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“Barcelona en Comú nos tumba reivindicaciones en el pleno que hace cinco meses nos unían en la calle”

La entrada de la CUP-Capgirem en el Ayuntamiento de Barcelona quiere seguir la estela del trabajo de los tres diputados que hicieron girar a la izquierda el Parlament de Catalunya durante la pasada legislatura. Maria Rovira (Barcelona, 1988), la concejala más joven del consistorio, reflexiona en esta entrevista sobre las trabas burocráticas de la maquinaria municipal y apuesta por mantener encendida la llama de las reivindicaciones vecinales como principal motor de cambio. Crítica con “el continuismo” de las políticas de Barcelona en Comú, descarta el apoyo de la CUP a ningún gobierno de estabilidad, ante la posibilidad de la incorporación del PSC y ERC.

¿Qué balance hace la CUP de estos cinco meses en el Ayuntamiento de Barcelona?

Barcelona es un mundo aparte. No se puede comparar a otros municipios donde la CUP ya había tenido presencia. La burocracia y el propio funcionamiento de los órganos de toma de decisiones no permiten una participación real de los vecinos. Y es ahora cuando confirmamos que medidas aprobadas en comisiones o plenos, si no tienen una fórmula jurídica asociada a aquellas proposiciones, no tienen por qué llevarse a cabo.

¿Qué puede hacer un grupo municipal como la CUP para transformar la institución?

Debemos tener claro que Barcelona es una ciudad con 10 distritos con una situación socioeconómica y una realidad vecinal diferente en cada uno de ellos. Pero en cambio, la actividad política principal pasa alrededor Ayuntamiento y no tanto en las diferentes sedes de distrito. Nosotros creemos que las competencias que tienen los distritos son limitadísimas. Hay que descentralizar la casa grande.

¿El Ayuntamiento también sería Matrix, como describía el David Fernández?

Sí, en el sentido de que Matrix es una manera de funcionar que nosotros no compartimos. Ni nos permite participar, ni se toman decisiones que se deban implementar. Una estructura totalmente jerarquizada.

Participó en la creación y consolidación de la Trobada Popular Municipalista (TPM), que finalmente terminó con Barcelona en Comú y la CUP concurriendo por separado. ¿Qué conclusiones extrae pasado un tiempo?Trobada Popular Municipalista (TPM)

Pensamos que no nos equivocamos tomando la decisión de presentarnos como CUP-Capgirem Barcelona. En ningún caso fue un error, es necesario que existamos y que estemos presentes en los diferentes barrios. Ahora, déjame decir que los diferentes grupos de trabajo que se crearon continúan vigentes y trabajando. No sólo centrados en posicionamientos, sino que continúan trabajando para aglutinar diferentes sectores en cada ámbito.

¿Cómo veis ahora algunos de los que fueron compañeros de viaje vuestros en aquellas reuniones? Es decir, el gobierno de Barcelona en Comú y de Ada Colau.

Hemos corroborado la tesis de que teníamos: si tú no tienes una mayoría social fuerte en la calle, la institución burguesa actual no te permite hacer ninguna transformación de tu entorno. BComú ha chocado con una institución que no le permite sacar adelante aquellas voluntades que vayan en beneficio de la mayoría social trabajadora. Ha chocado con los lobbies empresariales y con la articulación de la administración: desmenuzada a nivel de competencias.

¿Cree que es por una cuestión de voluntad política o porque la maquinaria municipal limita mucho la acción política?

O no se han visto capaces o no han querido cambiar este modelo que era de lo que todas las trabajadoras y vecinas nos quejábamos. Reivindicaciones históricas no se han tenido en cuenta, y por lo tanto, ha habido un cierto continuismo. Por eso creemos que somos necesarios, hay que recordar a BComú que debe mantenerse fiel a lo que habían venido a hacer: mejorar las condiciones materiales de la clase trabajadora de Barcelona. Esto no se está haciendo.

Pero usted misma admite que la institución tiene límites...

Sí, pero hay un punto de falta de voluntad política. Voluntad política entendida como valentía, creer en lo que haces y creer que lo estás haciendo por la mayoría social. Y, después, hay un punto, obviamente, de cómo la maquinaria municipal te impida hacer cosas. Uno de los ejes principales de BComú era la participación, precisamente una de las áreas menos desarrollada. Esto nos inquieta y nos sorprende. No hemos palpado en cinco meses ningún indicio de que habrá una participación real.

Se ha decidido hacer el pleno itinerante o consultar a la ciudadanía entrar o no al AMI...

