En busca de Pablo de la Torriente, el poeta y brigadista cubano que Miguel Hernández intentó repatriar sin éxito

Pau Rodríguez

28 de abril de 2021 14:12 h

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Pablo de la Torriente, escritor cubano y miliciano fallecido en el frente de Madrid, en diciembre de 1936, podría estar hoy más cerca de regresar a su país, más de ocho décadas después. Lo intentó repatriar el poeta Miguel Hernández, con quien trabó amistad en el Quinto Regimiento de Milicias Populares, y que trasladó su cuerpo de Madrid a Barcelona en coche, pero de ahí no pudo hacer más. Su cuerpo se quedó en un nicho del Cementerio de Montjuïc, a la espera de poder embarcar, y no ha sido hasta este miércoles que han empezado los trabajos para abrir la fosa común en la que se cree que está su cadáver, según los testimonios recabados por los historiadores.

La consellera de Justícia de la Generalitat, Ester Capella, el concejal de de Derechos de Ciudadania de Barcelona, Marc Serra, y el cónsul general de Cuba en la ciudad, Alain González, han participado en un acto para recordar su figura al tiempo que, a pocos metros, una excavadora comenzaba a perforar el pavimento de ese punto del cementerio en el que hay una fosa con, al parecer, once cuerpos. El emplazamiento es justo al lado del nicho 3.772, donde estuvieron los despojos de Pablo de la Torriente hasta 1939. Acabada la guerra, su cuerpo fue exhumado y, según testimonios de la época, enterrado a escasa distancia de allí.

“Es el inicio de su viaje de regreso a casa”, proclamó el cónsul cubano. Pero para ello todavía queda. Primero, hay que confirmar que efectivament el cuerpo se encuentra en la fosa. Y para lograrlo, los arqueólogos deben extraer el ADN de los fallecidos y cotejarlo con los de los familiares. Más allá del caso de De la Torriente, la Generalitat también podrá comprobar si el resto de enterrados son represaliados durante o después de la Guerra Civil. 

De la Torriente es poco o nada conocido en España, pero en Cuba se le recuerda como un periodista de referencia de la primera mitad del siglo XX, un escritor que se enfrentó a la dictadura de Gerardo Machado, que se tuvo que exiliar varias veces a Nueva York y que fue ejemplo de internacionalismo al combatir contra el levantamiento franquista lejos de su tierra. A día de hoy da nombre al Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau en La Habana. 

Nacido en Puerto Rico y establecido en Cuba con su familia desde niño, De la Torriente decidió viajar a España como corresponsal en cuanto estalló la Guerra Civil, aunque rápidamente se alistó para combatir con los republicanos. “Me voy a España ahora, a la revolución española, en donde palpitan hoy las angustias del mundo de los oprimidos”, dejó escrito en su correspondencia desde Nueva York.

Desde el inicio, alternó sus crónicas con su participación en la guerra, asumiendo el cargo de comisario político en el batallón de Valentín González, ‘El Campesino’. Fue en el frente madrileño donde conoció al joven Miguel Hernández, del que anotó a finales de noviembre del 36: “Desucbrí a un poeta en el batallón, Miguel Hernández, un muchacho considerado como uno de los mejores poetas españoles [...] Estuvimos trabajando en los planes para publicar el periódico de la brigada y la creación de uno o dos periódicos murales”. La amistad entre ambos, sin embargo, duró poco, puesto que el cubano cayó en combate un mes después, el 19 de diciembre, en un enfrentamiento en Majadahonda.

La huella que dejó De la Torriente en Miguel Hernández fue tal que este le dedicó el poema Segunda Elegía –la primera hacía referencia a Federico García Lorca–, que incluía versos como el siguiente: “Pablo de la Torriente / has quedado en España /y en mi alma caído: / nunca se pondrá el sol sobre tu frente, / heredará tu altura la montaña / y tu valor el toro del bramido”.

El cadáver fue inicialmente enterrado en el Cementerio de Chamartín de la Rosa, en Madrid, pero meses después, ante el avance de las tropas franquistas, Miguel Hernández y otro poeta, Antonio Aparicio, trasladaron su cuerpo a Barcelona con la intención de que se pudiese repatriar. Así lo dejó escrito este último. El cuerpo del escritor cubano fue inhumado en el nicho 3.772 el 13 de junio de 1937, pero debido a la guerra, según dice la Generalitat, nunca se pudo acometer la repatriación. 

Décadas después, y a raíz de las pesquisas llevadas a cabo por la asociación Amical de las Brigadas Internacionales, se tuvo conocimiento de esa fosa en la que estarían De la Torriente y otros cuerpos. En 2018, la Generalitat, el Ayuntamiento y el Consulado General de la República de Cuba firmaron un convenio para los trabajos de recuperación, que han empezado este miércoles, y eventual repatriación.