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Friday Foster o cómo crear un mito pop para los Estados Unidos de los 70 sin salir de Barcelona

Jordi Sabaté

Barcelona —
30 de marzo de 2024 22:25 h

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“Los lectores norteamericanos estuvieron expuestos a la diversidad gracias a un mujer afroamericana profesional, atractiva, inteligente y que, además, desempeñaba un rol ejemplar”. Quien escribe esto es la cantante Claudia Lennear, vocalista de Ike & Tina Turner o Joe Cocker, entre otros, y musa de David Bowie o los Rolling Stones, a quienes inspiró la canción Brown Sugar. Lennear utilizó estas palabras en el prólogo del libro Friday Foster, un icono del Black Power (Norma Editorial, 2021), una recopilación de las tiras para periódico que hicieron famoso a este personaje entre 1970 y 1974 en los convulsos Estados Unidos de la guerra del Vietnam y la lucha por los derechos raciales.

Por primera vez en la historia del país, una mujer que no era blanca asomaba en las tiras de cómic que se publicaban a diario en los periódicos norteamericanos, y además lo hacía siendo soltera, intrépida e independiente tanto sentimental como profesionalmente. Con la fotógrafa Friday Foster nacía un mito y una referencia para muchas personas racializadas, pero sobre todo para las mujeres. En su mejor momento, Friday Foster llegó a aparecer en 50 millones de ejemplares de periódico al día, aunque, como era de esperar, no lo hizo en los del sur del país, que la vetaron por el color de su piel.

Su imagen empoderó a toda la cultura afroamericana del momento, llegando a realizarse una película de blaxploitation, titulada Friday Foster, protagonizada por Pam Grier, estrella del género que también encarnó a Coffy y a Foxy Brown y que fue rescatada en los 90 por Quentin Tarantino en una memorable Jackie Brown. De hecho, Friday Foster, un icono del Black Power se cierra con una entrevista a Grier que le hizo el periodista, y coeditor del libro, David Moreu en el Festival de Sitges de 2018.

Un señor de Barcelona sacude la escena 'Black Power'

Hasta aquí, nada de particular en esta historia; hubo muchos iconos raciales en aquellos años, aunque no tan presentes en la “Norteamérica blanca” como Friday Foster. Lo que distingue a esta heroína del resto es su origen, la autoría de quien creó su imagen. Marc Longarón, librero y arquitecto, nos lo desvela: “Friday Foster era una mujer afroamericana que se convirtió en un mito racial y feminista entre las mujeres de color de los 70, pero en realidad su imagen estaba basada en una señora de Barcelona, mi tía, que posó de modelo fotográfica para mi padre, que después la dibujó con labios y ojos más grandes y oscureció su piel”.

El padre de Marc era Jordi Longarón (Barcelona, 1933-2019), un ilustrador tan conocido internacionalmente como ignorado en España más allá de los círculos profesionales y de expertos del cómic. Desde el 20 de marzo, la exposición Longaron y Friday Foster. La heroína inesperada, en el Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC), recupera sus tiras de Friday Foster, que aparecieron entre 1970 y 1974 en numerosos periódicos estadounidenses, distribuidas por el Chicago Tribune Syndicate, la mayor agencia de contenidos del país. Longarón se encargaba de dibujar las viñetas y la redacción de las historias corría a cargo de Jim Lawrence, un guionista y escritor que antes ya había adaptado a la radio y al cómic los libros de James Bond.

Pero para explicar la historia de cómo un señor de Barcelona, que no había viajado antes nunca a los Estados Unidos, terminó dibujando para el Chicago Tribune Syndicate historias de una fotógrafa afroamericana en las calles de Nueva York, conviene empezar por los primeros años de Longarón. “Mi padre siempre tuvo, desde muy pequeño, un problema neurológico que le provocaba un fortísimo temblor en las manos, vamos, que parecía todo el rato que dirigiera una orquesta”, bromea Marc Longarón, comisario de la exposición junto al conservador de arte contemporáneo del museo, Àlex Mitrani.

Con ello pretende ilustrar mejor el mérito y la autodisciplina del dibujante, que domesticó los temblores para dotar su dibujo de gran maestría en el trazo y un amplio registro de estilos. “Comenzó en la editorial Toray como aprendiz de Boixcar, el autor de Hazañas bélicas; mi padre coloreaba los dibujos y ya llamó la atención porque elegía unas coloraciones muy contrastadas, con colores fuertes”, prosigue Longarón hijo. Añade que su padre “pronto destacó por su dibujo y lo ascendieron a dibujante senior, así que con los años terminó siendo él quien dibujara Hazañas bélicas”.

