Valladolid abre al fin su fosa común más grande, de la que espera recuperar al menos a 160 personas
“El brazo izquierdo de 19 está sobre la pierna izquierda de 20. Y la pierna izquierda de 19 está encima del brazo izquierdo de 20”. Así se trabaja desde este miércoles en el cementerio de El Carmen de Valladolid para localizar los restos de decenas de personas asesinadas en la guerra civil. La Asociación para la Memoria Histórica de Valladolid (ARMHVa) ha empezado las exhumaciones de la fosa común más grande de la provincia de la que se tiene constancia.
Esperan encontrar al menos a 166 víctimas de la guerra civil, que habrían sido asesinadas tras juicios sumarios entre diciembre de 1936 y junio de 1938, como un guardia civil republicano de Euskadi que fue fusilado en 1938. Se sospecha que puede haber más restos enterrados, porque los esqueletos de algunas personas no presentan signos de violencia compatibles con un fusilamiento, y además están autopsiados, con el cortes en el cráneo, y que podrían corresponder con personas fallecidas en el psiquiátrico de aquellos años, ubicado en un ala del Monasterio de Nuestra Señora de Prado (hoy Consejería de Cultura del gobierno autonómico).
Aunque las víctimas estaban juntas debajo del panteón erigido por UGT y PSOE en los años ochenta, se trata de tres fosas comunes que durante la guerra civil se identificaron como las fosas 5, 6 y 7. Lo que todavía se desconoce es qué espacio corresponde a cada una de las fosas. “Esos seis de ahí podrían ser de Alaejos o de Zaratán”, explica el portavoz de la asociación memorialista, Julio del Olmo. La asociación espera que el trabajo arqueológico vaya mostrando esa gradación en las fosas y eso les permita identificar cada una de las fosas y diferenciar los grupos, ya que individualizar los restos no es factible porque los familiares cercanos ya fallecieron.
En total, se trata de un espacio de 19 metros de largo por unos 2,40 de ancho; con fosas de 1,50 metros de profundidad separadas por estrechos pasillos. Con los años, la fosa común terminó siendo un osario, con cientos de huesos humanos por encima: se han retirado unos 600 kilos de huesos procedentes de las reducciones. Los primeros restos se enterraron a unos 50 centímetros de la superficie, aunque después se usó el espacio como osario y se acordonó como un espacio que PSOE y UGT dedicaron “a todas las víctimas”.
A lo largo de los meses, estas fosas se abrían y cerraban, así que las víctimas están en varios niveles: echaban a los fusilados y ponían una capa de tierra o cal. Los restos blanquecinos todavía acompañan a los huesos de las víctimas. Los trabajos durarán unos tres meses y el trabajo será “lo más minucioso posible”. “Eso nos va a servir para saber a qué personas estamos sacando. Ya que se hace después de 80 años y se ha esperado a que murieran los hijos para hacer estos trabajos... por lo menos que el trabajo se haga de la forma más científica posible”, plantea este arqueólogo. Se ha contratado a tres arqueólogos y a una antropóloga forense para que levanten los restos, porque con voluntarios sería “imposible”.
Entre diciembre de 1936 y junio de 1938 se realizó una “limpieza ideológica” en Valladolid entre juicios sumarios y asesinatos extrajudiciales. “Van pueblo a pueblo de la provincia, en función de su importancia. Tenemos sentencias como la de Tiedra, donde fueron fusiladas diez personas. Algo parecido sucedió en Laguna de Duero, Tudela de Duero... Son fusilamientos donde se concentran personas del mismo pueblo”, explica Del Olmo, arqueólogo.
Las excavaciones se paralizaron el pasado mes de mayo por la burocracia administrativa: la Junta de Castilla y León tardó meses en tramitar la autorización y los fondos del Gobierno no llegaban. La organización colocó una lona geotextil por encima para proteger los restos, que ya estaban al descubierto.
El gobierno autonómico permitió finalmente el levantamiento de los restos poco después de que la ARMHVa decidiera paralizar los trabajos, pero seguían sin financiación. Al final, la asociación financiará las exhumaciones “como pueda”, “con recursos propios y ajenos que se aportan a la asociación”, mientras esperan los 60.000 euros que ha aprobado el Gobierno. Si no lo arrancaban ahora, lo hubieran tenido que dejar para dentro de 6 o 7 meses. “No conviene que pase tanto tiempo sin realizar las exhumaciones por el deterioro: el frío, la humedad, la lluvia... deteriora los restos. Aunque solo tengamos la aprobación, estamos realizando el trabajo”, explica Julio del Olmo.
El Archivo Militar de Ferrol ha sido la principal fuente de información para la ARMH de Valladolid, que lleva dos décadas trabajando en recuperar la memoria y dignidad de las víctimas de la guerra civil. Además, han recuperado algunas cartas manuscritas de despedida de varios presos republicanos. Un recluso consiguió llevárselas consigo cuando fue puesto en libertad, aunque años después fue detenido y las cartas, interceptadas. Ese hecho, que le costó otros dos años de cárcel, ha permitido que la asociación memorialista consultara décadas después los informes judiciales y las misivas originales.
Desde la asociación lamentan la falta de interés político en estas exhumaciones. “Un medio de comunicación publicó todos los nombres y un buscador de esas víctimas y no mucha gente nos ha escrito. Creí que íbamos a tener más familiares que se pudieran poner en contacto porque sabemos con toda precisión que esas 166 personas están ahí. Solo hay un alcalde, el de Alaejos, que nos llamó para preguntar. Ni un otro alcalde se ha puesto en contacto con nosotros, aunque les hemos escrito. Esa es la realidad”, lamenta Del Olmo.
Varios miembros de la asociación comentan la oportunidad que se presenta estos meses para que profesores de Instituto de la capital vallisoletana lleven a sus alumnos a ver los trabajos de exhumación que se están realizando y se les explique el contexto histórico en el que sucedieron estos asesinatos extrajudiciales y juicios sumarios, al igual que en otros países europeos como Bélgica o Alemania.
Las diez fosas comunes del cementerio de Valladolid
El cementerio de Valladolid tiene diez grandes fosas comunes, de las que todavía faltan por localizarse las tres primeras, que se abrieron justo cuando se inició el golpe de estado y la guerra civil. Las cinco primeras estaban en un cruce de caminos y no fueron afectadas por enterramientos posteriores, salvo un panteón que levantó parte de una fosa. Se inhumaron los huesos de 247 personas, que ahora descansan en el memorial.
En esta ocasión, al empezar a excavar, los arqueólogos dieron con un osario: “Pero no desistimos y seguimos cavando y hemos encontrado a las personas”. Todavía faltan tres fosas, que estarían por el cuadro 46, si los cálculos de la asociación son correctos. De encontrar estas tres fosas, serán las últimas que exhume la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Valladolid: no constan más tumbas de víctimas en la provincia.
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