Antonio López López, controvertido empresario de la Barcelona del siglo XIX que construyó su fortuna sobre el negocio de la trata de esclavos, dejará de tener un monumento a su memoria en el centro de la ciudad. El Ayuntamiento retirará el 4 de marzo la estatua que se erige en la plaza que lleva su mismo nombre, ubicada en la Via Laietana.
El Gobierno de Ada Colau argumento recientemente que iban a retirarla en diciembre, pero que la Junta Electoral les advirtió de que podía tratarse de un acto de propaganda. Al final, Barcelona en Comú cumplirá su promesa electoral el próximo sábado: “La ciudad no puede homenajear a una persona de estas características, tan directamente vinculada al esclavismo”, ha proclamado el teniente de alcalde Gerardo Pisarello.
La retirada del monumento, que se trasladará al Centro de Colecciones del Museu d’Història de Barcelona (Muhba), llega en pleno proceso participativo para cambiar el nombre de la plaza, también dedicado a Antonio López López. El municipio aprobó que pasara a denominarse plaza de las Bullangues, en recuerdo de los levantamientos populares y disturbios acaecidos en la ciudad entre 1835 y 1843, pero el nombre está paralizado al registrarse una petición de consulta pública para que se le otorgue otro nombre: plaza Idrissa Diallo, el joven migrante que murió en el CIE de la Zona Franca en 2012. Esta campaña la impulsan ‘Tanquem els CIE’ y la productora Metromuster, que ahora están en la fase de recogida de firmas.
A cambio de la estatua, se inauguraran el 4 de la marzo en la plaza dos paneles informativos. Uno de ellos sobre los disturbios de las Bullangues; el otro, sobre la historia de la plaza. “Recordará la figura que había y lo que ha supuesto el esclavismo, para que la retirada de la estatua no suponga perder la memoria de este espacio”, ha manifestado la concejal del distrito de Ciutat Vella, Gala Pin.
La estatua se había mantenido en esa ubicación desde que se inauguró en 1884. Solo en 1936 fue derribada en rechazo a lo que suponía el ensalzamiento de un negrero, pero después de la Guerra Civil fue restaurada y plantada de nuevo en su sitio.
Antonio López López, que fue el primer presidente del Banco Hispano-Colonial y nombrado marqués de Comillas, se enriqueció participando en el tráfico de esclavos desde África a Cuba. De vuelta a la capital catalana, invirtió en varios proyectos empresariales, entre ellos una naviliera que permitía seguir participando en el tráfico de esclavos. Todo ello teniendo en cuentra que se trataba de un negocio prohibido desde 1820 en España.