Las negociaciones entre Ernest Maragall y Ada Colau de cara a un pacto de gobierno en Barcelona han embarrancado casi antes de empezar. Después de ofrecerles los republicanos a los 'comuns' un gobierno a medias con un rol especial para la actual alcaldesa, entienden que no pueden ceder más y que ahora es el turno de Colau. Que acepte su mano tendida o que decida ya si será alcaldesa con los votos del PSC y Manuel Valls, una opción que los 'comuns' para nada descartan.
Esta suerte de ultimátum, al que ERC ha preferido llamar paréntesis, responde a la voluntad del partido ganador de las elecciones de forzar a Colau a abandonar cuanto antes su apuesta por el tripartito de izquierdas. A diez días del pleno de investidura en el Ayuntamiento de Barcelona, los 'comuns' no se mueven de su propuesta de gobierno con ERC y PSC, pero los republicanos argumentan que se ofrecieron a tener una primera reunión con los socialistas y estos ni siquiera aceptaron.
Asumiendo esta premisa, desde ERC interpretan que si los 'comuns' siguen negociando con el PSC —todavía no ha habido reunión de Colau con Jaume Collboni, pero sí contactos informales— es porque se encaminan hacia una investidura en la que Colau salga elegida como alcaldesa con los votos de socialistas y de Valls.
No lo ven así los 'comuns', que no han respondido este miércoles públicamente a Maragall pero insisten en privado que el tripartito de izquierdas ha de ser posible para demostrar que con 28 de 41 concejales, a un y otro lado en el eje nacional, se puede superar la política de bloques en la capital catalana. Este es el discurso en el que está instalado el partido ahora mismo y nada hace pensar que lo vayan a modificar hasta el mismo día de la investidura, cuando Colau podría optar por presentarse a ella esgrimiendo que PSC y ERC no han sabido ponerse de acuerdo.
Los 'comuns', pendientes del plenario
La estrategia de los 'comuns' de cara a la recta final de las negociaciones tomará forma el próximo viernes, cuando se celebra por la tarde el plenario del partido, una asamblea de la que pueden tomar parte todos los que participan en la formación. Unas 2.000 personas, según fuentes del partido, aunque suelen acudir 200 o 300. Aunque la reunión será de carácter deliberativo —no se votará nada—, el entorno de Colau confía salir de ella con un aval a su persistencia en el tripartito.
A la espera de lo que salga de la asamblea, y tras las diferencias iniciales ante el ofrecimiento de Valls, dentro de la formación se extiende el razonamiento de que si está en sus manos revalidar la alcaldía, como es el caso, hay que aprovecharlo. La figura de Colau y su proyección más allá de Barcelona es una figura a preservar a toda costa por unos 'comuns' en retroceso en toda Catalunya tras el 26M, y puestos a gobernar en minoría con ERC, mejor hacerlo con el PSC conservando el liderazgo.
A ello responde también la oferta de Maragall de darle a Colau un cargo especial en su gobierno conjunto, superior al de teniente de alcaldía y con funciones de representación institucional. En lo que no están dispuestos a ceder los republicanos es en la alcaldía, puesto que defienden que es su legítimo trofeo por la victoria en las elecciones y porque es dudoso que puedan hacerlo. A la alcaldía sólo se accede por votación y, para ostentarla, Colau necesita 21 votos que ERC y BComú no suman.
El PSC sigue abierto a negociar
Ante el callejón sin salida al que han llegado ERC y Barcelona en Comú, el PSC ha salido a dejar claro que ellos no le piden a Colau exclusividad en sus reuniones para formar gobierno. “Seguimos trabajando para hacer posible un buen acuerdo de gobierno de progreso”, aseguró Laia Bonet, segunda de la lista de los socialistas y responsable de su equipo negociador, que explicitó que lo hacen “al margen de que BComú mantenga abiertas conversaciones con otras formaciones”.
Después de abrir juego hace ya una semana asegurando que estaban dispuestos a hacer “todo lo posible” para que no hubiese un alcalde independentista en la ciudad, los socialistas han optado por quedarse en segundo plano. Los contactos con los 'comuns' los han mantenido de manera informal. Pero si algo han reiterado por activa y por pasiva es que no se plantean entrar en un ejecutivo con ERC.