“No vamos a dar volantazos ahora”, sentencia un alto cargo del Govern, tras recordar que Pere Aragonès se ha destacado más como president por mantener su línea que por dar grandes sorpresas. Y eso que en esta legislatura, a la que le quedan 14 meses a todo estirar, ha pasado casi de todo. De la pandemia a la sequía y de la excarcelación de los presos independentistas a la ruptura de la coalición con Junts.
Aragonès ha ido lidiando con ello, con mayor o menor soltura, pero sabe que su futuro político, y sobre todo el de su partido, se juega en el año que acaba de empezar. Un 2024 en el que espera recoger los frutos de la negociación con el Gobierno de Pedro Sánchez y que estos le ayuden en las próximas elecciones ante un Salvador Illa al que las encuestas sonríen.
La receta del equipo de Aragonès para los próximos meses pasa por tres ámbitos: financiación de la Generalitat, Rodalies y catalán, junto a la continuidad de la mesa de diálogo. Precisamente, los grandes temas que aparecieron en la última reunión con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, la semana antes de Navidad. El clima de aquel encuentro fue muy bueno, destacan en el Palau: “Llevamos prácticamente cinco años teniendo una relación fluida. Para lo bueno y para lo malo, nos conocemos”, destacan.
En ese ambiente afable, los presidentes fijaron tres reuniones para el primer trimestre del año que serán de capital importancia para los de ERC. El pasado martes, la consellera de Territorio y el ministro de Transportes se vieron con la cuestión de Rodalies como gran tema en la agenda. “Habrá traspaso”, prometen en el Govern, cosa que ya creen que pueden apuntarse como triunfo. A la vez que reconocen que el año que le queda a la legislatura no puede dar para que los usuarios de la castigada infraestructura lleguen a percibir mejoras.
Más complicada será la reunión entre las responsables de economía del Gobierno central y de la Generalitat. ERC aspira a negociar lo que ellos llaman una “financiación singular” para Catalunya. En este punto también afirman que María Jesús Montero es una negociadora difícil. Pero Sánchez ha señalado, tanto en público como en privado, que está dispuesto a hablar del tema de la financiación de la Generalitat si eso sirve para que el independentismo postergue la eterna demanda de la autodeterminación.
Aragonès no deja de citar el referéndum en todas y cada una de sus comparecencias. Y así tiene previsto que sea mientras esté en la presidencia. Pero, a diferencia de lo que era un consenso del independentismo hace unos años, él ya no desdeña el nudo de la financiación autonómica. La etiqueta de “singular” es en realidad un forma de referirse a una negociación bilateral con Montero, pero en el Govern ya dan por descontado que cualquier mejora que se logre para Catalunya, si se logra, no tardaría en extenderse al resto de comunidades de régimen común. Un peaje aceptable si Aragonès puede ir a las siguientes elecciones presumiendo de haber acabado con una parte del llamado “déficit fiscal”.
Según se acerca el fin de la legislatura, todo el mundo en el Palau comienza a darle importancia a la pregunta sobre qué balance de legislatura va a poder exhibir el primer president de ERC de la democracia. El equipo de comunicación tiene un documento en el que figuran más de 50 medidas ya en vigor. En esa lista hay de todo, desde el récord de profesores y médicos contratados a las cifras del paro, pasando por el programa de reparto de material de higiene menstrual.
El president suele tirar de esa lista cuando la oposición en el Parlament hurga en la herida de su soledad. Desde la salida de Junts del Govern, en octubre de 2022, Aragonès ha sufrido en cada pleno de la Cámara catalana, donde tiene 33 de 135 diputados. El PSC, con los mismos asientos pero más votos, carga contra un Govern al que ve inoperante, sin liderazgo e incapaz de solucionar los problemas de gestión de la Generalitat. Junts tiene una posición tan o más beligerante en todos los frentes y trata de competir con los socialistas por ser la oposición más dura al Govern del que formaron parte.
Pese a la soledad parlamentaria, que le hace perder a ERC votaciones una y otra vez (perdió el 60% en el último debate de política general), el Govern consiguió sacar adelante los últimos presupuestos, gracias al PSC y los comuns.
“Hemos aprobado nuevas cuentas cada año y mucho tendría que torcerse para que no saquemos las de 2024”, aseguran desde el Ejecutivo catalán. En ERC están convencidos de que el PSC no puede rechazar su proyecto económico y a la vez pedir sus votos en el Congreso para los Presupuestos Generales del Estado. En el PSC remarcan su autonomía y advierten que es mejor que el Govern se centre en negociar que en plantear cambalaches.
La percepción en el círculo de Aragonès es que el trabajo de gestión del Ejecutivo es bueno, pero también que luce poco. “Hay mucha gente desconectada de la política y esto es algo que nos preocupa”, explica otro de los miembros del equipo de Presidencia. Las encuestas muestran el despiste de muchos ciudadanos, no ya sobre las medidas que se toman, sino incluso sobre qué partidos forman parte del gobierno autonómico.
El Govern está muy atento a esas encuestas, como también a los trackings de intención de voto. Durante el pasado verano y el inicio del otoño, las cosas pintaron muy mal para ERC, con un PSC que había tomado la clara delantera y un bloque independentista que no sumaba mayoría. El Centre d'Estudis d'Opinió arrojó un sondeo demoledor para Aragonès y hubo nervios. Pero, tras la investidura de Sánchez y la aceptación de la amnistía por parte del PSOE, los socialistas catalanes frenaron su ascenso. Y en el Palau se respiró.
Ganar las próximas autonómicas es el objetivo principal, pero también un hito que unos días parece posible para ERC y, otros, inalcanzable. El segundo mejor objetivo para los republicanos es quedar por detrás del PSC en votos pero poder sumar una mayoría suficiente para la investidura, exactamente igual que ocurrió en 2021. Pero para eso es necesario que el independentismo vuelva a tener mayoría, algo que ahora mismo no está asegurado, según las encuestas.
Otra de las cuestiones que generan nervios en el Palau es que se hable de Oriol Junqueras como posible candidato de ERC a la presidencia. “Con un president en el cargo con opciones de reelección, este debate es disfuncional para cualquier partido”, afirman en el círculo de Aragonès. Pero, mientras tanto, Junqueras no niega la posibilidad de liderar la lista republicana si su partido se lo reclama. “Este debate se resolverá y no tardará demasiado”, pronostican en el Palau, que creen que ERC acabará designando a Aragonès como candidato antes de que el debate llegue a hacerle daño como candidato.
Las cartas con las que el president quiere enfrentarse a la próxima campaña están sobre la mesa y, en buena parte, dependen de que los acuerdos con Sánchez se vayan concretando. En el horizonte más cercano, unas elecciones europeas en las que cuentan con que Carles Puigdemont puede volver a ganar y obtener ventaja. Además, no se creen los mensajes que llegan desde el círculo del líder de Junts sobre su rechazo a volver a postularse para el cargo, siempre y cuando la amnistía ya se aplique. Si esto ocurre, pronostican en el Govern, la campaña será aún más ajustada con hasta tres candidatos con buenos números de salida.