Hablar con el antropólogo Jordi Ficapal (Barcelona, 1962) es disfrutar de una radiografía rigurosa y equilibrada sobre la cara y la cruz del turismo. Según el director del Observatorio de Turismo Responsable (OTR) de la Facultad de Turismo y Dirección Hotelera San Ignacio (Universitat Ramon Llull), hay que poner en contexto los beneficios económicos de este fenómeno y analizar a fondo el balance entre los impactos positivos y los negativos. Hablamos con él sobre la necesidad de incorporar las humanidades en la evaluación del turismo, sobre un modelo sostenible y ponemos el foco en la gestión que ha hecho últimamente Barcelona. Planes de Usos, gentrificación, mobbing inmobiliario y moratoria hotelera centran la conversación.
Desde el activismo vecinal se suele ver el turismo como un fenómeno con toda clase de riesgos asociados. Desde el sector turístico, todo son ventajas. Usted que es un experto, díganos, ¿quién tiene razón?
El turismo no es una industria sin humo. Tiene elementos que impactan positivamente en la sociedad y, a la vez, tiene otros descontrolados que pueden convertirse en un verdadero problema. A mí me gusta utilizar un proverbio polinesio, que nos viene a decir que el turismo es como el fuego: te puede ayudar a cocinar, pero si no lo vigilas puede quemarte la casa.
¿Hemos quemado muchas casas?
Depende de dónde y cuándo. Es evidente que el turismo ha sido un motor de desarrollo económico, social y cultural y, en muchos casos, puede revertir en la protección del patrimonio. Pero igualmente le puedo decir que los atractivos turísticos pueden convertirse en toda una amenaza para las propias comunidades residentes.
¿Cómo encontramos el equilibrio?
Este es el gran reto que tenemos por delante. Nosotros, desde el Observatorio de Turismo Responsable (OTR) estamos trabajando en la línea de buscar fuentes de valor público en el turismo más allá de los meramente económicos. La narrativa del valor económico es insuficiente para explicar el turismo. No nos sirve para valorar la relación de cargas y beneficios que la actividad genera sobre una comunidad concreta. Desde la Organización Mundial del Turismo (OMT), uno de los referentes en la materia, nos hemos pasado mucho tiempo diciendo simplemente que el turismo enriquece. Vale, enriquece. Pero, ¿por qué nunca hemos ido a mirar exactamente qué tipo de riqueza y empleo genera?
Desde el movimiento vecinal de Barcelona se critica que el empleo que genera el turismo es, mayoritariamente, precario...
Sí, en múltiples ocasiones lo es, como también hay elementos claramente positivos. Hay muchas fugas en esta generación de riqueza y empleo. Habría que plantear en términos de sociedad si esta generación de valor económico es discutible en algunos aspectos. En cambio, no hemos dedicado ni esfuerzos, ni metodología, ni inteligencia a medir con precisión cuáles son realmente estos impactos económicos positivos. ¿Justifican los impactos negativos? ¿O los hemos inflado?
¿Usted que cree?
Estamos demasiado concentrados en el crecimiento de PIB o en la Renta del Capital. Los indicadores económicos nos tapan los ojos ante lo que nos debe importar realmente: Los términos cualitativos. ¿Qué impacto tiene el turismo sobre la educación? ¿Y sobre la cultura? Ni lo contemplamos. Nos hemos vuelto más conscientes de nuestros derechos, y lo que queremos es que se nos explique de manera más justa los beneficios del turismo. Como dice Marta Nusbang en Por qué la democracia necesita las humanidades, nos hemos centrado tanto en la generación de capacidades técnicas para encajar en un sistema preestablecido, que nos hemos reducido al homo economicus. Debemos buscar nuevos indicadores de eficiencia social, como el incremento de oferta cultural, o el patrimonio puesto en valor. Hoy por hoy, es evidente que el relato turístico peca de economicista y obvia los indicadores sociales.
¿Es optimista en la relación del turismo y Barcelona?
Soy optimista, sí. A pesar de las fricciones importantes que ha sufrido la ciudad, los gobiernos, el anterior y el actual, cada uno con sus especificidades, han optado por implementar políticas públicas que aseguren una mejor distribución de los beneficios del turismo.
