Doble estreno en Barcelona: nueva galería en la ciudad y nueva exposición de Antoni Muntadas, la primera en siete años: Paratopías. El artista conceptual, acaso el más veterano y reconocido nacido en España, padre de ideas fundamentales como “paisaje mediático” y “subjetividad crítica”, regresa de la mano del flamante espacio de los galeristas Álex Nogueras, Rebeca Blanchard y las hermanas Marta y Patricia de Muga, que han unido sus negocios en una sola galería, con sedes en Barcelona y Madrid y que lleva por nombre Galería Prats Nogueras Blanchard.
En la presentación tanto del espacio expositivo como de Paratopías, que tuvo lugar el pasado jueves 4 de abril, Muntadas quiso destacar que dedicaba la misma a su amigo y colaborador en distintos proyectos Enric Franch, arquitecto de referencia en el sector de la museografía, así como autor de piezas icónicas del diseño, como es la lámpara de mesa Calder, que llegó a figurar en el despacho presidencial de François Mitterrand.
Franch había fallecido el domingo anterior a los 81 años en Barcelona. “Era como el boxeador sparring, en cada proyecto nos peleábamos de forma constructiva”, dijo de él Muntadas. A este respecto, durante la entrevista concedida a elDiario.es el artista, de 82 años, asegura sentirse en un momento pesimista debido a la muerte de diversos colegas en los últimos años, entre los que cita a Franch pero también a Josep Maria Martí Font, Dan Graham o Julião Sarmento, a los que llama “compañeros de viaje”.
Regresa usted a Barcelona después de bastante tiempo sin exponer aquí…
En efecto, hacía siete años que no exponía en Barcelona, la última vez fue en la antigua galería Joan Prats y fue Edicions II. También quiero destacar que las obras que se exponen ahora no se habían visto antes en Barcelona, salvo alguna de las composiciones de la obra Frases. Es un material que fue pensado más para exposiciones que se hicieron en Madrid y en Santiago de Compostela, pero sobre todo a nivel internacional.
Paratopías es un exposición que sin ser una retrospectiva, sí recoge obras de diferentes etapas. ¿Cómo la explicaría?
Hace tiempo que trabajo con el concepto de proyecto, que no es hacer una obra de arte directamente sino que hay un proceso de trabajo, de tiempos. Son trabajos que duran tres años, cinco años, etc., y que se pueden ir llevando a cabo paralelamente en el tiempo y a veces dan lugar a una obra, pero no siempre.
Lo que hay aquí, en esta exposición, son los resultados de diversos proyectos. Se trata de una metodología de trabajo, no es la única pero es la que utilizo porque me ayuda a ordenar las cosas y a trabajar de una manera progresiva. A partir de esta manera de trabajar, he escogido una serie de obras realizadas en sitios tan dispares como São Paulo, Marsella, Nueva York, etc., y de diferentes etapas de mi carrera, y las he reunido bajo el título de Paratopías.
El significado más antiguo de paratopía tal vez sea médico y es un concepto en desuso que hace referencia a las luxaciones, a un hueso que se sale de su lugar. ¿Qué quiere simbolizar usted con este concepto?
Utilizo este concepto porque se lo leí al lingüista Dominique Maingueneau, que lo adapta al campo de la literatura. Luego me vi en Francia con él y le pedí que me trasladara el concepto de paratopía, que él usa sobre todo para las letras, al arte. Él lo emplea para definir un espacio que crea el escritor con su obra, un espacio que es diferente del que habita físicamente. Llegamos a la conclusión de que se podría definir como el espacio en movimiento en el sentido de una pertenencia dinámica. Yo trabajo mucho el concepto de “pertenencia” y en este sentido estaríamos hablando de una pertenencia en constante movimiento, repartida por diferentes espacios.
Cuando voy a un nuevo país, tanto a crear como a presentar una nueva exposición, me presento siempre como un outsider, alguien que no es del lugar, y eso explica el concepto de paratopía: el no pertenecer al lugar que habitas
Soy un artista que no trabajo en un estudio, para mí el concepto de estudio no existe; me refiero a un espacio donde siempre ejecutas tus proyectos. Cuando inicio un proyecto, me desplazo a un lugar distinto, que relaciono con el proyecto, ya sean países de Sudamérica o de Asia. Voy a estos países a escuchar, a ver lo que sucede y a crear sobre el terreno una obra en función de ello. Esto sería en mi caso el concepto de paratopía: el que la obra que aquí se expone ha sido creada en lugares distintos. En esta exposición todas las obras quieren reflejar esta pertenencia dinámica que yo tengo.
Debo decir a este respecto que para mi exposición en el Reina Sofía en 2011 organicé mis instalaciones en “constelaciones temáticas” de mi obra, que trascienden espacios y sobre todo épocas, de modo que en una misma constelación pueden encontrarse obras de diferentes periodos, pero que abordan unos mismos temas. En este sentido, diría que las paratopías vienen a ser una nueva constelación, ya que la exposición contiene obras de toda mi carrera hiladas por este concepto.
Usted se fue de España en 1971 y desde entonces reside en Nueva York. ¿Se considera un artista paratópico?
Sin duda, sí. Me marché de España por tres razones que yo denomino las tres “pes”: la personal, la profesional y la política, esto es el franquismo. Desde entonces me he considerado un artista peripatético, alguien nómada pero no por obligación sino por decisión propia. Cuando voy a un nuevo país, tanto a crear como a presentar una nueva exposición, me presento siempre como un outsider, alguien que no es del lugar, y eso explica el concepto de paratopía: el no pertenecer al lugar que habitas.
