Ada Colau (Barcelona, 1974) pasó de activista a alcaldesa de Barcelona. En esta legislatura ha comprobado cómo puede ser de satisfactoria pero también de dura la política. La candidata de Barcelona En Comú reconoce que no ha cumplido todo lo prometido pero insiste en que en su mandato se ha priorizado la construcción de vivienda pública de alquiler, se ha frenado el descontrol en los pisos turísticos y se ha plantado cara a algunos oligopolios.
Es la única candidata que ha enseñado sus cartas a la hora de revelar sus preferencias para gobernar. Colau quiere un pacto de izquierdas con ERC y el PSC, aunque en el caso de los socialistas los ataques mutuos están siendo continuos en esta campaña. La alcaldesa escoge la plaza Catalunya para realizar las fotografías de esta entrevista y recordar así que esta fue una de las plazas donde ahora hace ocho años el 15M hizo escuchar su indignación.
¿Tiene usted la sensación de que esta campaña es un todos contra Colau?
En estos primeros días de campaña efectivamente las fuerzas políticas más que presentar un proyecto de ciudad se dedican a hacer un todos contra Colau. Creo que es un error porque especialmente en las elecciones municipales, cuando se habla del proyecto de ciudad y en este caso de una ciudad tan importante como Barcelona, los barceloneses y barcelonesas esperan hablar de ese proyecto. Es un error que todo se plantee como una confrontación hacia mí o hacia nuestro gobierno. Espero que eso se vaya rectificando.
Según los sondeos, la alcaldía de Barcelona estará entre usted y Ernest Maragall (ERC). Todos salen a ganar, pero si no gana ¿se quedará igualmente en el Ayuntamiento?
Efectivamente, salgo a ganar y no solo salimos a ganar sino que esperamos sumar más apoyos que en el 2015. Esta ciudad necesita gobiernos progresistas. Es una ciudad profundamente progresista y ahora mismo nosotros somos la única garantía de que haya un gobierno progresista en Barcelona.
El señor Maragall está planteando que quiere pactar con la derecha catalana, con JxCat, y el señor Collboni está planteando que quiere pactar con Ciudadanos para echarnos a nosotros. La única garantía de que haya un gobierno progresista en esta ciudad es que nosotros ganemos las elecciones con la máxima fuerza posible para que ERC y el PSC puedan reconsiderar su posición de gobernar con las derechas respectivas y acepten sumarse a un gobierno progresista estable y amplio.
Propone buscar acuerdos con las izquierdas pero el candidato socialista, Jaume Collboni, dice que la confianza política que tiene en usted es cero. ¿El sentimiento es mutuo?
Me parece triste y una vergüenza que el señor Collboni, en una ciudad progresista como ésta, y siendo representante del Partido Socialista, con toda la historia que tiene este partido de políticas progresistas y de catalanismo, repita el error de alinearse con el Ciudadanos del 155, el de la intervención del autogobierno y el neoliberal de las políticas contrarias a las que necesita Barcelona. Barcelona necesita regular los alquileres. Ciudadanos está en contra. Barcelona necesita regular el turismo. Ciudadanos está en contra. Barcelona necesita políticas sociales como un dentista municipal o como una funeraria pública. Ciudadanos está en contra. Barcelona necesita políticas valientes para luchar contra la contaminación y quitar coches y aumentar el transporte público por ejemplo conectando un tranvía por la Diagonal. Y Ciudadanos está en contra.
Creo que gran parte de los votantes socialistas no entienden que el señor Collboni esté diciendo que quiere pactar con Ciudadanos e incluso con el Partido Popular para echarme a mí. No entiendo que el objetivo principal del señor Collboni sea ése y desde luego espero que lo reconsidere a lo largo de esta campaña. Lo que es seguro es que la única garantía de que el Gobierno finalmente sea progresista es que lo lideremos nosotros y tengamos el máximo apoyo posible porque entonces seguramente será más fácil que el señor Collboni reconsidere su posición.
Ustedes rompieron con el PSC cuando apoyó la aplicación del 155. ¿En qué han cambiado los socialistas para que quieran gobernar con ellos de nuevo?
Nosotros hemos sido siempre extremadamente coherentes y siempre le hemos dicho al Partido Socialista que se han acabado las mayorías absolutas a todos los niveles, a nivel municipal, autonómico y estatal, y que hace falta que los partidos progresistas nos entendamos entre nosotros. Siempre hemos tendido la mano para hacer eso. El problema es que el Partido Socialista ha pactado en los últimos tiempos reiteradamente con la derecha y en las situaciones más extremas. Políticamente tampoco les ha salido bien porque en las últimas elecciones generales ERC les ha ganado y con mayor apoyo que nunca. Su política de intervención del autogobierno y represión ha reforzado el independentismo. Si el PSC mira hacia la izquierda y hacia políticas progresistas ya hemos demostrado que nos van a encontrar siempre y de forma estable y confiable.
Citaba el resultado de las generales en Catalunya. En el 2016 los comunes fueron el partido más votado. Ahora han quedado terceros. ¿Qué ha pasado?
Hemos visto una gran polarización de voto fruto de la desastrosa política que hemos tenido en los últimos años tanto en Catalunya como en España sobre todo por parte del gobierno del PP. La represión y la judicialización de la política ha llevado a una polarización y más en un contexto donde ahora mismo tenemos presos políticos. Mucha gente ha votado para enviar un mensaje muy concreto de denuncia de esa judicialización de la política. Se ha concentrado mucho voto en el Partido Socialista por parte de quienes han creído que era el voto más útil para parar la amenaza de la derecha. Y en clave catalana ha habido una concentración de voto para enviar un mensaje de protesta por esa judicialización. Lo que se ha confirmado es que esa estrategia ha sido un fracaso absoluto y que lo que hay que hacer es gobiernos progresistas tanto en Barcelona como en Catalunya y en España que prioricen las políticas sociales que llevan demasiado tiempo desatendidas y que estabilicen una fase de diálogo que lleve a mesas de negociación donde entre todos podamos tejer nuevos consensos.
Se ha escrito mucho sobre su relación con las élites de la ciudad. Usted es de las que cree que este colectivo es quien fue a buscar a Manuel Valls para apartarla. Tras cuatro años en la alcaldía, ¿cómo son de poderosas esas élites?
Nos hemos encontrado con unos poderes económicos que estaban acostumbrados a funcionar con una relación de proximidad con la dirección de la administración pública que con nosotros no han encontrado. Barcelona había estado gobernada por distintas formaciones políticas pero siempre por algunas familias que más o menos se conocían. Nosotros somos gente común que llega a la institución. Eso ha sido saludable para todos. No somos adversarios de nadie, queremos que la economía funcione en la ciudad y los indicadores en estos cuatro años han mejorado. Hemos demostrado que sabemos colaborar y que sabemos pactar. Eso sí, tratando a todo el mundo por igual y cumpliendo con las leyes y con las reglas del juego.
¿En qué se ha notado la diferencia? Por ejemplo, en que hicimos una auditoría y detectamos que había 70 millones de fraude fiscal de grandes empresas. O por primera vez se ha aplicado una ley que era vigente desde 2007 y hemos puesto multas de millones de euros a entidades financieras, a fondos buitre que están especulando de forma inaceptable con la vivienda. Cuando han venido especuladores internacionales como la plataforma Airbnb se han encontrado con un gobierno que les ha dicho 'o rectificas o os pondremos una multa'. No rectificaron y les pusimos una multa de 600.000 euros. Fuimos la primera ciudad que lo hizo a nivel mundial. Nos hemos enfrentado a un oligopolio energético que estaba acostumbrado, con exministros en sus consejos de administración, a que ningún poder público les parara los pies. Hemos puesto multas a Endesa por cortarle el suministro a familias vulnerables incumpliendo la ley catalana. Además, hemos generado una alternativa y hemos creado la eléctrica pública más grande de todo el Estado. Hemos promovido otro tipo de economía, la economía de la mayoría.
En ese balance de gestión también está que no ha podido aprobar los presupuestos ni remunicipalizar el servicio del agua, el proyecto de conexión del tranvía sigue en un cajón y no hay funeraria pública. ¿Tiene la sensación de que prometieron muchas cosas que no podía cumplir?
