Cuando las grandes ciudades abordan la lucha contra la polución, enfocada a menudo hacia la restricción del uso de los coches, se suelen referir a la que afecta a la calidad del aire. La atmosférica. Pero hay otro tipo de contaminación que condiciona la salud de sus habitantes y que tiene que ver con el tráfico rodado en general: la acústica. En Barcelona, el Ayuntamiento estima que más de la mitad de su población, el 56% de los vecinos, están expuestos durante el día a niveles altos de ruido, por encima de los que recomienda al Organización Mundial de la Salud (OMS).
Por primera vez, y tras elaborar recientemente un mapa del ruido en la ciudad, el consistorio ha incluido la contaminación acústica -también la ambiental- en su informe anual sobre el estado de la salud en Barcelona. Las conclusiones son preocupantes tanto durante el día como por la noche, período en el que un porcentaje de afectados es todavía superior, del 70% del total de barceloneses. La OMS fija en a partir de 55 decibelios lo que se puede considerar exposición alta entre las 7 y las 21 horas. En el tramo nocturno, el máximo aceptable son 40.
El mismo estudio identifica el tráfico como casi la única fuente de ruido en Barcelona que rompe las recomendaciones de la OMS. Tiene que ver ello el hecho de que la capital catalana tenga algunos barrios con densidad muy elevada, tanto de población como de uso del coche. El otro factor, aunque sólo afecta a un 5% de los vecinos, es el ocio nocturno, que se concentra en determinadas plazas y calles del centro de la ciudad u otros barrios que concentran bares y discotecas, como puede ser Gràcia o Vila Olímpica.
En un estudio reciente, aunque con datos de 2012, la Universitat de Vic llegó a detectar que el 88% de las manzanas de Barcelona estaba expuesta a niveles elevados de ruido, llegando a alcanzar los 65 decibelios en algún momento del día. Su mapa señalaba el Eixample como el distrito más ruidoso, seguido de Sant Gervasi y Les Corts, quedando los edificios de las calles más largas y concurridas como las más perjudicadas.
Contaminación del aire: 424 muertes al año
La exposición crónica a niveles elevados de ruido perjudica a la salud, hasta el punto que puede condicionar enfermedades cardiovasculares y provocar perturbación del sueño. No hay por ahora datos, sin embargo, de si puede llegar a provocar muertes, tal como sucede con la contaminación atmosférica, tanto por exposición al dióxido de nitrógeno (NO2) como por las llamadas partículas ultrafinas.
En los últimos siete años se han producido una media anual de 424 muertes atribuibles a un exceso de contacto con estas particulas inferiores a 2,5 micras, que pueden proceder desde los tubos de escape de los coches hasta las obras. En 2017 se ha experimentado un repunte con 354 fallecimientos por este motivo, por encima de los 266 de 2016, aunque significativamente por debajo de 2012, el peor año con 706 muertes. La variación en la mortalidad tiene que ver con la que presencia de estas partículas en suspensión en el aire, que a su vez está relacionada no solo con el tráfico, sino con la actividad industrial o con la meteorología.