ERC no se quiere conformar con el papel de socio incondicional del PSOE. Los republicanos, que la semana pasada admitían que un socialista tendría presidencia del Congreso, han hecho ahora nuevas exigencias con las que pretenden condicionar la disposición del candidato socialista, a quien exigen que dé luz verde a iniciativas vetadas en la legislatura pasada. Mientras ERC exhibe su lista de condiciones, Carles Puigdemont ha roto momentáneamente el silencio casi absoluto impuesto en sus filas, para asegurar que vienen “días decisivos”, entre los que él sitúa el próximo día 17 de agosto, cuando se votará la composición de la Mesa del Legislativo.
Los dos partidos independentistas catalanes han llegado a la semana del inicio parlamentario sin haber conseguido consensuar posiciones comunes en la negociación y mostrando diferencias de calado en relación con el PSOE. ERC ha descartado en todo momento que sus votos puedan servir para otra cosa que no sea una Mesa “supuestamente progresista”, en palabras de la diputada Teresa Jordá, quien también consideró “lógico” tener un presidente socialista en la Cámara“. Tanto es así que, la semana pasada, el PSOE dio por hecho que contaban con los votos republicanos si se les garantizaba tener grupo propio.
Pero este domingo la secretaria general de la formación, Marta Rovira, pisó el freno y reclamó nuevas condiciones políticas. Así lo indicó Rovira en un tuit: “Hemos dicho que el PSOE no puede dar por descontados los votos de ERC a nada. Ni a una mesa del Congreso que ha vetado al catalán, que no ha dejado investigar el espionaje de Pegasus o que ha atascado la tramitación de la ley de amnistía”.
El matiz que introducía la dirigente republicana llegaba después de varios días de rumores sobre el nombre que el PSOE elegiría para llevar la riendas del Congreso tras la renuncia de Meritxell Batet. Pero, también, de la propuesta de Coalición Canaria para que fuera el PNV, un partido con el que los insulares tienen una larga alianza, quien ocupase por primera vez la presidencia del Parlamento.
El amago de CC tiene un impacto directo en las negociaciones porque, ante una eventual abstención de Junts, son los canarios quienes tienen el diputado que desempata entre el bloque formado por PP y Vox o el liderado por el PSOE y Sumar. La semana pasada los socios de Pedro Sánchez reclamaban una Mesa más plural pero la mayoría descartaba la posibilidad de una presidencia que no recayese en el partido más grande de la alianza.
Mientras los partidos muestran sus cartas en vísperas del día de la votación, Junts, otro de los partidos que puede ser clave para decantar mayorías, mantiene el silencio. Solo en las últimas horas Carles Puigdemont se ha descolgado con un tuit, después de una semana en la que prácticamente no se había referido a la situación política en España.
“Encarar una negociación a través de declaraciones públicas no es nuestra opción”, aclaraba el expresident. “Quizá por eso, a medida que se acercan días decisivos, como este próximo 17, crece el nerviosismo y sube la subasta. Y se disparan las especulaciones”, señalaba también Puigdemont, que acababa recomendando “paciencia, perseverancia y perspectiva”.
Desde Junts han dado muestras de estar dispuestos a encarar una negociación con el PSOE, que pueda llevar a apoyar la investidura, siempre que se trabaje sobre sus demandas de amnistía y autodeterminación. Sobre la primera cuestión, de hecho, ya se ha despejado el tabú que la envolvió durante la legislatura pasada, cuando incluso los letrados del Congreso la consideraron intramitable por no ser constitucional, algo que diversos expertos cuestionan ahora.
Más incierto es qué papel quiere jugar Junts en la votación del próximo jueves, cuando se constituya el Congreso. Si no cuenta con el apoyo de los de Puigdemont, el bloque de la izquierda necesita a Coalición Canaria para no caer en el empate. Como ERC, Junts tampoco cumple a priori los requisitos para tener grupo propio, por lo que necesitaría una Mesa favorable si quisiera obtenerlo.