Las casas blancas no solo están asociadas a los pescadores. También en Castilla y León, tierra de agricultores y ganaderos, hay un barrio que recuerda a los pueblos costeros andaluces. Las casas de Girón no están a orillas del Mediterráneo, sino en la ladera de los campos y el paisaje urbano que caracteriza a Valladolid.
Casi 700 casas blancas se adaptan al Cerro de las Contiendas, una de las escasas elevaciones que existen en Valladolid. Nacido durante los años 50, su nombre se debe al ministro de Trabajo franquista José Antonio Girón.
La idea de Girón era unir los beneficios de la vida rural con los de la vida urbana. Un barrio configurado como un pueblo, en el que se realojó a aquellos que vinieron desde el campo a la ciudad. La economía se basaba en el autoabastecimiento de sus vecinos en una época de posguerra marcada por la escasez. Todas las casas cuentan con un patio que en un principio estaba destinado a las huertas, gallineros espacios para guardar el carbón. Ahora los patios han cambiado: donde antes había carboneras ahora hay un pequeño jardín.
Antiguamente, el barrio estaba alejado del centro urbano de la ciudad, por lo que adquirió un carácter autosuficiente. Al principio ni las calles estaban asfaltadas, eran caminos de barro. No había ningún transporte público y todavía no existían carreteras.
Girón como modelo de 'ciudad jardín'
El barrio fue configurado como una 'ciudad jardín', un modelo nacido en Londres que consiste en la construcción de viviendas de una o dos plantas, un patio y alejadas del centro urbano. Según el arquitecto José Luis Sáinz, experto en urbanismo, la idea principal era crear un barrio con apariencia de pueblo y no un suburbio, ya que “no estaba destinado a los obreros sino a los campesinos”.
Sáinz cree que la configuración como pueblo se debe a un tema ideológico: “La ciudad era donde se envilece a las personas: se bebía vino, no se iba a la Iglesia, se dejaba de lado a la familia. Sin embargo en los pueblos se practicaba la vida sana”.
Aunque Girón se inauguró en 1955, su construcción no acabó hasta los años 60. Las viviendas de la parte más alta del barrio estaban todavía por construir, así que desde la Administración se decidió que en una vivienda cupieran entre dos y tres familias. Esto provocó disputas y enfrentamientos y consagró la mala fama del barrio.
Los primeros inquilinos tuvieron que luchar contra carencias como la falta de luz, agua potable o transporte. Llegar desde el centro de la ciudad al barrio era toda una odisea debido a que solo existían dos puentes para que conectaban los dos lados del río Pisuerga.
Caminar por sus estrechas avenidas es dar con calles de nombres evocadores, desde 'Los Enamorados' a la 'Del Olvido'. Callejuelas y arboledas cuidadas y una pequeña joya urbanística: la plaza Porticada, uno de los lugares más emblemáticos de Girón. En medio de la plaza, la Iglesia de San Pío X, construida con ladrillo, denota cómo el barrio fue creado con la misma configuración que un pequeño pueblo.
Este barrio rezuma historia, la de sus vecinos. Mariano nació en Girón y, 57 años después, sigue aquí. Regenta un quiosco en la Plaza Porticada. Unas bóvedas de cola de pez o espiga forman los soportales de toda la plaza, antes plagada con pequeños comercios: una carnicería, una mercería, zapaterías, panaderías, ultramarinos e incluso tienda de piensos, debido a que casi todos los vecinos tenían animales en sus corrales. “También había un herrero, pero un herrero de los de antes”, comenta Mariano con entusiasmo. Todavía recuerda que cuando el herrero forjaba las herraduras “parecía un verdadero artesano”.
Ahora solo queda un bar y su quiosco. Los comercios fueron cerrando poco a poco, sobre todo a partir de los años 80. Mientras el resto de la ciudad crecía, Girón mermaba. “Todo es culpa de los centros comerciales y los hipermercados”, se queja Mariano. Además, el autobús urbano que conectaba el barrio con el centro Valladolid dejó de parar en la Plaza Porticada, lo que dificulta a la gente llegar hasta allí.
Girón funcionaba de forma independiente y no se relacionaba con el centro de la ciudad. Ángel llegó con 23 años, cuando se casó. Fue bombero y recuerda cómo han cambiado las calles del barrio desde que llegó. “Antes no había asfalto, todo era de barro. Imagínate lo que era ir andando un día de lluvia”. En la plaza Porticada todavía pueden verse restos de las primeras aceras de piedra. En sus inicios y por su fama conflictiva, los taxis evitaban entrar en el barrio.
La iluminación también era escasa. La principal avenida que atraviesa el barrio, la Avenida de los Cerros, tenía un aspecto lúgubre hasta hace unos años. Mariano recuerda las farolas que al principio decoraban la calle, de un “cemento rosáceo”, muy características. Poco a poco esas farolas desaparecieron y las calles fueron adoquinadas.
Los históricos cines Castilla
Si algo caracteriza a este barrio fueron los famosos Cines Castilla. El edificio comenzó como un hogar sindical para ser, posteriormente, unos cines de sesión continua y más tarde hasta una sala dedicada al arte y ensayo. Sin embargo el inmueble languidece con el olvido de institucional.
El actual presidente de la Asociación de Vecinos, Goyo Gómez, afirma que la asociación pidió a la Junta que cediera la parte principal al barrio, ya que los vecinos se “harían cargo de todo”. “Hace 15 años entramos a ver cómo se encontraba. Todo seguía en su sitio, las butacas, los proyectores... Ahora está agujereado hasta el techo”.
Goyo lleva casi veinte años al frente de la Asociación, que presume de ser la primera vecinal de Valladolid. Luchan por mejorar la calidad de vida de sus vecinos, a través de actividades anuales como pintura al óleo, sevillanas o talleres de mantenimiento de la memoria para mayores.
Ahora, tras el deterioro del edificio, son los propios vecinos los que mantienen en pie el edificio. La compañía teatral Corsario ensaya en una parte del antiguo cine desde hace 38 años. Además, han adaptado el espacio para crear un lugar donde mostrar artes escénicas y musicales.
Economía social en Girón
Aunque el barrio haya perdido a la mayoría de sus comercios, algunos apuestan por Girón como foco de acción. Ecogermen es una cooperativa que abrió las puertas de su tienda en 2003. Todo lo que se vende es de proximidad. No hay aguacates traídos de Chile o legumbres importadas desde Canadá. Situada en una esquina de la plaza Elíptica, no para de entrar gente que apuesta por este modelo de negocio.
Las frutas, verduras, leche, aceite, carnes, quesos e incluso productos de cosmética son ecológicos y de comercio justo. Ana es una de las trabajadoras de Ecogermen. Desde hace más de diez años prepara pedidos y trabaja por acercar los productos naturales de la región. “Conocer al proveedor es lo mejor. El cara a cara. Sabemos a quién le estamos dando nuestro dinero”, comenta Ana.
El Ayuntamiento de Valladolid intenta preservar el carácter único del barrio a través del Plan de Reordenación Urbana, que permite ampliar las viviendas hasta 44 m2 útiles para mejorar la accesibilidad o la construcción de garajes o trasteros. No se pueden ampliar en altura ni crear terrazas.
Aunque Girón dé una apariencia envejecida, es evidente la tendencia de los jóvenes por mudarse al barrio. Arquitectos, diseñadores y músicos, como Jesús Cifuentes, ‘Cifu’, cantante del grupo ‘Celtas Cortos’, son algunos de los vecinos que se mezclan entre casas blancas, pórticos y calles empedradas en un barrio ya integrado dentro de la ciudad, como un modelo autárquico con alta calidad de vida.