Quizás en Ciutat Vella o en la Barceloneta se hubiera podido hacer más en etapas anteriores...
Sí, seguro, pero son cosas que ya vienen desde 2010, con el Plan Estratégico de Turismo de Barcelona, del 2010 al 2015. Ya entonces se decía que tenían que vigilar algunos excesos. El problema es que la implementación de estas medidas son lentas. Ahora bien, conflictos como el de la Barceloneta hacen evidente que el ritmo en que se estaba trabajando no era adecuado. Y parte de la ciudadanía ya nos decía que era insuficiente.
La revisión del Plan de Usos de Ciutat Vella, sellado entre CiU y PP, echaba por tierra el trabajo realizado por la ex concejal Itziar González. ¿Desde el poder político hay responsables de haber inflado la burbuja turística?
El Plan de usos de Ciutat Vella de 2010 era interesante y bien orientado a minimizar el impacto del turismo. Pero también tenía problemas, que estallan en 2012. Toda una serie de proyectos hoteleros, que siempre han actuado como un lobby, cumplían las condiciones anteriores a aquel ordenamiento, y ya habían comenzado a tramitar las licencias. A raíz del Plan, se tenían que tirar atrás y fueron a los tribunales. Y claro, el riesgo jurídico para el Ayuntamiento de Barcelona era de varias decenas de millones de euros en indemnizaciones. Esto hace que el gobierno de Trias se lo replantee y abra el balón del Plan de Usos.
Que tuvo otra clase de coste para la ciudad...
Desencadenó una hiperactividad furiosa de apartamentos, albergues y pisos de los AirBnB. Esto acaba desembocando al conflicto clarísimo y emergente del 2014 en la Barceloneta, con los dos turistas italianos en pelotas saliendo de una tienda como icono. Pero yo no diría que fuera una negligencia por parte del PSC, ni por parte de CiU, sino que al final el turismo conlleva una hiperactividad económica y empresarial, también de pequeñas y medianas empresas de autónomos, que tiene un dinamismo tal que, a la mínima rendija, sale en forma de riada incontrolable.
¿Cómo valora la moratoria hotelera impulsada por el actual gobierno de Ada Colau?
El gobierno ha querido detener momentáneamente la situación para hacer una foto fija. Pienso que es inteligente querer conocer el detalle de la actividad turística y comparto la necesidad de hacer un análisis de las políticas urbanísticas y públicas. Y hacerlo, como es legítimo, desde sus prioridades de gobierno e ideológicas. Ahora bien, tampoco será una moratoria gratuita, seguro que tendrá consecuencias. Desde mi punto de vista, tiene una excesiva fijación con los hoteles, cuando buena parte del turismo en la ciudad no está centrada en los hoteles, sino en los pisos turísticos ilegales. Una de las consecuencias de la apertura de la moratoria del Plan de Usos por parte del gobierno Trias en 2012 fue también dar la oportunidad de legalizar o hacer aflorar todos los apartamentos turísticos ilegales. Pasando de 900 a 9.000 apartamentos. La moratoria actual no hace aflorar los ilegales, se mantienen, y al parecer, la oferta crece.
Desde el sector turístico, se ha acusado al gobierno de Colau de querer cargarlo todo. ¿Está de acuerdo?
No creo que sea una crítica justa, pero entiendo la presión o la preocupación del sector de negocios de la ciudad. Sobre todo los que tenían una serie de proyectos hoteleros o de apartamentos en marcha, con unas inversiones hechas, y de repente han visto cómo había que pararlo todo. Ahora bien, es temporal, aproximadamente durará un año. En el mejor de los casos el gobierno prevé sacar su regulación para el mes de marzo.
Usted forma parte de los expertos que consulta el Ayuntamiento de Barcelona. ¿Qué les dice?
Estamos en proceso de poner en marcha el nuevo Plan Estratégico de Turismo en la ciudad. El técnico que han designado es Albert Arias y se están haciendo estudios sobre el alojamiento en la ciudad. La fotografía fija de la que hablábamos. Por otra parte, hay una otro proceso muy interesante ahora mismo en la ciudad, el proceso de participación que debe desembocar en el Consejo de Turismo y Ciudad, que ha diferencia de los anteriores planes contará con los vecinos y los sindicatos, además de los expertos.
