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La ayahuasca quiere dejar de ser (solo) cosa de chamanes

Pol Pareja

Girona —

A las puertas de la Conferencia Mundial de la Ayahuasca, un indígena ataviado con plumas y con la cara pintada ofrece inhalar un poco de rapé, un preparado de tabaco, plantas y ceniza de árboles que te ayuda a concentrarte. Al menos es lo que asegura José de Lima Kaxinawá, representante del pueblo Hunikuin del Estado de Acre, en Brasil. A pocos metros de ahí, tres congresistas con traje charlan en inglés sobre un estudio que analiza las propiedades del MDMA para tratar el estrés postraumático.

Las dos almas que integran el mundo de la ayahuasca se reúnen este fin de semana en Girona, en lo que supone el encuentro más grande celebrado nunca dedicado a esta sustancia. Hasta 1.500 personas -la entrada diaria cuesta 100 euros- pasarán por el Palau de Congresos para escuchar las charlas y conferencias de más de 60 expertos en la materia: desde médicos y psiquiatras pasando por exploradores, chamanes y representantes indígenas.

La ayahuasca es un preparado de plantas amazónicas que juega un papel central en las prácticas chamánicas de al menos 70 grupos étnicos del Amazonas. La sustancia está asociada a religiones indígenas de Brasil, Bolivia y Perú, aunque también se consume tradicionalmente en otros países como Colombia, Paraguay, Ecuador y Venezuela.

El preparado se bebe durante un ritual y ofrece a sus consumidores un viaje interior no exento de curvas. “Nadie se va de fiesta tras tomar ayahuasca”, explica Esteban Kutzwor, psicoterapeuta y consumidor semanal de esta sustancia. “No es nada placentero, te conecta con tu sufrimiento y tus problemas y sueles vomitar cada vez que la tomas”.

En un mundo cada vez más globalizado, el interés por la ayahuasca no deja de aumentar. Los asistentes a este congreso se han doblado respecto a la anterior edición, celebrada en 2016 en Brasil. Cada vez hay más ofertas para acudir a retiros en el campo a tomar ayahuasca y cada vez abunda más la desinformación sobre este preparado, cuyo auge es comparado por algunos con el del yoga hace unos años. “La ayahuasca no es un medicamento ni lo cura todo”, señala Benjamin de Loenen, director y fundador de ICEERS, la organización internacional dedicada a las plantas psicoactivas que organiza el evento. “La información sobre la sustancia está ahora mismo muy polarizada”.

Loenen se refiere a los dos discursos que imperan sobre la ayahuasca. Unos dicen que es una droga maldita que te puede hacer pasar un mal viaje y volverte loco. Otros la conciben como una sustancia sanadora que soluciona todo tipo de depresiones, adicciones y problemas personales. “Lo que intentamos hacer aquí es crear narrativas basadas en evidencias para contrarrestar los prejuicios que hay”, sostenía el viernes en Girona.

Durante los tres días que dura el Congreso, los expertos discutirán en mesas redondas y conferencias sobre los nuevos hallazgos relacionados con los tratamientos de depresión y estrés postraumático con ayahuasca, sus efectos terapéuticos ante el trastorno bipolar así como las buenas prácticas requeridas para su consumo. También se abordará la investigación de esta sustancia en Estados Unidos, sus desafíos regulatorios y los efectos que tiene en las comunidades indígenas el llamado “turismo de ayahuasca”, consistente en viajar a la Amazonia para consumir la sustancia.

El “renacer psicodélico”

“Hace 15 años nunca habríamos imaginado que estaríamos ante esta situación”, explica José Carlos Bouso, psicólogo, doctor en Farmacología e investigador de la ayahuasca. “Hay un boom en la investigación de las sustancias psicoactivas para tratar los problemas de salud mental”. Según este investigador, el MDMA será dentro de poco un fármaco de prescripción para tratar el estrés postraumático y la psilocibina (uno de los principios activos de las setas alucinógenas) se usará contra la depresión. También señala el “potencial terapéutico” que puede tener este preparado amazónico en el tratamiento de drogodependencias.

Bouso publicó en el Journal of Psychoactive Drugs un estudio el pasado febrero junto a otros investigadores en el que, tras entrevistar a más de 300 consumidores de ayahuasca, concluía que más del 50% de los usuarios habían eliminado o reducido el uso de ansiolíticos, analgésicos y antidepresivos. “Lo concluido no es que la ayahuasca sea la causa de buena salud en términos generales”, precisa, “pero sí que puede integrarse como herramienta de autocuidado”.

¿La ciencia debería sustituir entonces el chamanismo que rodea esta sustancia? Bouso cree que una cosa no es incompatible con la otra. “No se puede aislar la ayahuasca de su contexto cultural”, prosigue. “Es como aislar la hostia de la eucaristía”. Todas las personas entrevistadas el viernes coincidían en la importancia de “respetar la perspectiva indígena” a la hora de consumirla.

Según explica Bouso, el aumento del interés por la ayahuasca tiene su orígen en la pérdida de los vínculos comunitarios y en el aumento de la soledad en nuestra sociedad. “A parte de las razones espirituales, la ayahuasca siempre se ha tomado como herramienta de cohesión social entre los indígenas”, apunta este psicólogo. “La soledad es un problema de salud y la ayahuasca facilita el estrechamiento de vínculos con tu comunidad”.

Una sustancia en el limbo jurídico

La ayahuasca no está prohibida en España, pero tampoco expresamente permitida. La sustancia se mueve en un limbo legal que ha conllevado decenas de casos judiciales por incautaciones de la sustancia porque contiene DMT, un alcaloide que sí está expresamente prohibido en la Lista 1 de la Convención de la ONU sobre Sustancias Psicotrópicas.

El resultado es que España es el país con más incidentes legales relacionados con la importación y el uso ceremonial de la ayahuasca durante los últimos años. Tampoco se puede saber cuántos españoles la consumen porque no está incluida en el informe del Plan Nacional de Drogas, que la considera una “droga emergente” a pesar de que llegó a nuestro país hace más de 40 años.

La otra cara de la moneda es la investigación científica. Catalunya es una de las zonas punteras en investigación con sustancias psicoactivas junto a Brasil y, en lugares com el Hospital Sant Pau de Barcelona, se investiga desde hace más de 15 años con estas drogas. “España fue uno de los primeros países de Europa en los que llegó la ayahuasca”, explica Bouso, que durante años trabajó como investigador en el Instituto de Investigación Biomédica IIB-Sant Pau, de Barcelona.

¿Y los peligros de esta sustancia? “El principal peligro es tomarla sin ningún control o mezclarla con otras drogas”, señala Esteban Kutzwor, el psicoterapeuta. “Nadie ha tenido nunca una sobredosis de ayahuasca y no se ha demostrado que cree abstinencia”.

Benjamin de Loenen, el organizador del congreso, cree que la falta de regulación permite que haya “falsos chamanes” que llevan a cabo estos rituales para lucrarse, ignorando las precauciones que se deben tomar. “Es imprescindible hacer una preselección exhaustiva, descartando a los consumidores que puedan tener problemas cardíacos, de epilepsia o de esquizofrenia”, apunta este belga que reside en Barcelona. “Si tu expectativa es pasarlo bien, lo vas a pasar realmente mal”.