Yo tengo la sensación de que teníamos muchísimos compromisos y que hemos cumplido con la mayoría de ellos. Hemos hecho muchísimas cosas gobernando en minoría, en un contexto político muy difícil y hemos demostrado no sólo que podíamos gestionar bien sino que hemos reducido la deuda del Ayuntamiento y han mejorado los indicadores económicos y somos la ciudad del Estado con mayor inversión social. Hemos hecho políticas valientes cuando nos decían que eran imposibles. Nadie dijo que iba a ser fácil y hemos encontrado resistencias tanto de los intereses de esas élites que hemos tocado por primera vez como también de una oposición muy dura. Lo entiendo por parte de la derecha pero me cuesta más de entender por parte de las fuerzas de izquierdas. La funeraria pública no se ha aprobado porque a ERC y el PSC no les ha dado la gana.
El tranvía también tiene un enorme consenso de ciudad, incluso de los municipios metropolitanos, de las entidades sociales y vecinales y tenía una mayoría política a favor, pero ERC decidió bloquear la propuesta que técnicamente estaba hecha y consensuada con la Generalitat. Al final del mandato hemos conseguido que gracias a la presión social lo hayan votado a favor y eso quiere decir que en el siguiente mandato lo vamos a conectar. Cumpliremos también con ese compromiso.
Respecto a la gestión del agua hemos hecho una auditoría como no se había hecho nunca y hemos sacado que efectivamente ha habido fraude en la privatización del agua que hicieron el PSC y CiU en Barcelona. Hay una sentencia judicial que confirma ese fraude y estamos esperando a dar los siguientes pasos a que se resuelva el recurso que ha presentado Agbar. Sin embargo, mientras tanto no nos hemos quedado quietos. Hemos entrado en la gestión de la empresa mixta, por primera vez hemos bajado el precio del agua en Barcelona y hemos aprobado una consulta donde la ciudadanía el año que viene podrá opinar sobre esa gestión pública del agua. Eso a pesar de que la multinacional Agbar ha intentado bloquearla presionando a partidos, poniendo millones de euros en publicidad en los medios de comunicación y enviándonos un ejército de abogados en contra con un montón de querellas y recursos para bloquear los procesos democráticos.
Se está construyendo más vivienda pública de la que nunca se había hecho en Barcelona, pero también es verdad que la lista de espera para acceder a este tipo de vivienda ha crecido un 42%. ¿El Ayuntamiento tiene alguna responsabilidad en eso?
El Ayuntamiento tiene una responsabilidad de 40 años en que no se han hecho políticas del derecho a la vivienda en esta ciudad. Esa es la responsabilidad de los distintos gobiernos que han estado en la ciudad, pero no sólo la ciudad, también en la Generalitat y en el Estado. Tenemos el triste honor de que España sea el país de toda la UE que menos vivienda pública ha hecho en 40 años. Se ha hecho muy poca y además de propiedad. Eso es un desastre porque significa que con dinero público se ha construido vivienda que luego se ha privatizado, y que no ha quedado para que en un contexto de crisis como la actual tuviéramos una alternativa habitacional para las personas más vulnerables.
Sabíamos que la situación era complicada porque veníamos de esa falta de vivienda pública histórica y una burbuja inmobiliaria que ha generado cientos de miles de desahucios, pero hemos creado un punto de inflexión. Hemos duplicado la inversión en vivienda y estamos haciendo más de 4.600 viviendas de alquiler social porque hemos dejado de hacer vivienda pública en propiedad. Y no sólo eso sino que en los desahucios, materia en la que no tenemos la competencia porque es un tema estatal, no nos hemos resignado y hemos creado una unidad especial de mediación propia. Con esa unidad hemos parado 7.000 desahucios y hemos generado alternativas para 7.000 familias que iban a ser desahuciadas.
El precio medio del alquiler mensual en el 2018 se ha situado en otro máximo histórico. ¿Es un fracaso?
Efectivamente, es un fracaso de modelo al que estamos asistiendo porque en España se ha dejado en manos del mercado privado la garantía de un derecho tan fundamental como el de la vivienda. Eso es lo que decimos que hay que cambiar. Desde que entramos al Ayuntamiento no sólo pusimos la maquinaria para construir el máximo de vivienda, duplicamos las ayudas al alquiler y las ayudas a la rehabilitación. En el primer año ya dijimos que la nueva burbuja era la del alquiler y que había que regular los alquileres como se está haciendo en otros lugares de Europa. Con el gobierno del PP eso era imposible porque ellos están a favor de darle todavía más facilidades a la especulación. Aún así hemos ido a estudiar las otras legislaciones europeas y hemos elaborado nosotros una propuesta que está lista para regular los alquileres, allí donde se puede hacer, que es en el Congreso de los Diputados.
Negociamos con Pedro Sánchez, después de hacerle presidente, para que nos dieran la competencia a las grandes ciudades para impedir esas subidas abusivas de los alquileres. Sánchez se comprometió conmigo personalmente en que esa regulación se haría en el anterior mandato. Incumplió su promesa, y estoy segura de que han habido presiones de los sectores especulativos. Ahora tenemos la oportunidad de formar un nuevo gobierno, que confío que será con un acuerdo de fuerzas progresistas, y entre las primeras medidas que necesitamos que se apruebe está esa regulación de los alquileres.
Otro de los debates es el de la inseguridad. Usted critica que faltan mossos o que no haya una Fiscalía especial para los hurtos, pero más allá de las responsabilidades que puedan hacer las distintas administraciones, ¿el Ayuntamiento ha hecho lo suficiente para combatir esa sensación de inseguridad?
Desde el Ayuntamiento hemos hecho todo lo que estaba en nuestra mano. Hemos aumentado plazas de agentes de la Guardia Urbana, mientras no se han aumentado Mossos d'Esquadra desde 2009 en la ciudad, cuando la principal competencia de seguridad ciudadana es de la Generalitat. Cuando vino el ministro Marlaska a la Junta de Seguridad catalana, tanto el president como el conseller Buch le dijeron con mucha contundencia que la seguridad ciudadana era una competencia exclusiva de Catalunya. Pero en Barcelona se olvidan de su competencia y hacen dejación de funciones. A pesar de ello, hemos ampliado 600 agentes de Guardia Urbana, 600 nuevas plazas que se han convocado, hemos aumentado 12 millones de euros anuales de horas extraordinarias a la Guardia Urbana, y la prueba es que han aumentado un 15% las detenciones.
La mayoría de los delitos en Barcelona, más del 90%, son robos y hurtos, y esa subida se ha producido hace un año y medio, cuando cambió el tratamiento judicial que se da al robo y al hurto. Antes había un agravante de reincidencia, es decir, los ladrones profesionales que robaban más de tres veces eran especialmente castigados. El Tribunal Supremo se cargó la reincidencia, y eso ha hecho que se lanzase el mensaje a los ladrones profesionales y a las bandas organizadas de toda Europa de que sale a cuenta robar en Catalunya. Hay que buscar la manera de que la ley distinga lo que es un pequeño ladrón ocasional de lo que es un ladrón profesional reincidente, porque hay que enviar un mensaje de que no van a entrar en el juzgado pagar una multa y van a salir con impunidad, sino que efectivamente eso va a tener un castigo. Una Fiscalía especial, porque lanzaría el mensaje de que no hay impunidad.
Díganos una prioridad que tendría en su mandato si repite como alcaldesa.
Tenemos dos grandes retos. Uno es mantener la lucha contra las desigualdades y, concretamente, el derecho a la vivienda. La otra es la lucha contra la contaminación, donde hemos dado también pasos muy importantes en este mandato pero hay que hacer un salto en la lucha contra la contaminación.
Hablemos de contaminación. Ha hecho las supermanzanas y en 2020 impedirán la entrada de los coches más contaminantes, pero eso es solo un 7%. ¿No se plantea un peaje al acceso de la ciudad, como están haciendo otras ciudades europeas?
Nos planteamos un cambio de modelo y estamos trabajando en muchas medidas al mismo tiempo. En este primer mandato se han doblado los carriles bici, se ha peatonalizado con las supermanzanas, se ha aumentado la inversión en transporte público para generar una alternativa, se ha mejorado la red de autobuses, se ha aumentado la inversión en metro y ahora llega a lugares donde antes no llegaba. A la vez que eso se han empezado a tomar decisiones importantes como es la zona de bajas emisiones. Eso quiere decir que a partir del año próximo los 50.000 coches más contaminantes no podrán entrar en Barcelona. Además, hemos conseguido el acuerdo político para la conexión del tranvía que significa también conectar nueve municipios metropolitanos con el centro de la ciudad y quitar 12.000 coches. Hemos propuesto además una intervención muy fuerte en el Eixample y que, como mínimo, en los próximos cuatro años una de cada tres calles del Eixample pasen a ser vías verdes. El peaje es algo a considerar siempre y cuando sea una tasación, porque evidentemente no vamos a poner barreras en nuestra ciudad. Lo que podemos estudiar es algún tipo de tasa para que se penalice a aquellos que contaminan más y que por lo tanto si usan más el coche puede haber mayor penalización.
¿Sigue creyendo que el turismo está fuera de control?
Hemos empezado a regular y a controlar un modelo que nos encontramos absolutamente fuera de control. Cuando entramos no solo nos encontramos con miles de pisos turísticos ilegales sino con barrios céntricos donde había más camas para turistas que para vecinos y vecinas. Eso es una amenaza no sólo para los que sufren la especulación sino para la ciudad. No queremos ser un parque temático, queremos que en todos nuestros barrios viva gente, haya comercio de proximidad y haya vida de barrio. Nos encontramos con barrios amenazados por una desertización y también con un sector turístico con algún factor de precarización laboral inaceptable en una ciudad democrática como es el caso de las Kellys y de las camareras de piso. Lo más urgente era regular los alojamientos turísticos porque la idea era mandar el mensaje de que esta ciudad es limitada. Eso es fundamental para cambiar el modelo. No hay un límite, hay una capacidad finita.
¿Cuántos turistas caben en Barcelona?
No se puede establecer un número de turistas, porque además los turistas no son sólo los que duermen: también son gente que puede estar cerca de Barcelona y visitarnos unas horas, y nos gusta que nos visiten. Entonces el problema no van a ser los turistas que vengan a visitarnos. Pero sí que la ciudad tiene que estar regulada y organizada para que no haya un monocultivo y que no haya ningún barrio donde haya más hoteles y alojamientos turísticos que vecinos. Eso es lo que nosotros sí podemos regular y fijar.
¿Porcentajes sobre el total?
Sobre todo decir que no se puede crecer más. En todos los barrios céntricos, y no hablo solo de Ciutat Vella y el centro histórico, hablo también del Eixample y de Gràcia. El plan de alojamientos que hemos hecho se hizo viendo exactamente cuál es la situación de cada uno de los barrios y ahí se estableció que solo se podía crecer en nuevos alojamientos en los barrios más periféricos y con una condición: que nunca sean viviendas lo que se pierde. Es decir, que lo que se transforma no es una vivienda que se convierte en un hotel, porque necesitamos las viviendas para vivir. Por lo tanto solo en lugares donde no hubiera viviendas se pueden hacer y se están haciendo nuevos hoteles en barrios más periféricos.
¿El procés ha perjudicado las expectativas de Barcelona?
¿Como ciudad? Yo creo que es más complejo, que no se puede responder con un sí o un no.
En expectativas económicas o el turismo.
La crítica que yo le haría al procés no sería por unas consecuencias económicas. Creo que en una democracia se tienen que plantear todas las ideas con normalidad y se tienen que discutir, debatir y negociar entre formaciones políticas. Lo que es un error es hacer lo que hizo el PP, que es judicializar y reprimir. Eso ha llevado a una tensión y a una polarización que sí que nos ha hecho daño. También nos ha hecho daño la declaración unilateral de independencia, que ha acabado con grandes consensos en Catalunya y también ha tensionado la sociedad. La mala política no nos gusta en general, ni para Barcelona ni para nadie. Sin embargo Barcelona en todo este tiempo no sólo no se ha parado sino que ha mejorado y ha seguido haciendo de motor de Catalunya y de motor de España. Ha mejorado en los rankings internacionales, hemos captado nuevos congresos y hemos ganado la capitalidad de la movilidad urbana europea, que es una inversión de 1.600 millones en los próximos siete años. Todo eso con la tensión política que había. Por lo tanto la ciudad en todo momento ha dado un mensaje de confianza y no sólo no se ha detenido sino que ha mejorado sus expectativas y su posicionamiento también internacional.
