El recibidor de la biblioteca Mestre Martí Tauler de Rubí, una ciudad metropolitana barcelonesa de 75.000 habitantes, se llena minutos antes de las 19.00 horas. Entre saludos y abrazos, las componentes del club de lectura Veus de Dona (“Voces de mujer”, en castellano) esperan a su conductora para iniciar la sesión. Usan la sala más grande que tienen, el auditorio, donde les espera un círculo de sillas y un carrito con los libros que hay que leer el siguiente mes.
Son las participantes de un club de lectura que ha alcanzado los 15 años de vida y cuya lista de espera no para de crecer. Integrado mayoritariamente por mujeres jubiladas, se juntan cada mes para charlar con la literatura como pretexto. Tal es el éxito de estos encuentros que se obligan a dejar libre su plaza cada dos años para que puedan asistir todas las solicitantes. “Lloran cuando se van, hay algunas que se deprimen” explican.
Sentadas con La leyenda de la peregrina de Carmen Posadas (Espasa, 2020) entre las manos, en el último encuentro antes de Sant Jordi, empiezan un debate donde se permiten todo tipo de opiniones y se tratan multitud de temas: desde la composición del cuadro de Las Meninas, al sexo o la higiene personal de los personajes. No hay tabúes ni aportaciones erróneas, todas se reciben y debaten “desde la tolerancia, solidaridad y el respeto”, asegura la conductora de las sesiones, Graci Pérez.
“Cada una explica su vivencia y es curioso y enriquecedor”, asegura Encarna Frías, de 81 años. Cuando acaban con un libro, bromea esta mujer, “ni el autor lo reconoce”, porque analizan “punto por coma”. Su afición por la lectura, que viene de cuando era pequeña y aún no había abierto ni la biblioteca municipal de la ciudad, hizo que encontrara su lugar en el club hace 10 años. Desde entonces se ha ganado el cariño de sus asistentes, que la llaman afectuosamente “Reina Madre”.
Encarna explica que Veus de Dona es “una referencia en toda la comarca”, la del Vallès Occidental, ya que sus integrantes son muchas y muy participativas. Razona que la mayoría son jubiladas debido a que, después de dejar de trabajar, “buscan algo que hacer y la lectura es de las cosas que más gustan”. Pero además, allí se crea un ambiente de amistad que afirma que “es más que un club”.
Las razones que han acercado a este grupo variopinto de mujeres a la tertulia son diversas, desde ser arrastradas por sus amigas a buscar nuevos libros que leer. Lupe Fornés, de 65 años y recién jubilada, hace un decenio que se incorporó al club para escapar de la dinámica del trabajo, pero se quedó por las asistentes que, a pesar de que era mucho mayores que ella, la enamoraron. “Saben muchísimo de historia y cuando hablan da gusto oírlas”, señala.
Una espera que vale la pena
Es ese ambiente acogedor el que ha hecho que el grupo crezca hasta tener que abrir dos líneas, de 20 personas cada una, y aun así no han conseguido asumir toda la demanda, puesto que en la lista de espera todavía hay otra veintena de mujeres. Ante la desbordante demanda para entrar, detectada hace ya más de diez años, la Diputación de Barcelona, titular de la red de bibliotecas municipales, aplica criterios de rotación. María José Sánchez, de 78 años, explica que pueden quedarse dos años en el club, pero en el tercero deben ceder su plaza “por cortesía a otra gente que quiere entrar”.
No todas asumen de la misma manera tener que hacer este parón. Algunas lo pasan muy mal y buscan otras maneras de seguir en contacto. Clara Roca, de 85 años, que esta temporada no ha podido tener plaza, confiesa que han llegado a crear un grupo alternativo que se reúne en el bar de enfrente y discute del mismo libro que leen en el club.
Clara, farmacéutica de toda la vida, llegó al club aconsejada por una de sus clientas. Explica que pasó los primeros ocho meses sin decir nada, solo escuchando, hasta que Graci, la conductora, “que es una persona encantadora” –puntualiza–, la empujó a participar.
El secreto del éxito: Gracia Pérez
María José asegura que el triunfo del club tiene nombre propio: Gracia Pérez, o como la conocen las componentes del grupo, Graci, la conductora del club. “Es muy cercana”, afirma Maria José, “se preocupa por ti, te llama, te pregunta cómo estás, y no lo hace por quedar bien, lo hace porque lo siente. Porque ella es así”.
Pérez creó el grupo ‘Veus de dona’ hace 15 años y ahora reúne gente de varias localidades de más allá de la ciudad de Rubí. “Este año hasta se han apuntado de Barcelona”, explica. “Es curioso porque hay un montón de clubes de lectura, pero no tienen el buen rollo que tenemos”, reflexiona.
Al ser preguntada por la causa de su éxito, Pérez argumenta que es porque no son “clasistas”. Explica que la lectura no puede ser “solo para eruditos”, sino que “tiene que llegar a todo el mundo”. A pesar de que la mayoría de asistentes tienen un bagaje cultural medio-alto, según describe, hay quien “no tiene ese nivel, pero se siente tan a gusto y tan cómoda que vienen a escuchar y aprender”.
La conductora está orgullosa de su club, al que describe como una tribu. Asegura que ha visto gente empezar con “la cabeza para abajo y con muchos problemas de autoestima” pero que con el grupo lo ha superado y ahora, según insiste, son otra persona.
Ella abre las puertas de su grupo a todas aquellas mujeres que quieran ir, sin importar “que crean que no están al mismo nivel o que no lean en catalán”. La conductora, madrileña de origen, las anima a probar sin necesidad de hablar ni participar.
Un caso así es el de Araceli Sanmartín, una de las más jóvenes del grupo. Con 62 años todavía trabaja, a diferencia de muchas de sus compañeras. Ella explica que al llegar, hace ya seis años, tenía una leve depresión, pero que con el club de lectura, sin darse cuenta, empezó a sentirse más alegre y además hace lo que más le gusta: leer. Araceli explica que esta comunidad le aporta poder ver a mujeres mayores que ella que “siguen adelante con alegría”.
Lectoras trotamundos
Las discusiones literarias no se quedan en solo en Rubí con este energético grupo, sino que, gracias a la voluntad de su conductora Gracia Pérez, organizan actividades, excursiones y viajes. Entre sus andadas hay tertulias con autores.
Muchos escritores han visitado el club durante los tres lustros que lleva activo. Aun así, Gracia Pérez lamenta la falta de escritores de fuera de Catalunya, que por presupuesto salen mucho más caros. Sin embargo asegura que está luchando para traer a escritoras como Dolores Redondo o María Oruña.
El último autor invitado fue Alfred Bosch, de quien leyeron El templo de los pobres (Destino, 2022). Para esta lectura, Pérez llevó a su “tribu” a pasear bajo las cristaleras y columnas modernistas de la Sagrada Familia en una de las muchas excursiones que organiza a lo largo del año.
Y no solo eso, también vuelan a lugares lejanos y no tan lejanos: como Galicia, pero también Croacia, Irlanda o Rumania. Gracia Pérez ha organizado aventuras que sus chicas aseguran son viajes maratonianos pero que no se los perderían por nada del mundo.
Pérez sabe que su función es importante, ya que “hay gente mayor que ya no viaja porque le da miedo meterse en un grupo”. En los viajes de ‘Veus de dona’ asegura que “saben que van a estar cuidados, que todos los viajeros les van a ayudar y que no se van a sentir perdidas o perdidos”. Ella espera “hacer esta labor muchos años más”.