El único hospital de campaña que montó Castilla y León durante la pandemia bloqueó el ingreso a dependientes

Laura Cornejo

25 de julio de 2020 22:11 h

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La Consejería de Sanidad de la Junta de Castilla y León bloqueó el acceso a dependientes en el único hospital de campaña que montó en el pico de la pandemia COVID-19 y que estaba en Valladolid. En las poco más de tres semanas que permaneció abierto -desde el 1 al 26 de abril- recibió a tan sólo 43 pacientes, y fue así porque los criterios de admisión excluían a cualquier persona con problemas de movilidad, de incontinencia o de demencia. Así lo recoge el documento 'Procedimiento de acceso al hospital de convalecencia de la Feria de Muestras Valladolid (Centro Covva)' y con fecha de 31 de marzo al que ha tenido acceso elDiario.es.

Tal y como refleja el escrito, que firma el director general de Planificación y Asistencia Sanitaria, Alfonso Montero, el 'Hospital de la Feria' se puso en marcha por el “crecimiento exponencial” de pacientes infectados en Castilla y León en esas fechas y ante el “incremento del índice de ocupación en plantas de hospitalización” por la ocupación de enfermos de COVID-19. Lo que se buscaba era que hubiese mayor rotación de camas.

En ese momento, Castilla y León se encontraba con hospitales colapsados o al borde de estarlo, con provincias, como Soria y Segovia, en donde no se podía atender a los enfermos debido a la baja infraestructura sanitaria con la que cuentan. Después de reclamar al Ministerio de Defensa un hospital de campaña en Segovia, que se montó en cuestión de días dada la complicada situación, la Consejería de Sanidad rechazó su uso “porque no tenía médicos ni equipación”. La Junta anunció que montaría un hospital en la Feria de Valladolid en una operación que trataba de emular al “hospital milagro” que montó la Comunidad de Madrid en Ifema.

Esa pequeña réplica del Hospital de Ifema en Valladolid tan sólo contaba con 200 camas, ampliables a 300 para atender “casos leves”, pero incluso para esos casos leves había vetos. Lo que se deduce es que el centro hospitalario de campaña no contaba con equipos técnicos ni humanos para atender a los enfermos y que ese objetivo de rotación para descargar a los hospitales difícilmente podía alcanzarse. La enfermedad es especialmente grave en pacientes dependientes y de edad superior a los 65 años y estos eran los que abundaban en la mayoría de los hospitales.

Ancianos de residencias: sólo asintomáticos y no dependientes

“El Hospital de Convalecencia se configura como un recurso para pacientes que requieren seguimiento especializado en régimen de internamiento, con criterios de baja complejidad y necesidad de cuidados mínimos o intermedios”, dice el documento. Así, se establecieron unos criterios de ingreso. En los de “obligado cumplimiento” figuran el de ser un enfermo de COVID-19 que estuviese ingresado en un hospital de Castilla y León, con una situación clínica estable (con una evolución radiológica satisfactoria, con una saturación de oxígeno superior al 92% y con una necesidad de cuidados mínimos o intermedios entre otros).

Pero, además, había un criterio para “paciente hospitalizado y que reside en una residencia de ancianos”, un colectivo al que ya se había restringido duramente el acceso a centros hospitalarios, tal y como reveló elDiario.es. En este caso, el anciano debía ser “asintomático o con buen estado clínico”, “independiente para las actividades de la vida diaria” y que hubiese una “imposibilidad de regresar a su residencia hasta negativizar el virus” - esto hace referencia a los centros donde no era posible mantener plantas covid o su tratamiento no era posible-, en el caso de que la residencia tuviese zonas de aislamiento, la persona mayor regresaba a esta.

En los criterios de exclusión, el apartado más amplio, están la alteración del nivel de conciencia inferior a 15 en la escala Glasgow, que fuese un “paciente dependiente para las actividades de la vida diaria”, que tuviese problemas de alimentación, limitación de movilidad y cita textualmente “que no pueda subir un escalón, levantarse de la cama o utilizar el servicio autónomamente”, incontinencia urinaria o fecal, demencia o enfermedad de Alzheimer, agitación psicomotriz, pacientes inmunodeprimidos o trasplantados, comorbilidad que precise control estricto o polimedicación compleja o pacientes “terminales”. En negrita se apunta además que no eran susceptibles de admisión “pacientes derivados directamente desde urgencias ni desde el domicilio o centro sociosanitario”. Así, los pacientes de las residencias de ancianos tenían especialmente difícil tener una asistencia hospitalaria las 24 horas: a la mayoría se los trató en los propios centros, donde han fallecido, hasta el momento, más de 1.700.