la galletera, a la que siguen comprando productos. Es más, también compran a fábricas de las que Cerealto se deshizo. Las mismas fuentes aseguran que el precio, aunque es importante, no es determinante en la elección de proveedores, y que sí lo es la calidad.

Desde Cerealto Siro precisan que “bajo ningún concepto está culpando a Mercadona de la situación actual de la compañía” y añaden que sigue siendo uno de sus clientes “más relevantes”, con el que tienen “una magnifica relación y proyectos de futuro abiertos”.

En el informe del Plan de Competitividad se puede leer: “Si bien es cierto, nuestra relación con Mercadona pasó en 2018 de un modelo de interproveedor de categoría a un modelo de proveedor totaler centrado en el mejor producto, mejor calidad y mejor precio. Por tanto, la evolución del modelo de Mercadona hacia proveedores especialistas nos llevó a replantearnos nuestro modelo de negocio y nos focalizamos en los negocios que mejor conocíamos, galletas, cereales y pasta”.

Medidas que afectan a los trabajadores

Ese replanteamiento ha pasado hasta el momento por vender varias fábricas en Castilla y León y en otras comunidades a competidores como Gullón o Bimbo. Aun así, la deuda financiera asfixia a Cerealto Siro y como solución la compañía plantea una serie de medidas que afectan directamente a los trabajadores.

Pero es que incluso en esa parte, la achaca de nuevo a Mercadona, ya que afirma que “al venir de un modelo de negocio radicalmente distinto el grupo tiene unos precios y unos costes por encima del mercado” y alude a que “la garantía de suministro estable de productos demandada por Mercadona, que exigía un entorno laboral sin conflictos, por otro, ha llevado a un marco de condiciones laborales inflacionado, que no nos permite ser competitivos, en un entorno en el que el precio pasa a ser el eje fundamental”.

Según Cerealto, la evolución de los costes laborales de sus plantas desde el año 2010 ha supuesto “un incremento del 33% frente a una evolución del IPC de un 13%”. Es más, detalla que se incrementó la estructura de costes muy por encima del IPC “con algunas plantas con niveles de absentismo por encima del 15%” mientras sus competidores “simultáneamente han adoptado políticas de contención de costes laborales”, por lo que han ganado “mayor competitividad”.

Para abordar este Plan de Mejora de la Competitividad “de manera dialogada” ha informado de manera personal a sindicatos, comités de empresa y trabajadores de todos los turnos y “de todas sus plantas en España” (ya sólo tiene en Castilla y León) y ha solicitado una Mesa de Diálogo para llegar a un acuerdo conjunto de las medidas a aplicar.

Una negociación bloqueada antes de empezar

La negociación, que ni siquiera ha empezado, puede ser complicada porque cada centro tiene un convenio distinto y la empresa pretende reducirlos a uno. El presidente de Comité de Empresa de Siro Aguilar de Campoó, Alfredo Alonso, avanza que los comités de empresa (uno por cada centro en Venta de Baños, Aguilar y Toro) no se van a sentar a negociar ante lo que consideran “un atraco a mano armada” para restar derechos conquistados a lo largo de estas dos décadas.

De entrada, cuenta Alonso que la empresa fijó no sólo quiénes tenían que componer la mesa de negociación, sino el momento (entre el 2 y el 5 noviembre) y el lugar (un hotel de Valladolid). No hubo esa primera reunión, y está por ver si se produce. El análisis de este trabajador es claro. “Acompañar en el crecimiento a Mercadona nos ha dejado en la ruina. Tuvimos que crecer a la par e hicimos inversiones ruinosas en fabricas no productivas, obsoletas, viejas, y se pusieron a funcionar una inversión que no se podía cubrir”, relata. Como ejemplo pone la compra de una fábrica en Reino Unido, una “inversión horrible” que provoca pérdidas importantes cada mes y que la empresa atribuye “al Brexit”. En esa factoría se producen galletas de snacks y barritas energéticas.

Según el sindicalista se compraron fábricas muy viejas que se modernizaron “sin reparar en si habría un retorno de la inversión” porque Mercadona se lo compraba todo, se pasó de eso a tener un 30% de capacidad productiva. “No podemos competir con nadie”, lamenta. Respecto al incremento de 33% del nivel salarial de que habla Cerealto Siro, García lo tilda de “falso” y pone un ejemplo claro. “Mi primera nómina hace 15 años fue de 1.349 euros y el mes pasado he cobrado 1.264, que me expliquen dónde está esa subida, mentir no ayuda a nadie”, expone.

“Produciendo a pérdida”

Aunque “antes el 93% de la producción era para Mercadona y ahora sólo el 65%”, no le acaban de cuadrar las cifras de pérdidas, en concreto las de 2020, año de la pandemia y el confinamiento en el que aumentó el consumo de galletas y bollería. “Producimos un 35% más de lo presupuestado, y la mitad en tres meses”, asegura. En estos momentos, cuenta Alonso, Cerealto Siro está “produciendo a pérdida” alguno de sus productos que vende a supermercados. “Eso es cortarte la cabeza”, advierte.

Mientras, la empresa quiere eliminar complementos como el de antigüedad e incluso habla de organizar los permisos de paternidad, maternidad y lactancia “impidiendo el uso anómalo de los mismos”, de reducir el plus de festivos o la reducción de jornada a mujeres mayores de 52 años, entre otras posibilidades. La idea es llegar a un acuerdo antes de que acabe el año. En su informe, la empresa apunta que las necesidades de flujo circulante en caja son de 52 millones, para cubrir las necesidades de negocio y cumplir con los compromisos financieros. A 1 de septiembre no se había conseguido esa cantidad “por lo que la situación de tesorería del grupo es muy delicada”. Pero es que además, para los ejercicios siguientes la necesidad de circulante subirá hasta los 155,5 millones en 2023 para hacer frente a las obligaciones financieras.

La intención de Cerealto Siro es “adoptar medidas por la vía del acuerdo intentando que tengan el menor impacto posible”, sin embargo, advierte que si no se actúa con celeridad, “el margen de actuación entre empresa y trabajadores se irá reduciendo hasta que las medidas que se deban adoptar sean producto del colapso o en el mejor de los casos del eventual inversor que establezca sus propias condiciones de entrada en una situación límite”.

Por el momento, uno de sus inversores potenciales ha abandonado la idea. Gullón, la galletera palentina y competidora directa que se planteaba la compra, retiró su oferta no vinculante al entender que la capacidad de las dos compañías en el negocio de las galletas superaría los límites de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC).