Una de las primeras lecturas tras las elecciones del pasado 23 de julio era que la coalición de Gobierno de Pedro Sánchez había salvado la mayoría gracias a unas zonas concretas de la periferia, como eran Catalunya, Extremadura, algunas provincias andaluzas, Euskadi y Navarra. De hecho, de los 153 diputados obtenidos por el PSOE o Sumar, un tercio son andaluces o catalanes. Sin embargo, esa composición tan acusada en el Congreso no se ha trasladado a la formación del Gobierno, donde la mitad de los ministros son nacidos en Madrid y las dos Castillas, muy por encima tanto por peso demográfico como por apoyo de esas zonas al actual Ejecutivo.
La asimétrica composición territorial del nuevo Consejo de Ministros ha generado algunas sorpresas. El desequilibrio ministerial es especialmente acusado en relación con Madrid. De los 23 miembros del Gobierno, incluyendo a Pedro Sánchez, seis son directamente nacidos en la comunidad de la capital de España, lo que supone que un cuarto del gabinete es madrileño. Y eso que la Comunidad de Madrid solo aporta el 11% de los diputados con los que cuenta la coalición gubernamental en el Parlamento y el 14% del total de la población española.
De esta forma, Madrid aparece como la provincia más sobrerrepresentada de las 57 en el nuevo Consejo de Ministros, con más de 15 puntos de diferencia entre los diputados de la coalición y los ministros en el Gobierno. La sigue Valladolid, provincia desde donde han entrado con fuerza los ministros Óscar Puente, de Transportes, y Ana Redondo, de Igualdad. La tercera que acusa cierta sobrerrepresentación es A Coruña, que cuenta con dos vicepresidencias, la de Nadia Calviño y la de Yolanda Díaz, aunque en este caso la situación podría cambiar sí, tal como se espera, la primera deja el Gabinete en los próximos meses para ir al Banco Europeo de Inversiones (BEI).
Galicia, ¿sin ministros socialistas en año electoral?
El caso de Galicia es paradigmático. A apenas unos meses de las próximas elecciones autonómicas, aún pendientes de fecha fija, la comunidad del noroeste puede acabar quedándose sin ministros socialistas en el nuevo Gobierno, si como se espera Nadia Calviño sale del Ejecutivo para irse al Banco Europeo de Inversiones.
Del nuevo Consejo de Ministros ha caído el anterior ministro de Sanidad, José Miñones, cuyo fichaje nació de la precipitación con la que el PSOE encargó a Carolina Darias el reto de hacerse con la alcaldía de Las Palmas de Gran Canarias. Darias consiguió cumplir con el encargo pero Miñones pasó con discreción por una cartera que lo fue todo durante la pandemia pero a la que nadie miró mucho después de eso.
Frente a la amenaza de que los socialistas gallegos desaparezcan del nuevo Gabinete, la dirección regional del partido ha optado por la construcción de un relato cuando menos audaz. La idea es repetir que si no hay gallegos es porque el Gobierno es, en realidad, 100% gallego. No importan las personas, sino las políticas que lleguen al territorio, repiten los dirigentes locales.
Sea como fuere, la única representación gallega en la mesa del Consejo de Ministros es Yolanda Díaz, de Sumar. Y si alguien está molesto por ese particular nadie parece querer que se le note ese malestar a tan poca distancia del momento en el que la formación está a punto de elaborar las listas electorales para las autonómicas.
Andalucía y Catalunya, las menos representadas
A la espera de lo que pase con Calviño, en este momento las comunidades autónomas que han aportado al Gobierno una cuota más baja de ministros respecto al apoyo que le dieron en las urnas son Andalucía y Catalunya, por este orden. Cada una de ellas ha llevado dos miembros al Consejo de Ministros, lo que supone un 8,7% del total, mientras que en escaños aportaron más del doble, el 17,6 en el caso andaluz y el 17% los catalanes.
La cuota de ministros andaluces en el nuevo Gobierno de Sánchez es la más exigua de la historia: dos de 22, aceptando que uno de ellos, el valenciano Luis Planas, computa como diputado por Córdoba y gran conocedor del sector agroalimentario, pata fundamental de la economía andaluza.
Hay que remontarse al primer Gobierno de Mariano Rajoy [2014-2016] para encontrar un antecedente con menos andaluces: Cristóbal Montoro, en Hacienda, y Fátima Báñez, en Trabajo, después de que Miguel Arias Cañete fuera nombrado comisario europeo. Pero aquello eran dos de 13 ministerios, un porcentaje mayor que el de ahora.
En el PSOE andaluz, sin embargo, nadie ha mascullado malestar, ni en público ni en privado. Hace tiempo que la federación más numerosa del partido -con 45.000 militantes- se ha mimetizado con las directrices de Ferraz.
Eso sí, la cúpula ha tardado en reaccionar al ‘ascenso’ de la sevillana María Jesús Montero en el organigrama del Gobierno, nombrada vicepresidenta, un cargo que ya venía ejerciendo de facto. El primero en hacerlo no ha sido Juan Espadas, secretario general del PSOE-A, sino Javier Fernández, presidente de la Diputación de Sevilla y líder provincial socialista. Fernández es un nombre a tener en cuenta en el futuro del partido en Andalucía.
En cambio, el sindicato hermano UGT-A, cuya líder ahora es diputada socialista en el Congreso, sí ha expresado claramente su disconformidad por la falta de presencia andaluza en el Gabinete de Sánchez.
En Catalunya, el PSC también ha perdido peso, tanto en número como en importancia de las carteras. Los catalanes pasan de controlar el poderoso ministerio de Transportes y también el de Cultura a quedarse con solo uno, el de Industria, que es bien conocido en la casa. Los socialistas quitan hierro al hecho y aseguran que no tienen necesidad de estar constantemente “exhibiendo cuota”, si bien la pérdida de poder de Salvador Illa a nivel español ha sido un asunto comentado en los últimos días en Catalunya.
En el extremo opuesto a Andalucía o Catalunya, hay claros vencedores como Navarra, que cambia a Ione Belarra por Elma Saiz y se mantiene como una provincia sobrerrepresentada, pero sobre todo Castilla y León y Castilla-La Mancha, comunidades que aportan tres y dos ministros cada una. En la primera, además, la elección de dos vallisoletanos ha llamado mucho la atención en el resto de provincias.
La sorpresa, en forma mayoritaria de crítica, ha sido especial en León, que mantiene una histórica rivalidad territorial con Valladolid. Una rivalidad alimentada en los últimos por Puente cuando elegía la provincia leonesa para ejemplificar su teoría de que Castilla y León sería más fuerte acrecentando el centralismo vallisoletano en las inversiones públicas, llegando a reclamar por esta regla de tres el cierre del aeropuerto leonés para fortalecer el de Villanubla por ejemplo, informa Carlos J. Domínguez de iLeon.