Article publicat a El Diari de l'Educació.
Esta semana se materializaba en la UPC uno de los primeros proyectos de grupos de la universidad financiados colectivamente de forma solidaria. En la Facultad de Informática de Barcelona echaban de menos los recursos necesarios para que los estudiantes pudieran programar aplicaciones móviles para iPhone o iPad, y ahora han podido inaugurar un Laboratorio de Aplicaciones Móviles –un aula con ordenadores con esta función– gracias al apoyo de una cincuentena de mecenas.
Se trata de uno de los seis proyectos financiados a través de la plataforma de crowdfunding Goteo dentro de la campaña Suma UPC que se puso en marcha hace un año. “La universidad apostó institucionalmente por dar a conocer esta opción, y se impulsó tratando de ponerlo fácil y dando herramientas”, explica Sisco Vallverdú, vicerrector de política universitaria.
Vallverdú destaca que “la UPC tiene un gran potencial por la propia formación tecnológica que da, es un entorno donde se forman personas para crear cosas, desde la arquitectura, la mecánica o la disciplina que sea”. No obstante, considera que hay “una carencia de los propios estudiantes con la creación de empresas”, y por ello se plantea una iniciativa de este tipo. “Se intenta promover que los estudiantes se acerquen o se arriesguen a crear una empresita para solucionar un determinado problema”, explica.
“Es una alternativa de financiación para proyectos con cantidades no demasiado elevadas y con un equipo no demasiado grande, a menudo formado por un grupo estudiantes quizás con el apoyo de algún profesor”, afirma Vallverdú, y añade que “si esto funciona, estos equipos pueden pasar a hacer más cosas y buscar vías de financiación más importantes”.
Un empujón a proyectos de investigación
Pero los proyectos son muy diversos, y no todos son iniciativas emprendedoras de los estudiantes, como por ejemplo Dermoglass. Elisabeth Engel, investigadora del Instituto de Bioingeniería de Catalunya, que junto con investigadores de la UPC impulsan este proyecto, que consiste en el desarrollo de un apósito para la cicatrización de las llagas en la piel.
“Teníamos el proyecto muy avanzado, pero necesitábamos hacer un ensayo preclínico y lo hemos podido financiar gracias a este crowdfunding”, dice Engel. La investigadora explica que optaron por centrarse en este objetivo porque para la campaña les pedían presentar “algo muy concreto dentro del proyecto”.
Estas indicaciones se deben a que los proyectos que finalmente entraron a formar parte de Suma UPC contaban con el aval de Goteo y la UPC, que seleccionan “cuáles son las propuestas que pueden tener un mínimo éxito y salir adelante”, explica Vallverdú.
En el caso de Dermoglass, esta campaña realmente sirvió para dar a conocer esta posibilidad. “Nosotros no sabíamos ni qué era eso del crowdfunding, y cuando nos lo propusieron nos tiramos a la piscina y no sabíamos bien dónde nos metíamos, y nos hemos encontrado que requiere mucho esfuerzo de la gente que lleva adelante el proyecto, en la difusión o estar pendiente de los mensajes ”, explica la investigadora.
No obstante, también destaca otras ventajas, como conocer a las personas a las que va destinado su trabajo. “Fue muy enriquecedor y muy positivo, porque se nos acercó mucha gente con esta problemática que nos contaba su experiencia”, dice Engel.
Iniciativa social
Otro de los proyectos financiados colectivamente lo llevan a cabo investigadores del Centro de Transferencia Tecnológica (CITCEA) de la UPC –en colaboración con la ONG Misión y Desarrollo para Goundi– en su tiempo libre. Su objetivo es proveer de energía un hospital de Chad a través de un sistema de gasificación de biomasa. “Actualmente se abastecen con diesel y esta es el principal gasto económico del hospital”, explica Jordi Giral, investigador del grupo.
“Con una subvención del Ayuntamiento de Barcelona compramos un gasificador a una pequeña empresa de Estados Unidos para testear y ver cómo funcionaba antes de enviarlo allí”, explica. La gasificación es el proceso que permite hacer funcionar un motor para generar energía a través de residuos agrícolas, apunta. Lo que se encontraron, sin embargo, fue que el aparato que tenían era demasiado delicado para su lugar de destino, donde difícilmente se podrá reparar o susbstituir la electrónica. “Planteamos que había que hacer uno más sencillo, más barato y más robusto, con un manual que permitiera que fuera gestionado por la gente de allí”, dice Giral.
¿Y un proyecto de este tipo no debería estar financiando con recursos públicos? “Sí, y nosotros lo intentamos financiar de forma pública, pero no hay dinero ni hay interés, llenas formularios y es muy difícil porque son procesos muy competitivos, y al final tiras por donde puedes”, lamenta el investigador.
Lo que ofrecen muchos proyectos de financiación colectiva son recompensas a los micromecenas, sea en forma de libros, CDs o invitaciones a actos. ¿Qué clase de recompensas puede ofrecer un proyecto de investigación? “En nuestro caso hicimos un logo de Dermoglass y ofrecimos imanes o camisetas, y también conseguimos que el músico y actor Andreu Rifé hiciera de cara de la campaña y ofrecíamos su CD”, explica Engel. Sin embargo, remarca que “la mayoría de cofinanciadores renuncian a la recompensa, porque es un tema que les toca de cerca y lo hacen porque apuestan por el proyecto”.
En la misma línea se pronuncia Giral. Muchos de sus mecenas han renunciado a las recompensas, más bien simbólicas, como una postal desde Goundi. El investigador señala, además, que “el planteamiento de Goteo es un poco diferente a otras plataformas de crowdfunding, porque ellos lo que buscan es una tecnología –o lo que sea– abierta a que todo el mundo la use con licencia libre; está más planteado para proyectos de carácter solidario”, concluye.
Al alcance de todos
El vicerrector Vallverdú valora muy positivamente que ya hayan aparecido más propuestas más allá de las seis seleccionadas inicialmente. “Otros grupos han entrado en el crowdfunding por su propia cuenta, en la mayoría de casos con Goteo”, explica.
El profesor remarca que “la universidad no le toca ser siempre quien impulse esto”, no obstante, no descarta volver a repetir este programa. “Cuando se acabe esta primera etapa, estudiaremos si haremos un segundo llamado porque hay sectores de la universidad a los que quizá no hemos llegado, y además hay otras alternativas, más allá de Goteo, que también deberíamos dar a conocer”, explica. Y ve la repetición factible porque, aunque la UPC se dedica a la selección y difusión del proyecto, “ni la universidad ni Goteo han tenido que destinar dinero a ello, y por lo tanto todos ganan”.