Del duro revés en las elecciones municipales del 24 de mayo a un posible cargo a corto plazo en el Ayuntamiento de Barcelona. El PSC de Jaume Collboni (Barcelona, 1969) quiere aprovechar “la extrema debilidad” del gobierno de Ada Colau para recuperar la relevancia perdida en la capital catalana que fue, durante décadas, uno de los principales feudos del socialismo. En esta conversación con Catalunya Plural, Collboni explica su apuesta por una coalición de izquierdas en el Consistorio y cuáles serían las líneas rojas que no estarían dispuestos a cruzar. Ante la posibilidad de que Esquerra también se incorporara al Ejecutivo, el PSC se aviene con una condición: que los republicanos acepten dejar en un cajón el debate independentista en Barcelona.
Hoy el PSC sólo tiene cuatro concejales y es quinta fuerza en una ciudad en la que habían sido siempre opción de gobierno. ¿Cómo lo llevan?
Es evidente que no es lo mismo estar en el gobierno que en la oposición. Pero ya lo estábamos en el mandato pasado y ya hemos hecho autocrítica. En cuanto al número de concejales, sobre el papel pensábamos que podía ser más difícil, pero con la práctica del día a día hemos visto cómo de útiles pueden llegar a ser cuatro concejales en un escenario tan fragmentado. Estamos trabajando para desarrollar el nuestro programa político. Y, en ocasiones, lo estamos consiguiendo.
No han hecho una valoración, como partido, de los primeros 100 días de Colau. ¿Se anima?
Ha pasado desapercibido, pero consideramos que ante la excepcionalidad del momento, y que el gobierno era muy nuevo, era necesario más margen para hacer un balance. No sé si lo haremos a los 200 o 250 días, ya veremos. Pero el PSC yo personalmente nos sientimos un poco decepcionados. El fracaso de las ordenanzas fiscales ejemplifican bien el rumbo de este gobierno. Más allá de las declaraciones, de la oratoria y de los símbolos -que yo creo que ahí se han pasado de frenada- no vemos cambios reales de ciudad.
Han apoyado a Colau en su apuesta por revertir el superávit en políticas sociales, pero también bloqueado las ordenanzas fiscales. ¿Por qué?revertir el superávitpero también bloqueado las ordenanzas fiscales
En la primera negociación, la del superávit, hubo un diálogo de verdad. Y, por lo tanto, el resultado final es coherente con un programa de izquierdas. En cambio, el debate ha brillado por su ausencia en la propuesta sobre las ordenanzas fiscales. No se ha debatido en profundidad. Y, de hecho, eran más propias de una propuesta de CiU y PP que de un gobierno de izquierdas. Aquí no nos encontrarán.
¿Qué proponen para aprobarlas?
La fiscalidad es un instrumento de primer orden para hacer políticas de transformación. Es uno de los rasgos de identidad más claros del modelo político. Y, sintiéndolo mucho, pero la propuesta que nos presenta Colau es más propia de un gobierno conservador. Si se quiere implantar un salario mínimo garantizado se necesitan más recursos públicos, no menos. Y con estas ordenanzas saldrían menos recursos públicos. El PSC nunca apoyará unas ordenanzas que rebajen la presión fiscal de las capas más altas de la ciudad. Ante la desigualdad, es necesario que las ordenanzas sean progresivas. A las rentas más altas hay que subirles los impuestos. Sin complejos.
En cambio, se suman a Ciutadans, como en el pleno del viernes, a la hora de poner palos en las ruedas a la moratoria hotelera de Colau...como en el pleno del viernes
No es así. Los palos en las ruedas se los impone Colau a sí misma cuando impulsa una moratoria indiscriminada. Cuando empieza la casa por el tejado. La moratoria debería ser la consecuencia de un análisis riguroso del impacto del turismo. El gobierno tiene que reconocer que se ha equivocado, por la vía de los hechos o de las palabras. Y, de paso, poner en marcha un Plan Estratégico de ciudad. No se puede decir que se someterá a la mayoría del plenario debates como el de los símbolos, si luego no haces caso del plenario cuando, casi todas las fuerzas, piden una rectificación en la moratoria.
Ustedes en campaña eran muy críticos con el turismo masivo...
Y lo seguimos siendo. Hay ciudades que se dejan la piel para tener turismo, que nosotros entendemos que debe ser un factor clave de desarrollo. Carmena en Madrid es un buen ejemplo. Nosotros votamos en contra del Plan de Usos de Ciutat Vella de CiU-PP. Era el modelo de barra libre neoliberal que no nos gusta. Ahora bien, entre ese modelo y la moratoria que difiende Colau hay margen. La mayoría de progreso que predomina en el Ayuntamiento de Barcelona se debe aprovechar para impulsar políticas que corrijan el modelo anterior, pero que consensue el nuevo. Pero no se está haciendo.
¿Cómo están las negociaciones para entrar en el gobierno?
Soy partidario de una coalición de izquierdas en Barcelona. Lo hemos dicho desde el día de la investidura. Si hay tres fuerzas que pueden sumar, con nosotros se puede contar. Ya hicimos un voto de confianza a la alcaldesa en su investidura. Entonces entendíamos que era un grupo nuevo y había que darles tiempo. De hecho, no podíamos esperar que después de llamarnos casta durante la campaña, a los pocos días, se prestasen a hacer gobierno con nosotros. Ahora ya ha pasado un tiempo y seguimos esperando.
¿A qué esperan?
En primer lugar que la señora Colau, que ahora ha entrado en campaña, se siente a negociar. Evidentemente, un contexto electoral, lo ralentiza todo. Cuesta tejer puentes y seguramente no se quiere escuchar todo lo que el PSC puede aportar a la gobernabilidad.