Es en estos años cuando Jordi Longarón empieza a frecuentar los puestos dominicales del Mercat de Sant Antoni de Barcelona, donde todavía hoy se puede encontrar toda suerte de publicaciones de segunda mano, incluso joyas bibliográficas. “Mi padre compraba y coleccionaba revistas americanas, le fascinaba todo lo anglosajón, y como quería leerlas aprendió inglés de forma autodidacta”. También en estos años, Longarón y otros dibujantes descubren que sus colegas americanos utilizan modelos fotográficos para caracterizar los personajes que dibujan. Es decir, toman fotografías de sus modelos con diferentes disfraces y luego las utilizan para tener referencias.

Shérifs y cuatreros de domingo en Collserola

Los dibujantes catalanes comienzan a aplicar la misma técnica: los domingos se suben a la sierra de Collserola y vestidos de shérifs y cuatreros, se emboscan entre los pinos y las encinas para liarse a tiros con sus armas de juguete. Mientras, algunos de ellos fotografían las escenas que luego terminarán reflejadas en el papel. De este modo consiguen un nivel técnico y de verosimilitud muy elevado que llama la atención en el extranjero, sobre todo Inglaterra.

“Pronto alcanzan un nivel estilístico muy alto, muy similar al de los anglosajones y algunos de ellos deciden buscar negocio fuera, de manera que Josep Toutain y Jordi Macabich, este asociado con un inglés llamado Barry Coker, viajan a mediados de los 60 al Reino Unido a buscar trabajos y tienen un éxito total: les encargan la ejecución de una especie de fotonovelas que se realizaban para las canciones que lanzaba Paul Anka, Neil Sedaka, Peggy Lee, los Beatles, etc.”

La relación comercial fue muy fructífera y la fama de los dibujantes barceloneses alcanzó renombre internacional. “Fueron un poco como los programadores indios hoy en día, muy competitivos en precio por la calidad del trabajo que te dan”, añade el arquitecto. “Yo los comparo con los espaguetti western que se hacían en Europa con directores italianos”, intervine Àlex Mitrani, “en el sentido de que estos revitalizaron el género a base de parodias cuando en Estados Unidos iba de baja”. “Lo mismo hicieron nuestros dibujantes con la ilustración anglosajona”, concluye el conservador del MNAC.

“Fue en aquellos tiempos cuando un guionista americano llamado Jim Lawrence contacta al socio inglés de Jordi Macavich, Barry Coker, para conseguir un dibujante para un nuevo proyecto que estaba escribiendo; Coker le recomendó a mi padre e hicieron una prueba”, explica Marc Longarón. Lawrence le mandó a Longarón diversos guiones de lo que después sería Friday Foster y Longarón padre, utilizando de modelo a su cuñada, dotó de imagen al personaje. “Mi tía estuvo el 20 en la inauguración, ahora es una viejecita que apenas puede moverse”, añade mientras muestra las fotos que hizo su padre, expuestas en una vitrina.

Longarón envió a Lawrence las pruebas y este quedó totalmente convencido de que era el dibujante adecuado. “Querían probar primero en algunos periódicos británicos, pero al ver los dibujos, Lawrence decidió vender el proyecto directamente al Chicago Tribune Syndicate”, una importante agencia de contenidos que trabajaba para los principales periódicos de Estados Unidos. “Lawrence, que había sido brigadista en la Guerra Civil, era una persona de mente muy abierta y estaba al tanto de las convulsiones que sufría su país en los 70, así que creó una historia muy vinculada a las mismas”, explica el arquitecto que destaca que el proyecto y los dibujos entusiasmaron a Arthur Laro, el entonces presidente de la agencia.

Cuatro días en Nueva York para crear un icono cultural yanki

“Pero Laro quiso conocer a mi padre antes de contratarlo, le sonaba muy exótico que un dibujante de la España franquista pudiera ilustrar a una heroína afro tan rompedora”. Longarón aceptó viajar hasta Nueva York, también pensando en hacer acopio de recursos gráficos: “Se llevó la cámara y un montón de carretes y él, Coke y Lawrence, tras tener el visto bueno de Laro, se pasaron cuatro días en un taxi recorriendo Harlem y sacando fotografías”. Esta fue la única vez que Jordi Longarón viajó a Estados Unidos.

Además de las fotografías tomadas en aquellos cuatro días, el catalán se nutrió de inspiración gráfica suscribiéndose a toda revista americana que llegaba a Barcelona. “Mi madre y él recortaban todas las fotografías y las pegaban en cuadernos de recuerdos temáticos: coches, edificios, farolas...”. Explica que fueron “cientos de cuadernos” los que vio en su infancia: “Una especie de Google Images analógico”.

Las tiras de Friday Foster tuvieron una gran acogida y en su momento álgido se pudieron ver en 50 millones de ejemplares, convulsionando vivamente la opinión pública del país por lo que representaba y consolidando la reputación de Longarón como dibujante. “Era muy versátil en el trazo”, destaca Àlex Mitrani, “capaz de jugar en un mismo dibujo con diferentes estilos y escuelas, lo que permitía adaptarse muy bien a cualquier circunstancia. ”También destacaba por su juego de contrastes de blanco y negro que luego dotaba de colores muy potentes“, añade.

