Pape Diop se dirige, como cada mañana en los últimos años, al metro Besós Mar; la boca más cercana en su barrio, donde viven la mayoría de sus compañeros también dedicados a la venta ambulante. A diferencia de estos últimos tiempos, el hombro de Pape no está coronado por una manta llena de productos que intentará vender en las Ramblas de Barcelona y sus alrededores, foco del top manta en los meses de temporada baja. Ahora la manta la ha substituido por un bolígrafo, al menos durante unas horas: muchas tardes sigue saliendo a vender si no le alcanza con las dietas del proyecto.
Pape lleva seis meses acudiendo a clases de cooperativismo para poner en marcha Diomcoop (diom, en idioma wólof, de Senegal, significa “fuerza interior”), una empresa cooperativa impulsada por 15 vendedores ambulantes con el apoyo del Ayuntamiento de Barcelona y que espera dar cobijo en total a 30 migrantes subsaharianos en los próximos meses.
La estrategia de la cooperativa de manteros es hasta el momento la más exitosa –por número de beneficiados– del paquete de medidas del consistorio para subsanar la crisis con la venta ambulante en Barcelona; el pasado mes de agosto el Ayuntamiento también anunció 40 nuevas plazas de trabajo para manteros, entre Mercabarna y otros espacios. Entidades de apoyo a los vendedores denunciaron que tan sólo cuatro personas habían podido beneficiarse de estos planes.
Los números siguen siendo confusos pues, tal y como denunció el Síndic de Greuges de Catalunya hace unos días, en un claro tirón de orejas a las administraciones, “no hay datos sobre el fenómeno del top manta”.
Pape, que cuenta con seis años ya en Barcelona, forma parte del grupo impulsor de una cooperativa que estará capitaneada por Fatou Mbaye, también miembro –como Pape– del Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes. “Allí dentro no están como sindicato, sólo son trabajadores que fuera hacen su vida política”, aclaran desde el mismo Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes.
Los dos han mantenido reuniones los últimos meses con más de cien entidades para construir los cimientos de Diomcoop, que se dedicará a asesorar a vendedores para que puedan conseguir licencias y puedan participar en mercados y eventos de la ciudad.
Esta fue una de las primeras ideas que sobrevoló al grupo impulsor, y sin ni siquiera salir del barrio: tras diversos encuentros con entidades como el Casal del Barrio Besós –también con el Col·lectiu Ronda o el Grup ECOS– la cooperativa supo que uno de los servicios que ofrecería sería espacios para la venta de productos de proximidad, comercio justo o artesanía. De momento se han cerrado acuerdos con el mercado de Fleedonia, el Flea Market, el Rastro de la Virgen, el Mercado de Segunda mano de Sants o el trastero de Can Ricard.
La cooperativa de vendedores ambulantes ha sido, junto a los planes de ocupación, la gran apuesta del Ayuntamiento de Barcelona para hacer frente a la crisis de la venta ambulante en la ciudad, que el verano pasado se saldó en multas y detenciones; una de ellas ya ha acabado en condena a cinco años de cárcel.
Los planes del consistorio beben de algunas experiencias de otras ciudades respecto a la gestión del top manta. El modelo más alabado por el Gobierno Colau sigue siendo el de Vancouver, que acabó promocionando un bazar para vendedores, una opción que –según fuentes cercanas a la cooperativa– ha sobrevolado las reuniones de las últimas semanas pero que fuentes municipales todavía no confirman.
“¿Ex manteros?”
En su día uno de los portavoces del Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes, Aziz Faye, consideró la cooperativa del Ayuntamiento de Barcelona como un “primer paso”. Este jueves, el sindicato ha vuelto a apoyar que “quince de sus compañeros tengan contrato” pero, según han comunicado a este diario, siguen separando su participación en los planes del consistorio de la lucha en la calle por la falta de respuestas institucionales para todos los manteros.“De momento diecinueve [quince de la cooperativa y cuatro en Mercabarna] han salido de la calle, ¿pero el resto qué?”.
Hace unos meses, con el objetivo precisamente de seguir sus reivindicaciones en la calle y además promocionar la cultura negra, los vendedores anunciaron una cooperativa propia, que sigue en construcción a la espera de encontrar local. La idea se mantiene hoy ante el anuncio del consistorio pues, según comenta el sindicato, ya cuando se presentaron las bases de la cooperativa en agosto del 2016, acto seguido aumentó la represión policial en la ciudad.
“Nos preocupa que ahora limpien la calle: cada vez que hablan de soluciones para manteros, luego llenan de policías las calles para hacer creer que el conflicto está resuelto”. Además, el sindicato teme que la cooperativa, con múltiples manteros participando de planes del Ayuntamiento, justifique ahora la idea de “manteros buenos y malos, en base a los que participan o no de los planes de Colau”.
Algunos sectores del colectivo, los que siguen considerando los planes como un “modelo Trias” para desarticular al colectivo como movimiento político, aseguran que “la cooperativa intentó dividirlos y que no la aceptarán sin más”. “¿Ahora ya nos venden como ex manteros? No somos ex manteros, la mayoría seguimos en la manta. Verás el verano”, destacan fuentes del Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes.