Radiografía de la criminalidad en Barcelona: los hurtos veraniegos en los barrios del centro disparan la tasa de delitos
La inseguridad en Barcelona se ha convertido en uno de los temas estrella de este verano. El aumento de los robos y la amplia cobertura en los medios ha generado una sensación de inseguridad inédita en la ciudad. Pero, ¿las cifras corroboran esta percepción? ¿Qué características de la delincuencia arrojan los datos sobre seguridad en Barcelona?
Para entender las claves del aumento de la criminalidad, resulta útil observar qué distritos están sufriendo un aumento mayor de robos con fuerza o violencia. Ciutat Vella, la zona más céntrica y que concentra el mayor número de lugares de interés turístico, es el distrito donde más crece este tipo de delitos, que prácticamente se doblan desde 2016, el año más seguro de la década.
Junto al centro aparece Sant Martí, un distrito muy extenso y que comprende, de forma dispersa, algunos de los puntos negros para la seguridad, como las zonas de ocio nocturno y el barrio del Maresme, con algunos puntos de venta de drogas. Por debajo de estos dos se sitúa el Eixample que, en menor medida que Ciutat Vella, concentra buena parte del turismo que visita la ciudad.
El primer dato que indica que la criminalidad en Barcelona está muy ligada a la llegada de visitantes es la evolución de los delitos mes a mes. En la siguiente gráfica se observa cómo los delitos se disparan en verano en prácticamente todos los distritos, pero fundamentalmente en el centro, Ciutat Vella y Eixample.
Para radiografiar la criminalidad en la ciudad hemos utilizado dos bases de datos: el registro de delitos de los Mossos d'Esquadra desde 2011, para poder comparar la evolución de número y tipos de denuncias mes a mes, y los datos del registro del Ministerio del Interior, para poder comparar Barcelona con otras ciudades fuera de Catalunya.
De la información recopilada por los Mossos, lo primero que llama la atención es que, efectivamente, la delincuencia contra el patrimonio (robos y hurtos, principalmente) ha crecido mucho en los últimos años, hasta alcanzar cifras de récord en el primer semestre de 2019. El inicio de este repunte fue el verano de 2017, cuando el agregado de delitos contra el patrimonio superó por primera vez el récord, que hasta entonces ostentaba el año 2011. A partir de entonces, cada año superó al anterior en denuncias.
Las cifras totales de criminalidad han crecido hasta niveles récord, pero eso no quiere decir que todos los delitos crezcan de la misma forma. De hecho, si se observa la evolución de delitos violentos -los que tienen que ver con el robo con violencia e intimidación, robo con fuerza o robo con fuerza en el vehículo- las cifras han subido pero están lejos de alcanzar los récords de principios de la década.
Lo que la siguiente gráfica muestra con nitidez es un pronunciado descenso de todos los tipos de robo en los años centrales de la década, sobre todo 2015 y 2016, en el que las denuncias por atracos en la calle cayeron casi a la mitad, desde los picos de 1.400 casos mensuales de 2012 y 2013, a los 700 y 800 incidentes mensuales que se registraban cuatro años después. Este último año, sin embargo, vuelve a situarse por encima de los 1.200 casos y tocando los 1.300 algunos meses.
Si no fueron los robos violentos, ¿qué delitos han estirado el índice de criminalidad en Barcelona hasta llevarlo a batir récords? La clave está en los hurtos menores, que se han disparado y no paran de batir récords desde hace dos veranos. Las denuncias por este delito pasaron de 8.300 en abril de 2017 a las 12.000 de abril de este año. Hay que tener en cuenta que la reforma del Código Penal de 2015 eliminó las faltas, lo que convirtió todos los hurtos en delitos leves. Pero, tal como se ve en la gráfica, esto no tuvo apenas repercusión en la estadística.
Pese a que el hurto sea el delito que dispara la estadística, la gran preocupación de los Mossos d'Esquadra son los robos violentos. La peligrosidad de estos delitos para la integridad física y la libertad de los ciudadanos, unido a la sensación de temor que infunden en la población, hacen que tanto el atraco como la entrada en los domicilios sean una absoluta prioridad para la policía catalana.
Además, aunque las cifras sean más moderadas que en el caso de los hurtos, la comparación entre regiones policiales indica que el robo con fuerza, violencia o intimidación está repuntando con mucha más velocidad en la ciudad de Barcelona que en el conjunto de Catalunya. Tomando como referencia el año 2015, uno de los más seguros de la década, en la capital los robos han subido cerca del 37%, mientras en el conjunto de la comunidad el aumento no llega al 10%. Si se excluye Barcelona, prácticamente todos los territorios de Catalunya son hoy más seguros que en 2012 y 2013, en lo que a robos con fuerza se refiere.
¿Qué hay de la comparación entre Barcelona y otras ciudades? En el siguiente cuadro se muestra la situación de diferentes municipios españoles en dos escalas: cuanto más arriba, más robos con fuerza por habitante, mientras que la posición en el eje horizontal indica si su índice de criminalidad ha crecido o disminuido. El lugar que ocupa Barcelona revela que es de lejos la ciudad de España que tiene más delitos de este tipo, con 1.335 por cada 100.000 habitantes, y además que es una de las grandes urbes en la que más han aumentado. El gráfico no tiene en cuenta los 15,8 millones de visitantes que visitaron la capital catalana en 2018.
En el gráfico anterior, las únicas ciudades comparables con Barcelona en índice de criminalidad son localidades como Lloret de Mar o Sant Adrià del Besòs, ambas en Catalunya, las murcianas Mazarrón y San Javier, las valencianas Torrevieja y la mallorquina Calvià. ¿Hay algún denominador común entre todas ellas? Con la excepción de Sant Adrià, donde hay un problema específico de marginalidad y venta de drogas en la zona de la Mina, todas las demás son ciudades costeras que atraen mucho turismo.