Pero la historia se convirtió para Longarón en una especie de pesadilla con el tiempo: “Eran 16 horas al día dibujando, luego fotografiando, revelando y pasando las instrucciones de color para la imprenta”, explica su hijo. Finalmente todo se llevaba al aeropuerto para el vuelo que salía para Nueva York, todo con tres semanas de adelanto, un ritmo extenuante en el que para colmo los beneficios no fueron los esperados por Longaron y Lawrence debido al veto racista de los estados del sur. Finalmente, tras un largo tira y afloja con el Chicago Tribune Syndicate, Longarón consiguió rescindir su contrato. “Fue el final”, explica Marc, “le sustituyeron dibujantes norteamericanos pero no era lo mismo y terminó desapareciendo a mediados de 1974.

No obstante el público, sobre todo el racializado, no se olvidó de Friday Foster y el personaje pasó a la gran pantalla vía el género blaxploitation, cine realizado por y para afroamericanos, rico en acción, aventuras y erotismo. La protagonista de la entrega fue Pam Grier, quien en la entrevista que le realizó David Moreu se confiesa amante de los cómics y asegura: “Cuando tenga 80 años diré: ¡guau, yo fui Friday Foster!”.

“Con esta exposición desde el MNAC queremos hacer una gran apuesta de patrimonialización de toda la obra gráfica que se generó en Catalunya a partir de la segunda mitad del siglo XX, y la exposición Longarón y Friday Foster. La heroína inesperada es el primer paso que damos en este sentido”, asegura Àlex Mitrani, experto tanto en arte contemporáneo como en cómic, que añade que “el objetivo es que al lado de un cuadro de Miró termine habiendo en el museo una tira de Longarón y otros tantos dibujantes, a los que debemos considerar artistas”.

Para la exposición se ha contado con los archivos del dibujante, pero los originales de Friday Foster que se muestran no estaban en manos de la familia. Marc aclara que su padre enviaba todo el material a Nueva York y no se quedaba más que bocetos, por lo que tuvo que ir comprando los originales a coleccionistas norteamericanos. “Me he gastado la herencia que me dejó recuperándolos, están todos los que tengo en la exposición”, asegura este arquitecto, que dirige la librería Capell, sita en el Col·legi d'Arquitectes de Catalunya.

En la exposición Longarón y Friday Foster. La heroína inesperada se muestran una parte importante de los originales que dibujó Longarón, junto a cartas, telegramas, copias coloreadas o las fotografías de la cuñada que usó para crear a la reportera. Una de las tiras expuestas hace referencia a un cantante pop galés y explican los comisarios que Tom Jones quiso en su día comprarla, dado que claramente es él el cantante referido.

De la causalidad al libro

La historia de cómo nació el libro Friday Foster, un icono del Black Power (Norma Editorial, 2021) también merece ser contada. “Fue una casualidad total”, explica al teléfono el reportero barcelonés David Moreu, coeditor de la obra recopilatoria junto al madrileño Javier Mesón, experto y coleccionista, “Esquire me encargó un reportaje sobre los dibujantes barceloneses de la segunda mitad del siglo XX que ilustraban las portadas de las novelas baratas de medio mundo, y la editorial Toray me dio la dirección de varios de ellos; resulta que Longarón vivía a cinco casas de la mía, en el barrio de Horta”.

Tras entrevistarle, nació una relación entre el joven Moreu y un ya anciano Longarón: “Tenía entonces unos 85 años y al principio, cuando le pregunté por Friday Foster me dijo que no le gustaba demasiado hablar de aquella época porque no guardaba un buen recuerdo, pero al poco empezó a contarme todo lo que ni siquiera le había contado a su familia”. Moreu colgó una de las entrevistas que hizo a Longarón en su página web y Javier Mesón la vio. Contactó con él y así comenzó el proyecto del libro, para el que se aliaron con Norma Editorial, una referencia en el mundo del cómic.

Era muy difícil conseguir los originales, en manos de coleccionistas y con un alto precio, pero Mesón tuvo una idea: “En eBay hay un mercado muy grande de recortes de periódicos americanos de todas las épocas, así que fuimos buscando las tiras de Friday Foster y las compramos”. No obstante, tardaron cuatro años en terminar el proyecto “porque la calidad de las tiras era muy dispar y hubo que hacer múltiples tratamientos digitales para dotarlas de calidad”.

El libro, que Longarón no pudo ver publicado (murió en 2019), es mucho más que una mera antología y contiene material fotográfico cedido por la familia, además de artículos sobre los principales protagonistas de la aventura que fue la creación de Friday Foster, la heroína que sedujo a los Panteras Negras desde un rincón de la Barcelona de los 70.