Laura Cornejo

21 de agosto de 2021 21:47 h

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Sábado, 14 de agosto. Un monovolumen circula por la N–502 cuando en el kilómetro 39, a la altura de Cepeda La Mora (Ávila), un motorista hace señas al conductor para que se detenga. El coche humea. Ya en el arcén, el conductor comprueba que hay llamas en la parte de abajo. Son las 10:27 horas y llama al 112 pidiendo ayuda. Esa ayuda no llegó hasta 37 minutos después, a las 11:05. Para entonces, había comenzado el incendio más importante de Castilla y León desde 1984 y el más grave de este verano en España. Una semana después, este sábado se ha dado por controlado a las 20.45 horas y se ha bajado a nivel 0 a las 21.00 horas.

Medios del Operativo de lucha contra incendios forestales de la Junta de Castilla y León han estado actuando durante ocho días consecutivos en la extinción del incendio con el apoyo de los medios del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. También se ha contado con la ayuda de los medios de las comunidades autónomas de Madrid, Castilla-La Mancha, Extremadura y Galicia, y con la intervención de la Unidad Militar de Emergencias, que ya se han desmovilizado.

Antes, ese fuego había conseguido arrasar más de 21.000 hectáreas, y ha afectado a una decena de municipios. Navalacruz, Riofrío, Solosancho, Robledillo, Navalmoral de la Sierra, Mengamuñoz... pueblos que se llegaron a ver rodeados por las llamas y que en algunos casos tuvieron que ser evacuados en plena noche.

En el infierno desatado en el Valle de Amblés confluyeron varios factores, más allá de los casuales y los climatológicos. Lo que el fuego ha dejado al descubierto son las carencias y el abandono. La Junta de Castilla y León había decretado, desde el 11 hasta el 16 de agosto, alerta por riesgo de incendios, lo que implicaba prohibiciones y restricciones importantes como hacer barbacoas o usar maquinaria agrícola. Sin embargo, la llamada por el coche en llamas no puso en marcha ningún protocolo especial. En ese momento se actuó igual que si no hubiese alerta: el 112 dio aviso al único parque de bomberos que tiene Ávila, el del Ayuntamiento. La Diputación carece de parques comarcales a pesar de que Ávila tiene más de 250.000 hectáreas de superficie forestal arbolada y de que su orografía es complicada. Pese al riesgo existente, la alerta, y el peligro que supone un coche en llamas en una carretera de doble sentido, el vehículo ardió sin control durante más de media hora. Los bomberos de Ávila cubren los incendios no forestales de toda la provincia. Eso implica dos horas de viaje hasta los puntos más alejados. Lo mismo ocurre con accidentes de tráfico en los que se les requiere para excarcelar cadáveres o heridos. Las víctimas dependen del único parque que hay.

El expresidente de la Diputación de Ávila y actual alcalde, Jesús Sánchez Cabrera, dice que no se pueden pagar parques comarcales con un presupuesto de 60 millones, pero Soria, con 55, tiene 5

La Diputación de Ávila cubre la obligación de prestar servicio de extinción a los municipios de menos de 20.000 habitantes (que en Ávila son casi todos) mediante un convenio con el Ayuntamiento. El de 2021–2024 es de 700.000 euros. La Diputación siempre ha estado en manos del PP. En tres décadas ningún presidente ha apostado por crear un solo parque comarcal. El actual alcalde de Ávila, Jesús Sánchez Cabrera (Por Ávila) que dejó el PP antes de las últimas elecciones para fundar su propio partido, estuvo al frente de la Diputación entre 2015 y 2019, culpa de la situación a la Ley de Financiación de Entidades Locales. “La Diputación de Ávila tiene un presupuesto de 60 millones de euros, y un parque comarcal supone entre tres y medio y cuatro millones al año”, justifica. Su argumento se sostiene a duras penas. Soria, con un presupuesto de 55 millones, tiene cinco parques comarcales.

Eso sí, Sánchez Cabrera asegura que cuando fue presidente de la Diputación, sí empezó a gestar la idea de los parques comarcales, y que su sucesor también está en ello. La idea no ha pasado de ahí: no hay más parque que el municipal. “Bueno, es que se paró todo un poco cuando la Junta de Castilla y León empezó con el Plan Sectorial de los Servicios de Prevención, Extinción de Incendios y Salvamento (SPEIS) de Castilla y León”. Se aprobó en marzo.

Lucía fue una de las personas que pasó por la N–502 y vio el coche ardiendo. Eran las 10:37. “Medios no había ninguno en ese momento, únicamente una furgoneta de conservación de carreteras que creo que pasaba por allí y paró”, recuerda. “Y el 112 no sé qué les diría, pero cuando llamamos a la Guardia Civil sí que preguntó si había riesgo de que el fuego se acercara al monte y les dijimos que justo en ese momento estaba pasando de la carretera a la hierba seca y empezó a haber más humo”. La testigo reconoce que nunca esperó que el incendio alcanzase esa magnitud.