¿Considera que su defensa del 1-O y de la excarcelación de los presos ha podido confundir a una parte de su electorado?
Creo que no. Hemos sido claros y diáfanos. Yo no soy independentista, soy muy crítica con ERC y con el PDeCAT o JxCat por sus posicionamientos o por la declaración unilateral de independencia. He sido muy contundente y muy crítica políticamente, pero soy demócrata y creo que se tiene que resolver debatiendo políticamente y en las urnas. Es un tremendo error judicializar la política, los hechos nos han dado la razón y es un error que haya presos políticos. Por mucho que sean mis adversarios políticos creo que es un grandísimo error y que además de ser injusto democráticamente impide que hagamos el debate que tenemos que hacer, que es el de fondo, el de cómo se tiene que relacionar Catalunya con España y ahí es donde nosotros queremos entrar de forma propositiva
Ahora ERC ha recuperado la petición del referéndum pactado. ¿Tiene la sensación de que están diciendo lo que ustedes llevan tiempo diciendo y por lo que les acusaban de tibios?
Me parece una evidencia. Si usted coge lo que nos han llegado a decir ERC por defender un referéndum acordado, por defender el diálogo y al mismo tiempo denunciar las cargas del 1 de octubre, por decir que había que resolverlo con acuerdos y que no se podía ir por la vía unilateral.... Nos llamaron de todo y ahora resulta que están defendiendo las mismas posiciones. Bienvenidos a la vía del diálogo y del acuerdo. Pero realmente también estaría bien que reconocieran que fueron como mínimo injustos en cómo nos trataron durante una época determinada. A veces parecía que a ERC les molestábamos más nosotros que el propio PP cuando nos solidarizábamos con la cuestión de los presos políticos o cuando denunciamos las cargas del 1 de octubre y manteníamos posiciones democráticas, a pesar de ser muy críticos con su declaración unilateral de independencia.
¿Si Pedro Sánchez no acepta la entrada de Unidas Podemos en el Gobierno, cuál debería ser la respuesta? ¿No investirlo? ¿O apoyarlo fuera del Gobierno?
Me consta que ahora mismo hay conversaciones muy intensas, que se están haciendo con discreción y yo quiero ser muy respetuosa con eso porque espero y confío que esas conversaciones van a tener éxito y que va a haber un gobierno de coalición, que estoy segura de que es lo que necesitamos para Barcelona, para Catalunya y para España. Después del horror que hemos vivido con el gobierno del PP y con la amenaza inminente de que puedan ganar las derechas, y en esta ocasión con una extrema derecha que amenaza derechos fundamentales, creo que más que nunca hay que hacer gobiernos progresistas y que las izquierdas se deben entender sí o sí. Y el problema es que el Partido Socialista si gobierna en soledad se pone en manos de Ciudadanos. Eso ya lo hemos visto.
Necesitamos que haya una coalición para que efectivamente se estabilicen esas políticas progresistas, que prioricen políticas sociales por un lado y que por el otro lado instauren una etapa de diálogo estable de largo plazo, donde se pueda hablar de todo sin líneas rojas, sin faltarse nadie al respeto, dejando la testosterona y la crispación definitivamente atrás y tejiendo nuevos consensos. Y eso creo que solo se ha demostrado que podrá ser si hay un acuerdo progresista que yo confío que existirá después del 26 de mayo.
¿Y si no lo hay? ¿Elecciones anticipadas?
