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La rebelión de las zanahorias

Toni Polo

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Quim Marcé, director del Teatro Municipal de Bescanó, al lado de Girona, consideraba ayer la posibilidad de colgar el cartel de “Agotadas las… zanahorias”. La gracia está en que cada zanahoria tiene premio: una entrada para la obra Suïcides, del joven dramaturgo Llàtzer García, producida por la compañía PocaCosa Teatre, hoy sábado, en esta sala municipal. El fondo de la cuestión está en la subida del IVA en las actividades escénicas del 8% al 21%. La jugada es una maniobra legal para no tener que subir el precio de las entradas pero, sobre todo, “es una queja contra esta decisión del Gobierno español que, de momento, ya ha propiciado que las ventas hayan bajado un 30% desde su aplicación”, dice Marcé.

Me las quitan de las manos, oiga…

Los precios de las zanahorias, “casualmente”, coinciden con los precios que el teatro había estipulado al programar la temporada. Una zanahoria (se venden por unidades, no por racimos) anticipada vale 13 euros y en taquilla, 15. “Son los precios gravando el IVA de estas hortalizas, que es un 4%”, explica el director del teatro.

La pregunta del millón es: ¿es legal que un teatro venda zanahorias y regale entradas? Dada la enorme repercusión que ha tenido esta iniciativa (“nos han entrevistados en la BBC en directo, hemos salido en el New York Times y hasta en la prensa vietnamita”, comenta Marcé), se ha realizado un informe jurídico del que se desprende que no siempre este tipo de acciones son ilegales. “Para cubrirnos las espaldas hemos pedido permiso al ayuntamiento para poner una parada de hortalizas el sábado antes de la función. Entonces, una tienda con licencia para ello, se ocupará de vender las zanahorias, que tendrán una entrada de regalo. Sólo nos quedará ponernos de acuerdo con la tienda en el reparto”.

Precedentes directos no hay, o eso cree Marcé. Es conocido que en eventos importantes (como partidos de fútbol o conciertos) la reventa se hace de oro vendiendo objetos baratos a precios desorbitados. Por ejemplo, un bolígrafo Bic a 400 euros, con una entrada para el Barça – Madrid de regalo. “La idea tiene que ver con eso, pero hay una diferencia muy importante: lo que ellos hacen es perverso, lo hacen exclusivamente para enriquecerse. ¡Nosotros no!”.

En efecto, la diferencia entre el 4% y el 21% de IVA se traduce, en el caso de que se vendan las 337 entradas (perdón, zanahorias), en unos 425 euros, que irán a parar íntegros a la compañía. “Vendiendo entradas generaríamos 525 euros de IVA; vendiendo zanahorias, generamos 100”, aclara el director del teatro.

Misión cumplida

La misión supera el beneficio económico particular. “Queremos que el Gobierno dé marcha atrás y vuelva a bajar el IVA”, proclama Marcé. En Portugal ya pasó porque la gente dejó de ir al teatro o a otros acontecimientos escénicos. “Eso demuestra que lo único que genera el aumento fiscal es que la gente tenga un menor acceso a la cultura, y la cultura es básica para un país”.

Se ignora la repercusión práctica que tendrá esta iniciativa. “Creo que otros teatros están a la expectativa”, dice Marcé. En realidad, en Bescanó también lo están, ya que, en principio sólo se venden zanahorias para esta representación. “Pensamos hacerlo para toda la temporada pero sería demasiado revolucionario y las revoluciones pocas veces acaban bien”. El objetivo ya se ha cumplido: “Queríamos que se enterara quien se tiene que enterar y nos consta que se ha enterado de sobra”.

La intención está clarísima. Sin embargo, Marcé no es del todo optimista: “Me temo que si muchas compañías se adhieren a la iniciativa para esquivar el IVA, desde el Gobierno ya se ocuparán de cambiar la ley para evitar estas maniobras”. La segunda pregunta del millón, en ese caso, quedaría en el aire: ¿Quién estaría haciendo trampas legales, entonces?

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Quim Marcé, director del Teatro Municipal de Bescanó, al lado de Girona, consideraba ayer la posibilidad de colgar el cartel de “Agotadas las… zanahorias”. La gracia está en que cada zanahoria tiene premio: una entrada para la obra Suïcides, del joven dramaturgo Llàtzer García, producida por la compañía PocaCosa Teatre, hoy sábado, en esta sala municipal. El fondo de la cuestión está en la subida del IVA en las actividades escénicas del 8% al 21%. La jugada es una maniobra legal para no tener que subir el precio de las entradas pero, sobre todo, “es una queja contra esta decisión del Gobierno español que, de momento, ya ha propiciado que las ventas hayan bajado un 30% desde su aplicación”, dice Marcé.