Video cortesía de @luciaaabm

Los bomberos llegaron pasada esa media hora desde Ávila capital. Las llamas ya habían pasado del vehículo al monte. Según explicó el pasado jueves el consejero de Fomento y Medio Ambiente, se actuó de manera “inmediata”. Lo cierto es que no se dio aviso al Servicio Territorial de Medio Ambiente hasta las 10:43, una vez que prendió el pasto. El primer helicóptero de la Junta llegó poco después que los bomberos y realizó hasta 20 descargas de agua. Pero las llamas siguieron devorando todo a su paso. En la madrugada del sábado al domingo hubo que evacuar varios municipios mientras los vecinos de otros lamentaban el abandono y la “mala gestión” que había dejado que el fuego en un coche arrasase tres sierras distintas. “Aquí hemos sufrido un total abandono de las administraciones”, denunciaba Francisco, un vecino de Mengamuñoz. “Tuvimos que hacer el cortafuegos nosotros mientras pasaban coches de la Guardia Civil, bomberos y la UME, imagino que a otras zonas. Han dejado quemarse este trozo de la sierra”, lamentaba.

“Castilla y León está en el tercer mundo en extinción de incendios”

“Los incendios se apagan en invierno”, explica Francisco Javier García. Él forma parte de una de las cuadrillas helitrasportadas con base en el Puerto de El Pico (Ávila), una Brigada de Refuerzo de Incendios Forestales (BRIF) del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Las BRIF son el único dispositivo del Gobierno que trabajan todo el año en las comunidades autónomas, que son quienes tienen en realidad las competencias.

“Castilla y león esta en el tercer mundo en extinción de incendios. Tienen medios aéreos, las ELIF, pero, en el mejor de los casos están seis meses trabajando. También tienen las Romeos, brigadas terrestres que están dos o tres meses, lo que dura la campaña de verano. Es verdad que hay partidas presupuestarias para limpiar el monte, pero no tiran del 100% del dispositivo y quien encuentra algo mejor, se va”, apunta.

García se incorporó el sábado al turno único que tiene la BRIF, de 11 de la mañana a 10 de la noche. Al llegar, todos vieron el humo. se les movilizó a las 11.10. Desde el helicóptero vio el coche incendiado y medios actuando en el flanco derecho, por lo que la técnico de su brigada les indicó que actuasen en el izquierdo. Calcula que en ese momento ya había ardido una hectárea y media.

“Había viento oeste super fuerte, exposición a sol, y vimos que la cosa pintaba fea aunque nunca llegas a imaginar algo así. El combustible de ese fuego fue el piorno serrano, una vegetación pirófita que se aprovecha del fuego para extenderse”, recuerda. La brigada se movió por Mengamuñoz y La Hija de Dios, donde había una explotación ganadera en riesgo que “por suerte” se salvó porque su dueño encerró a tiempo a los animales. También estuvieron en Navalmoral de la Sierra, donde vieron “las consecuencias de la España vaciada”, con fincas arrasadas que hace dos décadas no se hubiesen quemado, porque sus propietarios las mantenían limpias de maleza. Hoy no las cuida nadie.

De las cosas que más impresionaron a García, con más de 20 años de campaña a su espalda, fue la huida de animales salvajes. “Salían del incendio pero al vernos volvían a entrar. Vimos jabalíes, un gato montés, corzos, ciervos...”, afirma. No ha llegado a toparse con animales muertos, porque su trabajo siempre ha sido en el perímetro.

Recuerda como uno de los peores incendios en los que ha trabajado el de Arenas de San Pedro, en 2009. Ardieron 4.700 hectáreas. Ironiza sobre las cifras que dio la Junta de Castilla y León hasta el pasado viernes. El Gobierno autonómico contabilizaba “no menos de 12.000 hectáreas afectadas” aunque el sistema de vigilancia satelital Copernicus apuntó a más de 21.000 y lo justificaba en la existencia de islas, zonas a las que el fuego no llegó. “La Junta tiene helicópteros, algún político ha sobrevolado la zona, y desde ahí se ve que hay islas, sí, pero la más grande es una de una hectárea, donde se refugiaron unas vacas, alguna zona de humedal, pero no se rascan ni 5.000 hectáreas”, asegura.

Ni la extensión ni el impacto del incendio son minimizables. “Ahora mismo hay 30.000 cabezas de ganado que se han quedado sin pasto y animales salvajes sin refugio que acabaran desplazándose a otras zonas, y se creará un problema de superpoblación”, apunta. Un fuego así tiene consecuencias de todo tipo, no solo económicas.

