“Si Colau no fuera alcaldesa, estaría con nosotros. En nuestra lucha”, dice una voz entre el barullo de una asamblea –una de las muchas que han decidido el devenir de los vendedores en Barcelona este año– del Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes. Faltan pocos días para la celebración del primer aniversario del Sindicato. La declaración recoge precisamente el espíritu de estos primeros meses de lucha como organización en Barcelona: recelan de un Ayuntamiento cuyos miembros habían luchado con ellos antes codo con codo.
Más allá de esto, el Sindicato sigue, en cierta manera, de vueltas con el consistorio de la ciudad; participa de los Planes de Ocupación –11 plazas a los que se sumaron 40 en agosto– y de la creación de una cooperativa capitaneada por el Ayuntamiento pero sigue pensando que su lucha está en la calle. Y que lo estará por muchos años más: “No esperamos soluciones, nuestra fuerza está aquí abajo”, comentan. Ante esta perspectiva, el Sindicato ha decidido dotarse de estructura para “soportar” las detenciones y encarcelamientos que supone su actividad. Lo harán montando su propia cooperativa.
El Sindicato considera los Planes de Ocupación de Barcelona un “modelo Trias” para desarticular el movimiento. El colectivo ampara su recelo en el proceso que vivieron los chatarreros de las naves del Poblenou, ya que –consideran los manteros– tras la creación de una cooperativa con el Ayuntamiento, el movimiento se desarticuló. Aunque también aclara: “Podemos llegar a acuerdos, no decimos que no a ninguna reunión. Lo que seguro no queremos es que se nos rentabilice desde la derecha”.
“Los chicos [vendedores ambulantes] no aceptarán sin más los Planes de Ocupación del Ayuntamiento, que no lo solucionan todo. Tendremos que seguir luchando en la calle”, dice otro de los portavoces del Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes, que insiste en la idea de la fuerza del Sindicato como estructura política y de clase, en respuesta a las palabras a Catalunya Plural de la comisionada de Inmigración, Lola López, que consideraba el Sindicato excluyente por su papel mediatico.
Para seguir la resistencia en la calle, tres de los miembros que no tienen papeles del colectivo llevan varios meses recibiendo asesoramiento de la Ciutat Invisible, cooperativa del barrio de Sants. Después de un intenso mes de trabajo, el colectivo presentará a principios de esta semana su propia cooperativa, todavía sin sede; esperan encontrar espacio en Ciutat Vella. La cooperativa resultará en una “cafetería o bar” que no sólo dotará a los manteros de recursos para afrontar contenciosos o campañas, también “visibilizará la cultura negra”, responde uno de los portavoces del Sindicato mantero.
La cooperativa permitirá al colectivo tener un espacio físico, la venta de artesanías y ropas de elaboración propia de algunos de los miembros y ofrecer charlas y otros eventos que permitan recaudar dinero para abogados y otros trámites. “Nos dimos cuenta que la resistencia es muy cara, la cooperativa será una caja de resistencia. Y también un espacio donde poderse sentar e ir al lavabo con dignidad para los chicos”, explican. La cooperativa, que ahora mismo está al 60% de ingresos –asegura el colectivo– para dar el pistoletazo de salida, también contará con colaboradores que la sufragarán en parte.
Un año de “trabajo digno”
“La gente se piensa que el Sindicato organizó a los manteros, pero no: ya eran una comunidad solidaria, con sus propios códigos”, dicen desde el Sindicato, que este 11 de octubre celebrará una fiesta en honor al primer año de su fundación en Can Batlló (Barcelona). En la misma fiesta se anunciará el nombre y logotipo de la cooperativa mantera.
El Sindicato de Vendedores Ambulantes nacía hace un año –ya en ese momento se barajó la posibilidad de formar una cooperativa– para dar a su lucha una “traducción a los códigos políticos de aquí”, destaca uno de los vendedores, sobre una lucha que ya llevaba cerca de diez años articulada, por motivos laborales. Y culturales.
Tras un verano movido, la respuesta contundente del Ayuntamiento –el consistorio ha aplicado un plan de saturación en zonas como el Passeig de Borbó por la afluencia de vendedores– ha obligado al colectivo a replantearse su estrategia de cara a próximas campañas de venta. La más cercana, y la segunda más importante del año, llegará en unas semanas: la Navidad. El Sindicato entiende que su lucha pasa ahora a otra fase: “Estamos más formados, y tenemos más afinidades... Tras la Manta, Yayoflautas, SOS Racisme, asambleas de barrio y, muy importante, sectores de la base de BComú o de la CUP”, destacan desde el colectivo.
Además, el Sindicato, que ahora cuenta con unos 150 miembros estables, ha ampliado su radio de acción; en estos meses han mantenido reuniones con vendedores de Zaragoza, Valencia o Madrid. Para el Sindicato lo más importante es “seguir ampliando la base y evitar la criminalización”. Cuidar de la familia mantera, como destacaba –en el acto de presentación de la creación del colectivo hace un año– el también portavoz del Sindicato, Pape Diop: “Somos trabajadores dignos, nuestras familias no aceptarían dinero malo”. El mismo Pape mantenía el espíritu hace unos días, sentado en un banco del barrio del Besòs, donde vive junto a su mujer. “Cada día es más difícil. Pero seguimos, seguimos íntegros”.