El catalán en las aulas está en retroceso, a pesar de que la ley de educación de Catalunya fija esta lengua como la de uso obligatorio en las escuelas e institutos. Más allá de la polémica que suele ir aparejada al modelo de inmersión, con numerosas sentencias en contra, en estos momentos la realidad refleja que los alumnos cada vez se relacionan menos en catalán entre ellos. Una tendencia que también parece observarse entre el profesorado, aunque de forma más ligera y sin tanta evidencia.
Tras más de una década con el sistema lingüístico escolar de Catalunya en el foco político y mediático, por primera vez la Generalitat ha presentado datos sobre el uso real del catalán en sus centros. Lo ha hecho no a partir de los proyectos lingüísticos, que suelen recoger este idioma como vehicular con algunas horas puntuales de inglés o castellano, sino a partir de una encuesta del Consejo Superior de Evaluación a los alumnos de Cuarto de la ESO, que se realizó en 2021 y también en 2013 y en 2006. La muestra se ha recogido en 55 centros educativos y con un total de 3.205 alumnos este año.
Del informe, presentado conjuntamente por los departamentos de Educación y de Cultura, se desprende que el uso generalizado del catalán entre los escolares dentro del aula, sobre todo cuando los adolescentes hablan y trabajan entre ellos, se ha hundido. Si el 67,8% lo empleaban “siempre o casi siempre” hace quince años, ahora estos suponen el 21,4%. Pero no solo eso, el porcentaje de alumnos que hoy lo usan “nunca”, “casi nunca” o “pocas veces” suma el 49%.
Esta última tendencia, detectada sobre todo en el período de 2006 a 2013 y no tanto en el actual, es la que demuestra una mayor distancia entre la realidad de lo que ocurre en los miles de centros educativos catalanes y lo que estipula la ley, aprobada en 2010, sobre la vehicularidad del catalán. Si se pone el foco en el uso de este idioma por parte del alumnado para dirigirse al profesor, los que lo usan siempre o casi siempre pasan del 56% al 39,4% (si se le suma los que lo hacen “a menudo”, baja del 64% al 60,8%).
En cuanto a la lengua de uso del profesorado, un primer vistazo a los gráficos también evidencia un descenso claro en el uso del catalán. Pero más bien se trata de que ha disminuido su empleo como lengua de uso permanente. Es decir, que básicamente se ha relajado, algo por otra parte conocido en todos los centros, que desde hace años han introducido algunas en inglés o incluso en castellano como lenguas vehiculares. De esta forma, los docentes que lo hablaban siempre han pasado del 67,3% al 46,8%, pero a su vez ha aumentado los que dicen emplearlo a menudo, que pasan de tener un peso del 10,2% al 24%. Y se reduce del 10,5% al 3,1% los que no lo usan nunca.
Sin embargo, si bien se constata una tendencia a la baja, las cifras en cuanto al uso docente del catalán no se deben tomar al pie de la letra, por razones que tienen que ver con la formulación de la pregunta: “¿Hasta qué punto se usa el catalán en tu entorno cuando el profesorado habla a todo el grupo?”. A este planteamiento tan ambiguo se le suma el hecho de que no se excluye la Lengua Castellana de la formulación, con lo cual podría ser razonable que algunos encuestados contestasen lógicamente que no se usa “siempre” el catalán para impartir docencia puesto que en Lengua Castellana se emplea el castellano.
Según los responsables de Educación y Cultura, que defienden que el catalán debe seguir siendo la lengua vehicular, los datos son preocupantes pero no alarmantes. “Constatamos un uso poco frecuente del catalán en las interacciones entre los alumnos y una tendencia por parte de los profesores de Cuarto de la ESO al cambio de lengua”, ha expresado Josep González Cambray, consejero de Educación. “Hasta ahora teníamos percepciones, hoy empezamos a concretarlo con datos”, ha comentado.
Cambray y la consejera de Cultura, Natàlia Garriga, han acompañado la exposición de la encuesta con lo que han llamado un plan de promoción del uso del catalán en las aulas, con formación para docentes y grupos impulsores dentro de los centros que fomenten el uso del catalán en espacios lectivos y también en el recreo o las extraescolares. La idea es comenzar por 200 centros educativos, en los que ya se están elaborando indicadores, y darles autonomía para concretar los planes de acción.
“Reconocemos que no se ha hecho suficiente en los últimos años en la promoción del catalán”, ha entonado Cambray, una afirmación que llega apenas tres años después de que se aprobase en 2018 el proyecto lingüístico escolar para Catalunya. En él no se hacía referencia en esta problemática, casi al contrario, se constataba que la realidad educativa es compleja y que, sin renunciar al catalán como lengua de uso normal, se podían incorporar nuevos idiomas vehiculares si los centros lo veían necesario.
Esta nueva estrategia de la Generalitat llega además cuando la inmersión está más tocada que nunca a nivel judicial. El Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) ya dictaminó que el castellano también debe ser lengua vehicular, al menos en un 25% de las clases. La Generalitat recurrió la sentencia al Tribunal Supremo, confiando en parte que la nueva ley de educación –la LOMLOE– blindaría su modelo, pero los tribunales dijeron en marzo de 2021 que no.
A todo esto, los responsables políticos y los expertos lingüistas también deben responder ahora cuáles han sido las causas que han provocado esta progresiva disminución del uso del catalán en los colegios, todo ello a pesar de que la norma siempre ha sido la misma. En general, lo que se ha observado es que las dinámicas lingüísticas de la calle, de fuera del entorno escolar, donde el castellano es mayoritario en muchas zonas, han ido penetrando en los centros.
Más allá de un posible relajamiento de los docentes a la hora de cumplir a rajatabla con el modelo de inmersión, Xavier Vila, secretario de Política Lingüística de la Generalitat, apuntaba a dos causas. Una de ellas es el aumento del uso de metodologías participativas en clase, con trabajos en grupo y otro tipo de actividades interactivas. Si antes el docente era el único emisor, y por lo tanto controlaba mucho más el idioma que se usaba con sus clases magistrales, ahora esto ha cambiado. “Con este paso, que es loable, no hemos tenido en cuenta que las normas de uso que entraban en la escuela eran las de la calle”, desgranaba Vila.
El otro motivo es también lógico desde el punto de vista social: la inmigración. La llegada de nuevos alumnos que no empiezan desde Infantil, y que asumen el castellano como primera lengua de aprendizaje, habría provocado que a menudo los docentes y también sus compañeros de pupitre se decanten progresivamente por esa lengua.