Semana de alto voltaje antifranquista en Barcelona. El 40º aniversario de la muerte del dictador no ha pasado inadvertido por el consistorio de la capital catalana, que además de sumarse a los actos de condena por los hechos que tuvieron lugar durante la Guerra Civil y la dictadura, ha tomado cartas en el asunto. El gobierno de la alcaldesa Ada Colau se ha involucrado en dos procesos jurídicos; uno persigue a los pilotos italianos que bombardearon Barcelona, y el otro busca condenar al Estado como “continuador legítimo” del régimen franquista.
En esta última querella, instruida en el juzgado número 1 de Buenos Aires por la jueza María Servini, se señala directamente a Felipe VI y Juan Carlos I e incluso a Mariano Rajoy, en tanto que representantes del Estado. En la otra querella, presentada por la asociación AltraItàlia, el Ayuntamiento se persona como parte perjudicada. Entre el 13 de febrero de 1937 y 1939 se lanzaron un millón de kilos de bombas sobre la ciudad, que tuvieron consecuencias devastadoras: cerca de 5.000 muertos y 1.800 edificios destruidos en Barcelona.
Una de las zonas más icónicas de esa masacre es la plaza de Sant Felip Neri, hoy uno de los rincones más íntimos y mágicos de Barcelona y, sin ninguna duda, el que mayor dolor alberga entre sus paredes. Todavía en la fachada de la Iglesia se pueden observar los restos de uno de los bombardeos más brutales que dejó la Guerra Civil en el territorio español y que acabaría arrasando toda la zona, incluyendo una guardería infantil. En ese ataque, perpetrado a las 9 de la mañana de un 30 de enero de 1938, los historiadores contabilizan 153 muertos, la mayoría de ellos niños.
“Estamos en tiempo de bombardeos y también hemos de recordar los de Barcelona. El tiempo no borra la responsabilidad de quien lo ha cometido”, dijo el teniente de alcalde de Derechos de Ciudadanía, Participación y Transparencia, Jaume Asens, ideólogo de la iniciativa. De hecho, Asens, ya antes de sumarse a Barcelona en Comú y siendo impulsor de la Comisión de Defensa de los Derechos de la Persona del Colegio de la Abogacía de Barcelona, había instruido múltiples procesos en pro de la memoria antifranquista.
Representantes de ERC y la CUP acompañaron a Asens en la rueda de prensa, mostrando su apoyo a la iniciativa. Un día más tarde, en la Comisión de Presidencia, Derechos de Ciudadanía, Participación y Seguridad y Prevención, todos los grupos a excepción del PP, que protagonizó un encontronazo con los ediles de BComú, condenaron la dictadura franquista en una declaración institucional.
Cuando el terror vino del cielo
Cuando el terror vino del cieloLos bombardeos que sufrió Barcelona son los protagonistas del otro proceso jurídico que apoya el Ayuntamiento. En este caso, la querella la impulsa la Asociación AltraItalia, que aglutina a los italianos antifascistas que viven en Catalunya, y que apunta directamente a 21 pilotos italianos, algunos todavía vivos. Estos pilotos cumplían las directrices del general Vincenzo Velardi, jefe de la Aviazione Legionaria, que la noche del 16 de marzo de 1938 recibió las órdenes directas de Mussolini de aterrorizar a la población barcelonesa.
Entre las 22.08h. del 16 y las 15.19h. del 18 de marzo de 1938 se desplegaron los ataques aéreos más duros que sufrió Barcelona. Un infierno que duró 41 horas y que supuso 12 ataques masivos y el lanzamiento indiscriminado de 44 toneladas de bombas sobre la población civil barcelonesa. Este nuevo tipo de técnica de guerra –conocida como bombardeo por saturación—, traumatizó toda la ciudad y convirtió Barcelona en uno de los primeros escenarios de la historia en bombardeos sobre la población civil, tras la ciudad de Gernika, atacada un año antes, el 26 de abril de 1937.
Catalunya fue uno de los territorios más castigados por la nueva técnica bélica adoptada por la aviación italiana y se contabilizan al menos 7.400 víctimas mortales, es decir, el 70% del total de muertes provocadas por ataques aéreos que se registraron en el conjunto de España. Y la mayoría de ellos los sufrió Barcelona, que todavía conserva muchos de los refugios antiaéreos de la época.
La tradición antifranquista de Colau
La tradición antifranquista de ColauLa vinculación del equipo de Barcelona en Comú con la tradición republicana no es nueva. “Nuestra candidatura quiere demostrar que se puede hacer política de una manera diferente. Pero no se puede hacer un proyecto de regeneración sin memoria”, decía Colau en uno de los actos de campaña en La Canadenca, icono de la lucha obrera, que remite a una de las huelgas pacíficas más importantes de la primera parte del siglo XX, que en febrero de 1919 paralizó Barcelona y buena parte de la industria del país.
Precisamente ese día, el equipo de Colau presentaba dos nombres que cerrarían la lista y que aportaban “memoria” a la candidatura, el historiador Josep Fontana y la luchadora antifranquista Maria Salvo (Sabadell, 1920), que fue brutalmente represaliada tras 16 años en cárceles de Barcelona, Madrid y Segovia. Una represión en la que sufrió palizas en la Dirección General de Seguridad, ubicada en la Puerta del Sol madrileña, que después le impidieron ser madre.
La nueva apuesta de Colau para las generales sigue la misma estrategia. El cabeza de lista es el historiador Xavi Domènech; mientras que al final de la papelta figurará el presidente de la Asociación de Ex Presos Políticos de Catalunya, Enric Pubill (Barcelona, 1930). El primero fue el encargado de revisar los símbolos y los nombres de las calles de Barcelona, con el principal objetivo de reducir la presencia de nombres borbónicos. De hecho, entre sus primeras decisiones destaca la polémica retirada del busto del Rey Juan Carlos de la sala del pleno del consistorio barcelonés.
Por su parte, Pubill es una de las víctimas directas del régimen que sigue con vida, y un habitual de las listas de ICV, su partido de referencia tras su paso por el PSUC. Entre su amplio abanico de crudas anécdotas, Pubill suele recordar la brutalidad de los hermanos Creix. El escritor Manuel Vázquez Montalbán —que también sufrió la 'amabilidad' de los Creix—, los definió como unos “profesionales de la humillación”. Los hermanos torturarían a un gran número de luchadores republicanos, sindicalistas e intelectuales como Joan Oliver, Miguel Núñez, Joan Comorera, Gregorio López Raimundo o al propio Pubill.