Se ha dicho, pero no se ha hecho. Se han arrancado estos procesos, pero con otros grupos. Con nosotros no han hablado. En cualquier caso, me refería más bien de cara a los Consejos de Barrio o de Distrito, por ejemplo. En cada área se invitan aquellas entidades que tradicionalmente han tenido una incidencia con la institución, y no se tienen en cuenta muchos de los movimientos populares emergentes.

¿Cuál es pues la relación entre el equipo de Barcelona en Comú y la CUP?

Ninguna en especial, por ahora. Más allá sintonías personales, echamos en falta una comunicación mucho más fluida. Nos gustaría poder llegar a acuerdos con más facilidad e ir todos a una. Buena parte de las propuestas que presentamos, como el otro día en el pleno con la propuesta sobre el CADCI, acaban con abstención o bien nos niegan el apoyo. BComú nos tumba en el pleno las reivindicaciones que hace cinco meses nos unían a la calle. Y hablo de medidas de participación, de feminismo o de servicios sociales... Esto nos deja en una situación de alerta. Y cada vez de una manera más acelerada, vemos una distancia ideológica más grande con el gobierno.

Entre los movimientos sociales y vecinales hay quien habla del riesgo que BComú s'iniciativice, en alusió a ICV...

Ya lo está. Si miramos la estructura de cargos públicos que gestiona la ciudad, como institutos o gerencias, encontramos gente que proviene de ICV. Barcelona en Comú está, ya, totalmente iniciativitzada.

Aún así, hay medidas como en la moratoria hotelera, donde se han ha encontrado.

Se está planteando un nuevo modelo de turismo en Barcelona. Se han hecho estudios donde se demuestra que cada vez la percepción de las vecinas en cuanto al turismo es peor. Era evidente, sobre todo para los vecinos de las zonas con más turismo de la ciudad, que había que detener la construcción de hoteles. Había que detener un modelo de la ciudad neoliberal, de generar el máximo beneficio, explotando al máximo la ciudad, independientemente de las consecuencias. Hemos conseguido tocar los privilegios del modelo neoliberal. Ahora no nos podemos echar atrás. La moratoria se mantendrá a pesar de que haya una oposición firme. Esto no es una relación de igualdad, unos tenemos la política y los demás unos privilegios económicos que no son los de la gran mayoría social de Barcelona. Creemos que BComú se debe mantener firme y trabajamos para que haga medidas realmente rupturistas.

¿Hasta qué punto es nueva política que un concejal de la CUP se alce en medio del pleno y lance billetes del Monopoly?

Entendemos que la comunicación no sólo se basa en la comunicación verbal. Cuando estamos debatiendo o cuando estamos en un espacio de deliberación política enseñamos imágenes, llevamos documentación. O, si es necesario, nos sentamos en el suelo, como lo hacemos nosotros en las asambleas. No creemos que tengamos que cambiar de actitud en el Ayuntamiento. No es más o menos relevante, sólo otra manera de entender la comunicación política. Nosotros siempre hemos intentado explicar el discurso que hay detrás de cada actuación. Y, por ejemplo, lo que hizo Josep Garganté a raíz de los juegos olímpicos es ipecable. Más grave es que quedan sin aplicación medidas que se aprueban los plenos.

¿Qué haría la CUP ante una hipotética entrada en el gobierno de ERC, PSC o de ambos?

Nos ha sorprendido todo. La verdad es que pensábamos que sería después de las elecciones del 27 de septiembre cuando ERC y PSC entrarían al gobierno. En el día a día del Ayuntamiento vamos viendo algunas tiradas de caña por parte de ERC y PSC a BComú. ¿Cómo lo vemos? Pues de producirse sería la garantía de que estamos ante un gobierno continuista y que, por tanto, será mucho más difícil hacer política rupturista.

Hay una forma de impedirlo. Entrando vosotros al gobierno. En ERC lo verían con buenos ojos. ¿Os lo habéis planteado?

La verdad es que no. La CUP no entrará a formar parte del gobierno municipal de Barcelona. Ni tampoco apoyaremos pactos de estabilidad establecidos en despachos a cambio de ciertas contrapartidas.

Pero en su momento hicisteis un voto de confianza a Colau. ¿Qué diferencia aquella votación de investidura con la que hoy distancia a la CUP y a Mas en el Parlament?

Nosotros hicimos un voto a favor y dos votos nulos, pero básicamente porque Ada Colau no representa ni corrupción, ni el modelo capitalista ni patriarcal en su máxima expresión, como es el caso de Mas. Es una persona que viene de los movimientos populares, que conocía la calle y que nosotros entendíamos que le teníamos que dar ese voto de confianza. Tenía un pasado que en ningún caso era contradictorio con nuestro modelo de entender el sistema.