La revista Scientific Reports publica este martes, 15 de febrero, una investigación realizada con restos localizados en el dolmen de El Pendón, Reinoso (Burgos), en los que se ha encontrado el cráneo de una mujer de avanzada edad con dos perforaciones laterales compatibles con cirugías relacionadas con el oído (mastoidectomías).
El hallazgo, a cargo de Manuel Rojo Guerra, catedrático de Prehistoria de la Universidad de Valladolid, y las investigadoras Cristina Tejedor Rodríguez y Sonia Díaz Navarro, identifica la primera cirugía otológica de la humanidad con supervivencia. La publicación acoge también la interpretación médica de los restos bajo la coordinación de los doctores Juan Francisco Pastor, Jaime Santos e Israel Sánchez Lite, también de la Universidad de Valladolid, los análisis histológicos de superficie llevados a cabo por la doctora Rebeca García, de la Universidad de Burgos, así como los análisis traceológicos de la mano de Juan Francisco Gibaja Bao, de la Escuela Española y Arqueología de Roma.
El dolmen de El Pendón ha deparado una ingente cantidad de restos óseos pertenecientes a unos 100 individuos, a falta de documentar un último nivel de enterramientos que aún se hallan sin exhumar. Según las dataciones de Carbono 14, la tumba se utilizó a lo largo de unos 800 años entre el 3.800 y el 3.000 antes de Cristo. El monumento sufrió una serie de reutilizaciones, reagrupamientos y reducciones de cadáveres a lo largo de su vida como tumba que da cuenta del complejo mundo simbólico y ritual que albergan estas monumentales construcciones funerarias.
El artículo de Scientific Reports se centra en el descubrimiento del cráneo de una mujer de avanzada edad que presenta dos perforaciones bilaterales compatibles con sendas mastoidectomías. “Se trataría de intervenciones quirúrgicas que aún se practican en la actualidad destinadas a eliminar infecciones del oído medio del tipo otitis, mastoiditis, colesteatomas…etc”, según señalan los doctores Pastor y Santos.
La clave de que se haya podido certificar la supervivencia de la mujer después de la intervención radica en el análisis histológico de superficie llevado a cabo mediante un microscopio electrónico de barrido que ha podido identificar tanto los efectos de los osteoclastos (células óseas que se encargan de la reabsorción del hueso dañado) como de los osteoblastos, células que se encargan de la regeneración del hueso. Este efecto de reabsorción y regeneración es simultáneo y se detecta por la presencia de pequeñas depresiones (lagunas de Howship) formadas por los osteoclastos en el proceso de “limpieza de las superficies óseas dañadas” y por pequeños montículos de creación de hueso producidos por los osteoblastos“. La presencia de estos dos tipos de estructuras en la preparación microscópica permite asegurar que, al menos durante un mes, la mujer sobrevivió a la intervención quirúrgica”, señala Rebeca García cofirmante del artículo.
Es la primera vez que se utiliza con éxito esta metodología en poblaciones de esta cronología de finales del Neolítico. Hasta ahora sólo se había empleado para detectar regeneraciones óseas en especies fósiles, especialmente en Neandertales. Por tanto, el trabajo servirá, a partir de ahora también, como referencia metodológica en futuros estudios similares.
Este tipo de intervenciones, pese a su antigüedad (5.300 años), debieron haber sido realizadas por auténticos especialistas o personas con ciertos conocimientos anatómicos y/o experiencias terapéuticas acumuladas. En este sentido, el hallazgo en la propia tumba de una lámina de sílex con huellas de haber cortado hueso y haber sido recalentada varias veces a entre 300 y 350º “nos autoriza a proponer su uso como un auténtico cauterio o instrumento quirúrgico para la realización de la operación”.