¿Cómo ve el reto de ampliar la oferta fuera de Barcelona?
Bien, pero cuidado con el efecto Lido. En Venecia se hizo una moratoria que impedía hacer hoteles dentro de la ciudad. ¿Qué pasó? Pues que los hoteles se situaron todos fuera de la ciudad. En Barcelona podría ocurrir que, a raíz de la moratoria, los hoteles se desplazaran al área metropolitana. Y si la gente se aloja en Hospitalet, el beneficio es para Hospitalet, y no para Barcelona.
¿La descentralización del turismo es posible?
Cuesta, pero se está haciendo. De hecho, el trabajo de la Diputación de Barcelona es la misma. Hay planes de coordinación conjunta pero esto obvia una cosa: Que el turismo va donde quiere. Si los atractivos turísticos siguen estando en Barcelona, es complicado. Quien venga por primera vez a la ciudad no evitarás que visite la Sagrada Familia, pero el que venga por segunda o tercera vez, ya puede mirar con más interés los bodegas modernistas de Vilafranca.
La filósofa Marina Garcés habla de “turismo extractivista y depredador” y enumera procesos de desplazamiento de las clases populares.turismo extractivista y depredador
Conozco los estudios de Marina y me merecen mucho respeto e interés, pero me cuesta ver el punto conspirativo. Ahora, sin duda, en muchos lugares vemos algunas de las consecuencias que describe Marina. El turismo atrae gente que, durante un período determinado, tiene más poder adquisitivo que la población autóctona, y esto genera inflación. Además, el turismo cada vez busca vivir experiencias auténticas. Es decir, los turistas ya no se sienten atraídos por los resortes turísticos, sino que quieren mimetizarse con el tipo de vida autóctona. Esto genera procesos de gentrificación o mobbing, a menudo asociados a dinámicas del mercado inmobiliario.
En Barcelona se dan casos, como hemos descrito en Catalunya Plural, de mobbing inmobiliario. ¿Faltan iniciativas para medir el impacto negativo de la peor cara del turismo?como hemos descrito en Catalunya Plural
El mobbing es simplemente delictivo. Debe ser perseguido por la policía. Si los vecinos no quieren irse, deben poderse quedar. Ahora bien, no debemos regularlo sólo desde el turismo, sino desde el mercado inmobiliario. El mobbing es una realidad y lo que tenemos que hacer es protegernos con las leyes adecuadas. Los recursos empleados por algunos bestias, y ahora me viene a la cabeza la concejala Itziar González, lo que hay que hacer es ir a los Mossos y a la Guardia Urbana. No hay ninguna justificación.
Hace poco participó en la jornada de la Cumbre Mundial del Turismo Sostenible que se celebró en Vitoria-Gasteiz. ¿Qué conclusión extrae?
Los sitios deben ser buenos lugares para vivir. Primero, para sus vecinos, y luego en todo caso ya lo será para los visitantes. No tiene sentido que se generen condiciones de turismo muy potentes si cerca tenemos gente que sufre. Hemos visto demasiadas veces turistas en resortes derrochando agua mientras que a cuatro metros hay gente embarrada en la búsqueda de agua. Si las comunidades residentes nos están prestando sus condiciones de vida, hay que asegurarse de que el retorno sea el suficiente.
Hace unas semanas, la Facultad de Turismo y Dirección Hotelera Sant Ignasi-HTSI, a la que pertenece el Observatorio que dirige, entregó los Premios Xavier del Turismo-HTSI 2015, sobre investigación y contribución social...
En efecto. Ilunion Hoteles y el Departamento de Turismo de la Universidad de Deusto fueron los galardonados. Nosotros insistimos mucho en las políticas de responsabilidad social que aseguren una mejor relación con el entorno. No sólo el modelo tradicional de destinar los beneficios a causas sociales, que ya está bien, sino a promover una ocupación de proximidad. Hombre, si usted pone un hotel en el Poble-sec, haga el favor de contratar proveedores de proximidad. O por ejemplo, modelos de turismo inclusivo y accesible. Los hoteles de Ilunion Hoteles son accesibles a personas con algún nivel de discapacidad. Si avanzamos en estas direcciones, el sector turístico nos puede abrir nuevos modelos de sociedad.