“Tengo pocas esperanzas de que esto mejore, pero está claro que al protocolo hay que darle una vuelta. No puede ser que se queme una casa en un pueblo en la sierra y tengan que ir los bomberos desde Ávila. Y hay que profesionalizar el sector, porque ahora mismo solo lo estamos las BRIF, el resto es gente que trabaja unos meses al año”, reivindica.

El fuego de Navalacruz movilizó al parque de bomberos de Ávila, incluidos los efectivos que estaban de descanso o de vacaciones y que no dudaron en volver. “Queríamos estar todos. Somos de por aquí, ves que se quema tu tierra, los animales...”, comenta uno de ellos a elDiario.es. Hasta ese momento no había estado en un fuego igual. “Tengo compañeros con 40 años de experiencia, que están a punto de jubilarse, y dicen que nunca habían visto algo así”, añade. “Me impresionó mucho lo virulento que era, cambiaba de dirección, te pasaba por encima y no podías hacerte con ello, con tanta fuerza era imposible”.

Apunta a algo más que a la fatalidad. “Se juntó falta de personal, el calor, la gestión política... si hubiesen tenido los deberes hechos no habría pasado esto. Y tiene que servir para solucionar problemas de provincias pequeñas como Ávila”, afirma. Sí ha comprado en estos días cómo se volcó la gente de los pueblos afectados: “Nos venían a preguntar qué necesitábamos, en qué se podía ayudar y venían con palas. Eso te toca cuando estás tan sobrepasado”, reconoce. Ha trabajado en estos días en Navalmoral en San Juan de la Nava, San juan del molinillo y Navarredondilla. Destaca la falta de desbroce de montes. “Hay que contratar bomberos forestales todo el año, hay que invertir el prevención, eso es mirar por el ciudadano”, reclama.

Respecto a la situación de Ávila, con un solo parque para dar cobertura a toda la provincia, asegura todos los efectivos lo viven con frustración, porque no siempre llegan a tiempo, porque un incendio pequeño se hace grande, porque una víctima atrapada en un vehículo puede llegar a pasar horas de angustia hasta que llegan. “Los políticos se tienen que dar cuenta de que hay un problema, y hay que gestionarlo mejor. Se puede enderezar el rumbo”, afirma.

“Se pudo parar”, asegura el alcalde de Navalacruz

El alcalde Navalacruz, Benigno González Casillas (PSOE), vivió el incendio casi desde su inicio. Se acercó a la zona del origen pasadas las 11 “y ya ardían unos 20 metros de monte”. Sobre las 14:00 horas, dice, “estaba casi apagado” y le comentó a otro alcalde de la zona que si pasaba de ahí, ya sería terrible. Pasó del punto que él consideraba peligroso. Y todo se hizo incontrolable. “Es que no hay medios, hay una cantidad de monte que es imposible, los helicópteros echaban agua bien cerca pero el viento casi lo difuminaba. Le dije al delegado territorial que se necesitaban más medios, y dijo que no se podía”, critica.

“Según empezó, se pudo parar, pero hacia calor y viento, y era en monte espeso”, lamenta. “En cuatro horas el fuego avanzó 10 kilómetros, ha sido como la pólvora. Cuando pasa algo así –un fuego en un coche–, tendrán que actuar, sea urbano o forestal, si se hubiese actuado desde el principio, habría sido otra cosa”, señala. González también apunta al estado anímico de los vecinos. El fuego se quedó a 2.000 metros del pueblo. El 50% se ha marchado, y los que quedan no quieren hablar con periodistas, por un incidente “con uno de Telecinco”. Calcula se han perdido 300.000 euros solo en alambradas. Respecto al pasto para los animales, se resuelve, de momento, con solidaridad entre ganaderos, que aportan lo que tienen y que se ha recogido en cuatro o cinco camiones.

No le gusta mencionarlo, pero ante la pregunta no le queda más remedio: sí, su vecino más conocido, Iker Casillas, se acercó a Navalacruz y colaboró haciendo cortafuegos.

Mientras los vecinos de la zona apuntan a la mala gestión, los políticos no han hecho autocrítica. “Actuación inmediata”, “contundencia”, y “diligencia”, repiten. Pero el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, sí ha planteado “una reflexión interna” para contar con más medios que permitan actuar, según él “aún con mayor rapidez”. Pero, pese a que el fuego fue accidental, y según el Gobierno autonómico hubo una actuación correcta, los letrados de la Junta estudian reclamar responsabilidades al conductor del coche siniestrado y a su seguro. Mientras, el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 5 de Ávila ha abierto diligencias en las que también trabaja el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil a través de su servicio de investigación de incendios. Se trata de saber si alguien tuvo la culpa y si pudo evitarse la propagación del fuego que ha carbonizado un perímetro de 130 kilómetros de sierras y valles.