Pero también lo explica el hecho que antes comentaba de que mi estudio está allí donde creo mi obra, y muy bien puede ser que ese lugar no sea Nueva York, sino un país de cualquier parte del mundo. Voy a ellos como artista oyente, que escucha, y veo las diferencias y matices que desde la distancia no se aprecian.
Algunas obras de esta instalación como Where is Home o Closed/Locked hacen referencia a conceptos que se han desplazado de su significado habitual, que se han luxado. En la primera, muestra imágenes de anuncios de alquiler de casas y en la segunda, fotografías de casas tapiadas, jugando con la “luxación” que supone una casa no habitada, cuando su función es albergar gente. ¿Podemos establecer un vínculo de esta obra con la crisis global de vivienda?
Existe un concepto en inglés que es el de gentrificación, que refiere a la especulación con el espacio público para modificarlo en la dirección del interés de una determinada clase social, la gentry, que originariamente era una clase media formada por baja y media aristocracia y terratenientes, lo que aquí llamaríamos burguesía acomodada. Es un concepto que no se ha traducido al español, porque los idiomas latinos son lentos en ofrecer palabras para los diferentes momentos.
Estas obras que comenta podrían reflejar algo de esta gentrificación que se produce en algunas grandes ciudades de Estados Unidos, pero también de China o de Europa y por supuesto que afecta a Barcelona. En Nueva York decimos que en Londres el principal tema de conversación es el clima, en Los Ángeles es el tráfico y en Nueva York, la vivienda. Imagino que en Barcelona pasa lo mismo en estos momentos.
Usted ha focalizado siempre su trabajo sobre el lenguaje, sus significados y su poder para controlar a las masas, ya desde lo que definió como media landscape (paisaje mediático), un concepto que comprende desde la publicidad a los medios de comunicación y otros recursos comunicacionales que emplea el poder para perpetuarse. ¿Relaciona la actual perversión que se produce muchas veces del lenguaje y la información, a través de las noticias falsas, con el auge de ideologías populistas como el trumpismo?
Desde luego. Ya en 2020 hice en Arco para El País una instalación sobre la degradación de las palabras que iba en esa dirección: cómo la palabra se degrada, su significado se pervierte y con ello se abre la puerta a las teorías de los populistas de la extrema derecha, que se apropian de significados como el de “democracia”, que dicen que les pertenece a pesar de que ellos son exactamente lo contrario a un demócrata.
Y mira, ahora la cosa está peor: parece que Trump puede regresar y en Europa la extrema derecha se extiende por ejemplo en Italia y en Hungría, pero también en España con Vox. Meloni dijo que la cultura ha estado dominada siempre por la izquierda y ellos ahora van a ocuparse de ella, pero no tienen gente preparada…
En Italia han puesto como presidente de la Biennale de Venecia a [Pietrangelo Buttafuoco] un escritor muy de derechas, un facha con muy poco nivel cultural. Ya veremos cómo va esto de que alguien tan posicionado políticamente controle eventos artísticos de cine, danza, arte, arquitectura y teatro. Por otro lado, en el MAXXI de Roma [Museo Nacional de Arte del Siglo XXI], donde yo he expuesto, han designado para dirigirlo a uno del partido [Muntadas hace un gesto de resignación].
Aquí en España, los de Vox te ponen a un torero de consejero de cultura en Valencia [Vicente Barrera]. No es que yo tenga nada en contra de la tauromaquia, es una parte de la cultura, sin duda, pero es una ínfima parte de lo que comprende este concepto. Las artes, la literatura y otras artes en sus manos… Y, claro, pasan las cosas que pasan…
Otra de las constantes en su obra es la valoración del “contexto”, un concepto importante en el arte conceptual, donde el mensaje es en ocasiones tan importante como la obra. ¿No cree que la misma, cuando es adquirida por museos o para colecciones privadas pierde precisamente este contexto?
No lo creo, asumo que quien compra una de mis obras comprende el mensaje que hay implícito en ella. Por descontado pienso esto de los museos y también de las instituciones públicas, pero si son privadas o colecciones particulares también asumo que hay una sensibilidad hacia la obra. Y en última instancia, creo que es mejor que alguien con dinero se lo gaste en arte que en cocaína.
En Italia han puesto como presidente de la Biennale de Venecia a un escritor muy de derechas, un facha con muy poco nivel cultural
De todas formas, también debo decir que yo siempre recomiendo a los artistas más jóvenes, que empiezan su carrera, que eviten depender demasiado de las galerías, que se centren más en su obra y construyan una independencia económica respecto a lo que sus galeristas puedan vender. A mi me lo recomendaron cuando era joven y me centré en la docencia como base del sustento. Y debo reconocer que me ha ido bien para mantener mi independencia.
Para terminar, ¿piensa en volver a Barcelona algún día?
A mi me gusta considerar Barcelona un sitio más dentro de mis itinerarios vitales, un sitio importante. Paso tres semanas en septiembre en Cadaqués todos los años y es algo que me recarga las pilas; es un lugar que habito una parte del año. Contrapongo el habitar los lugares frente a pertenecer a ellos, que es contraponer una paratopía frente a un concepto más estático. En este sentido mi vida se compone de una serie de itinerarios que habito durante el año como un artista itinerante por deseo propio.