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OPINIÓN | 'Este año tampoco', por Antón Losada

Referéndum, república y movimiento feminista

El debate territorial que ha ocupado de manera destacada la agenda política catalana de los últimos años ha sido en buena medida ciego al género, aunque presenta diferentes implicaciones para las mujeres y para la igualdad. Los partidos y las instituciones no han prestado atención a tales implicaciones y el movimiento feminista tampoco se ha movilizado suficientemente para incorporar la perspectiva de género en este debate público. Vaya por delante que, como el conjunto de la ciudadanía, las feministas y las asociaciones de mujeres somos diversas, no habiendo unanimidad sobre el alcance y la forma de hacer efectivo el derecho a decidir o a la autodeterminación ni tampoco sobre la preferencia por un determinado modelo territorial. Esto no quita que no tengamos que plantearnos las siguientes preguntas: ¿Dónde está el movimiento feminista en este debate? ¿Qué está en juego para las mujeres?

Referéndum y feminismo

Referéndum y feminismoEl feminismo siempre ha planteado la necesidad de repensar la comunidad política y lograr la emancipación individual y colectiva. La comunidad política actual nos ha venido dada y un referéndum nos permitiría definirla, teniendo evidentemente la posibilidad de escoger el status quo o una nueva realidad política. Se trata simplemente de una práctica de libertad, al margen de la dirección del voto en un referéndum. En este sentido, hay que distinguir, siguiendo Hannah Arendt (Sobre la revolución, 1963), entre 'contrato social' y 'contrato mutuo'. El primero hace referencia al contrato que la sociedad suscribe con sus gobernantes mientras que el segundo se basa en la reciprocidad entre los individuos que se vinculan para formar una comunidad política.

Como nos dice Fina Birulés (2008), es el último tipo de contrato lo que nos permite pensar un 'mundo en común'. El referéndum se puede entender, pues, como una práctica de libertad política, una oportunidad sin precedentes para definir cómo queremos vivir en el territorio de Catalunya y cómo nos relacionamos con el resto de pueblos de España, de Europa y del mundo. Las feministas sabemos que la libertad nunca se otorga sino que se gana, empleando cuando hay la desobediencia, que es parte del ADN del feminismo (sufragistas, Rosa Parks, etc.). Por que la libertad escapa de los márgenes de los dictados de un estado (sea cual sea este estado), los argumentos legalistas contrarios a la celebración de un referéndum en el que se pueda o bien confirmar o repensar la comunidad política no pueden encontrar cobertura desde el feminismo.

Los debates de trascendencia política como los que plantean un cambio o reforma constitucional no nos son ajenos y, por tanto, hay que feminizarlos y feministitzarlos. Por un lado, feminizarlos garantizando la paridad en todos los espacios de participación y decisión. Se trata de una cuestión de justicia: no existe ninguna justificación democrática para la sobre-representación masculina.

La presencia en un espacio determina además el sentimiento de pertenencia y los significados sociales de los mismos así como los temas sustantivos sobre los que se discute. Se necesitan mujeres referentes en estos debates y especialmente mujeres feministas, así como hay que exigir, tanto a las posiciones del 'sí' como del 'no', que se explique por qué la independencia de Catalunya sería positiva o negativa para la vida de las mujeres. Tenemos mucho que ganar dejando de hablar del 'proceso' y su legalidad para centrarnos, en cambio, en las consecuencias sobre las mujeres del resultado de este proceso. Recordemos el caso escocés, donde se constituyeron los grupos Women for Independence y Women Better Together, en el marco de las respectivas campañas a favor del sí y del no a la independencia. Su objetivo consistía tanto en movilizar las mujeres como en incorporar las voces de las mujeres en los debates sobre el futuro del país.

República y feminismo

República y feminismoTanto en Escocia como en Catalunya, las encuestas recogen que la intención de voto de las mujeres en un referéndum por la independencia se basa menos en criterios expresivos - como la identidad nacional - que en el caso de los hombres ya que responde en mayor medida a factores de tipo instrumental - como mejorar la calidad de vida de la población. Ya sea apostando por un nuevo estado o reformando el actual, las feministas somos aliadas naturales en la feministización o despatriarcalización de las estructuras sociales, políticas y económicas. Precisamente porque, como nos recuerda Carole Pateman (El contrato sexual, 1988), las mujeres nunca hemos sido parte firmante del 'contrato social original (como ciudadanas de pleno derecho) sino que fuimos incorporados mediante un' contrato sexual '( como esposas, madres o hijas), las feministas no nos podemos permitir el lujo de no estar presentes hoy en los espacios de debate creados alrededor del futuro de Catalunya.

Hacer de la erradicación de la violencia machista una cuestión de estado, garantizar el derecho al propio cuerpo y a la libertad sexual, asegurar la sostenibilidad de la vida y romper la división sexual del trabajo, establecer una escuela laica y coeducadora, sustituir el militarismo por una cultura de la paz, o valorar la diferencia y reconocer la interseccionalidad de los sistemas de opresión (de género, procedencia, sexualidad, clase, diversidad funcional, etc.)...

Estas cuestiones han sido tradicionalmente despreciadas en el marco de la Estado español y no hay ninguna garantía de que estos temas cruciales para la vida de las mujeres y para el conjunto de la sociedad entren en la agenda política sin la participación del (los) feminismo (s). Al margen de la posición que se defienda (soberanista, federalista o autonomista), las feministas estamos plenamente de acuerdo en reclamar un país independiente del patriarcado, un país que garantice de una vez por todas la independencia de las mujeres. Todas las feministas compartimos este objetivo y queremos construir una república feminista. Somos sencillamente imprescindibles. Nos avalan muchos años de luchas y manifiestos compartidos. Si trabajamos en alianza desde los diferentes espacios donde estamos, respetando la pluralidad, podemos tener mucha fuerza. ¿Por qué no la aprovechamos?

Fina Birulés (2008), “Un mundo en común”, a Juan Casañas (ed), La autodeterminación de los pueblos. Barcelona: Icaria, pp. 79-90.

El debate territorial que ha ocupado de manera destacada la agenda política catalana de los últimos años ha sido en buena medida ciego al género, aunque presenta diferentes implicaciones para las mujeres y para la igualdad. Los partidos y las instituciones no han prestado atención a tales implicaciones y el movimiento feminista tampoco se ha movilizado suficientemente para incorporar la perspectiva de género en este debate público. Vaya por delante que, como el conjunto de la ciudadanía, las feministas y las asociaciones de mujeres somos diversas, no habiendo unanimidad sobre el alcance y la forma de hacer efectivo el derecho a decidir o a la autodeterminación ni tampoco sobre la preferencia por un determinado modelo territorial. Esto no quita que no tengamos que plantearnos las siguientes preguntas: ¿Dónde está el movimiento feminista en este debate? ¿Qué está en juego para las mujeres?

Referéndum y feminismo