¿Qué pueden aportar?
Más allá de la aritmética, que no es poco, el PSC puede aportar conocimiento de la institución. Es urgente complementar la tarea de un gobierno que, como estamos viendo, es extremadamente débil. Y no sólo por una cuestión aritmética, sino también por el profundo desconocimiento del terreno que tiene. Una buena prueba de que aportamos experiencia es que altos cargos del gobierno vienen del PSC o son del PSC. ¡Con carnet y todo, eh! Tenemos militantes nuestros trabajando y no pasa nada. También seríamos útiles en lo que se refiere a la conexión con sectores económicos de la ciudad. No me refiero ni a grandes empresas ni a poderes peligrosos, como se tiende a decir desde el gobierno. Simplemente con pequeños restauradores o empresarios. Colau no genera inquietud no a los lobbies, sino al pequeño comercio. La economía más micro, la de a pie de calle, tiene dificultades en entenderse con el actual equipo de gobierno.
También Esquerra Republicana podría entrar. ¿Eso supone un problema para el PSC?
No. Nosotros podemos coincidir con ERC en muchos aspectos. Lo demostramos en los plenos y, de hecho, lo demuestra nuestra historia: hemos gobernado la ciudad juntos. Ahora bien, es evidente que en el momento que esta el país, todo lo que tiene que ver con el independentismo para nosotros no es asumible.
¿Dejar la independencia al margen sería una de sus condiciones?
Sí, y pienso que es una condición muy razonable. Es evidente que es un punto en el que no nos ponemos de acuerdo. Nosotros no pensamos que la solución a los problemas de la gente sea la independencia, mientras que ERC sí, y BComú... Bueno, BComú depende de con quien hables. Si es un elemento que separa y distancia y que, además, no tiene que ver con la gestión directa de la ciudad, creo que hay que dejarlo al margen. Esto no quiere decir que, cuando sea necesario, cada partido se posicione según su programa.
Pero la gente les castigó en las urnas. ¿Entendería ahora la ciudadanía un PSC en el gobierno?
Es objetivamente cierto que el PSC ha perdido la confianza en la ciudad. O, como mínimo, así lo reflejó el 24 de mayo. Sin embargo, después hemos visto, en los resultados de las autonómicas, como hemos recuperado el nivel de los 100.000 votos, que para nosotros era una línea roja. A partir de aquí, en el contexto político que vivimos, sacar la calculadora para saber que te conviene más o menos no tiene demasiado sentido. Nosotros, yo al menos, soy incapaz de calcular si en términos electorales es mejor o peor que estemos dentro o fuera del gobierno.
¿Su peor problema, como candidato y ahora como concejal, es que es del PSC, una marca a la baja?
No lo diría así. Hay mucho que hacer, es evidente, pero el PSC y el PSOE, como se verá en estas elecciones generales, seguirá siendo la primera fuerza en España de la izquierda. Esto significa tener mucha responsabilidad, y en Catalunya creo que recuperaremos bastante terreno. Hay cambios que ya se han empezado a hacer, con Pedro Sánchez al frente. Ha sido crítico, como lo había sido yo mismo, en asuntos como la modificación exprés de la Constitución. Creo que hay elementos de rectificación evidentes, sin olvidar que somos un partido socialdemócrata, y no podemos hacer política de trinchera. Ahora estoy más tranquilo: Como Pablo Iglesias dice que es socialdemócrata me estoy reconciliado con la socialdemocracia... [rie]
¿Qué cree que aporta la nueva política a la izquierda tradicional?
Es muy importante el aporte que ha hecho la nueva política. Sobre todo en términos de transparencia, de elección directa de cargos, primarias, etc. De formas, en definitiva. Como hacer la política más a pie de calle. Esto se debe reconocer. Ahora, también es interesante observar la fusión entre la lógica de la nueva política y el activismo con la lógica institucional. Es muy interesante ver como aquellos que estaban fuera de las instituciones, una vez entran, moderan algunas críticas. Y como se desvanecen algunos prejuicios que tenían respecto a la política tradicional. Al final gobernar es administrar contradicciones. Y gestionar la complejidad de una ciudad y las contradicciones, es incompatible con el purismo ideológico. Creo que las fuerzas emergentes están en un proceso de maduración que es muy interesante y que ayuda a la confluencia de la socialdemocracia.
La CUP dice que BComú se está iniciativizando. ¿Usted ve diferencias entre ICV y BComú?iniciativizando
Supongo que la CUP y yo entendemos cosas diferentes por iniciativizarse. A ICV se le nota que ha gobernado aunque no sean los protagonistas del gobierno de Colau. Algunos de ellos, como Janet Sanz o Laia Ortiz, no habían estado en el gobierno, pero hay un bagaje, un ADN, que es muy compartido con nosotros. Y eso se nota en la praxis política. Y lo digo en positivo. En cuanto al resto de concejales, depende. Hay gente muy cualificada y muy potente, y hay gente que yo a veces me pregunto si saben dónde se han metido.
¿Por quién lo dice?
No diré nombres. Pero vaya, no es muy normal que después de solo unos meses de haber empezado tengas que marchar. Y eso que están en el gobierno, no en un grupo político. Ha ocurrido con un concejal, pero ha habido especulaciones con más casos. No es muy normal tener como prioridad tu ciudad y, a la mínima, abandonar el barco. Yo no sacrificaría nunca miembros del nuevo gobierno, cuando hace cinco meses que he arrancado. Es legítimo, y yo no lo criticaré, pero no me parece una conducta de nueva política.