No me me toca a mí ahora decir esto. Creo que por responsabilidad las fuerzas progresistas deben entenderse sí o sí. No vais a encontrar a nadie más convencido de que ahora mismo en Barcelona, en Cataluña, en España y en toda Europa necesitamos que las izquierdas se entiendan, que hagan pactos lo más estables posibles y que haya gobiernos progresistas. Hay que tener un poco de mirada alta, hemos estado mucho tiempo a lo mejor mirándonos el ombligo y haciendo mucha política tacticista de corto plazo entre formaciones políticas y que eso se tiene que terminar. Hay que mirar lo que está pasando en Europa y en el mundo, hay que mirar el Brasil de Bolsonaro, o Estados Unidos con Trump, la extrema derecha subiendo en toda Europa... No nos podemos permitir una política miope de corto plazo que piensa solo en un éxito electoral. Hay que hacer pactos estables, progresistas, que garanticen justicia social y derechos fundamentales, que le paren los pies a la crecida de la extrema derecha y que demuestren que hay una política alternativa que garantiza igualdad y derechos y que permite una estabilidad y un diálogo que deje atrás la posibilidad de que la extrema derecha siga subiendo.
¿Qué opina de la propuesta del PSOE para que Miquel Iceta sea presidente del Senado?
Quiero entender que hay una propuesta en positivo, dar un mensaje a Catalunya de que un catalán puede presidir el Senado después del período tan difícil que hemos tenido con el gobierno del PP. Lo que ocurre es que todos sabemos cuál es la situación ahora mismo con Catalunya y con los presos políticos. Ha sido un error del Partido Socialista el hecho de no consultar previamente, sabiendo que necesitaba apoyos, porque está todo tan sensible que en general todos nos debemos acostumbrar a trabajar con prudencia, con diálogo, buscando acuerdos. Entiendo que hay una intención positiva en esa propuesta, pero también que el Partido Socialista antes de lanzar propuestas en temas sensibles es mejor que trabaje discretamente, que busque acuerdos y que luego los pueda presentar públicamente.
¿Qué margen tiene el Gobierno con los presos? ¿Qué haría usted si fuese presidenta del Gobierno? ¿Un indulto? ¿Una reforma legal?
Es evidente que ahora está el juicio en curso y por lo tanto hay que esperar a que termine. Sí que sería bueno que por parte del Partido Socialista, en general, más allá del Gobierno, se enviaran mensajes más claros de que comparten que es un error esa judicialización de la política y que es una desmesura y un despropósito que se hable de rebelión y de violencia en Catalunya. Se pueden hacer muchas críticas políticas que seguramente compartimos, pero hablar de rebelión y de sedición es un despropósito porque no ha habido violencia. Puede haber habido muchas otras cosas, pero no violencia. Sería mejor que el Partido Socialista tuviera una posición más garantista y más democrática y de derechos humanos, un poco más clara en esta cuestión. Más allá de eso, entiendo que tenemos que esperar todos a que termine el juicio. Hay que esperar a que llegue lo antes posible esa sentencia, que esperemos que sea la menor condena posible. Ojalá que fuera una absolución y pudiéramos reconducir inmediatamente esto a la política porque creo que es lo que hay que hacer, sacarlo del juzgado y llevarlo a la política definitivamente. Es una barbaridad, en general, e insisto en que la mayoría de ellos son adversarios políticos.
Pienso en Jordi Cuixart, por ejemplo, que ha hecho lo mismo que he hecho yo como activista un montón de veces y lleva todo el tiempo que lleva, casi dos años, en la cárcel preventiva con unas acusaciones que son una barbaridad. Y lo que ha hecho Cuixart es manifestarse en la calle de forma pacífica. Yo no soy independentista pero es una barbaridad que gente por manifestarse lleve dos años en prisión preventiva, con la vulneración de derechos que significa eso, y que se enfrente a penas de tantos años como les están pidiendo. Me parece evidente que eso tiene que terminar en una absolución. Sé que es difícil que ahora mismo se produzca pero si no es que somos miles de personas las que deberíamos ser condenadas. Yo he participado el 1 de octubre, he estado pacíficamente en la calle, en la escuela de mis hijos, con mis vecinos y mis vecinas, simplemente para defender pacíficamente el derecho al voto como pacíficamente he paralizado cientos de desahucios.
¿Volvería a votar sí-sí como hizo en la consulta del 9-N? En ella se preguntó: “¿Quiere que Cataluña sea un Estado?” y “en caso afirmativo, ¿Quiere que este Estado sea independiente?”
No.
¿Qué votaría?
Ya lo expliqué en su momento, cuando voté Sí-Sí era en un momento donde había un rechazo total al derecho al voto. Como forma de protesta voté Sí-Sí pero no soy independentista. A mí lo que me gustaría es que no hubiera una pregunta sólo de sí o no. Entiendo que hay que preguntar claramente sobre la cuestión de la independencia porque hay millones de personas que lo piden y se manifiestan, pero siempre he propuesto que avancemos en soberanía, que Catalunya pueda avanzar en soberanía pero que lo haga desde el acuerdo con el Estado desde un punto de vista federal o confederal, que evidentemente habría que trabajar desde el consenso.
¿Qué es lo mejor y lo peor de ser alcaldesa de Barcelona?
Lo mejor de ser alcaldesa es conocer desde dentro de cada uno de sus barrios a la mejor gente que lo está dando todo. Barcelona uno de los grandísimos tesoros que tiene, que ya lo sabía pero aún lo sé más ahora, es que tiene un tejido social implicado en todos los barrios, en todos los sectores, en la cultura... Eso hace que esta ciudad sea lo que es, que sin ser capital de Estado es una ciudad internacional, reconocida por muchísimas cosas con pocos recursos y eso se explica por sus vecinos y sus vecinas.
Lo peor de ser alcaldesa es la política institucional. Yo no venía de un partido, por lo tanto para mí ha sido la primera vez de alcaldesa, la primera vez de política institucional y lo peor de la política institucional es la relación entre partidos. Ahora mismo el modelo de partidos tiene que evolucionar porque el sistema está montado para que los partidos permanentemente estén compitiendo entre sí y eso lleva a la tentación de que algunas formaciones políticas prioricen los intereses de partido por delante de los intereses generales. Hay que cambiar eso, conseguir que todos trabajemos por el bien común y el interés general de la ciudad y no por los intereses particulares de partido. El sistema de partidos para mí ahora mismo no funciona bien y habría que evolucionarlo.
Usted viene de la política no institucional y esta semana es el aniversario del 15-M. ¿Qué es lo que más recuerda de esos días?
Del 15-M recuerdo la alegría de que la ciudadanía entendiera que la política si no lo haces tú, te la hacen otros a ti. También que la ciudadanía saliera masivamente a la calle no sólo para protestar sino para decir que otra democracia es posible, una democracia real es posible. El grito del “sí se puede” para mí es el gran resumen ya no sólo de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) sino de todo el 15-M, de decir “claro que se puede gestionar mejor”. “Claro que se puede hacer una política transparente con la gente”. “Claro que se pueden priorizar los intereses de la mayoría social y no de unos pocos”. “Claro que se puede recuperar una democracia que ha quedado en manos de unas élites financieras y de unos partidos políticos que se han apalancado en el poder”. “Claro que se puede recuperar la democracia y mejorarla”. Hay mayor calidad democrática si hay ciudadanía crítica, implicada y comprometida. El 15M es esa movilización masiva de gente que dice “vamos a ocuparnos de lo común y vamos a mejorarlo porque sí se puede”. Es un mensaje de esperanza que desde luego no ha quedado atrás, que tiene que ser más vigente que nunca y que lo necesitamos en todas partes: dentro y fuera de las instituciones.
Si logra repetir como alcaldesa, ¿Será este su segundo y último mandato?
Yo me he planteado hacer dos mandatos, efectivamente. He sido siempre muy honesta y he dicho que no me imaginaba más allá. No puedo decir qué haré después de un segundo mandato porque todavía quedan cuatro años, pero lo que yo siempre me he planteado es ser alcaldesa de Barcelona y serlo dos mandatos, porque necesitas dos para consolidar políticas de cambio que hemos impulsado en el primer mandato y en eso he pensado. No he pensado más allá y no me he planteado nada más. Tengo dos hijos pequeños preciosos que quiero disfrutar, tengo un montón de libros por leer. He hecho un montón de trabajos diferentes en mi vida y me imagino trabajando en muchas cosas diferentes, no necesito quedarme en la política institucional y me imagino haciendo muchas otras cosas, pero desde luego ahora mismo lo que más me ilusiona es seguir siendo la alcaldesa de esta ciudad cuatro años más.
Entrevista completa a Ada Colau:
Vídeo: Sònia CalvóSònia Calvó