Eva Granados, mano derecha de Iceta y azote del procés, la elegida de Sánchez para el Senado
La trayectoria de Eva Granados ha corrido en paralelo a la de Miquel Iceta durante los últimos cinco años y ahora, cuando parecía que finalmente cada uno seguiría su carrera política en una ciudad, el destino los ha vuelvo a llevar, por diferentes caminos, a Madrid y a la política nacional. El PSOE piensa en la catalana como portavoz de su grupo en el Senado, lo cual requeriría que el Parlament la nombrara senadora autonómica. Una operación que, para colmo, ya intentaron los socialistas con Iceta hace dos años, aunque en el caso del ahora ministro los independentistas lo bloquearon.
Granados nació en Barcelona en el año 1975 pero es una de las políticas que se identifica con la fértil cantera socialista del Baix Llobregat. En su municipio, Pallejà, comenzó a militar en la UGT, sindicato del que fue secretaria nacional entre 2002 y 2010. Fue justo a continuación de esa etapa cuando, en plena crisis del socialismo catalán tras los dos tripartitos, Granados entró al Parlament como diputada y su ascenso como nuevo valor fue tan meteórico que solo dos años después ya formaba parte de la Ejecutiva del partido, entonces al mando de Pere Navarro.
Su momento llegó en 2015, cuando Iceta la eligió como número dos para impulsar la transformación que el veterano socialista deseaba para el PSC. A partir de entonces, la de Pallejà se convirtió en la portavoz del partido en el Parlament y en una de las voces más contundentes de los socialistas contra el procés. Durante los momentos más álgidos del independentismo, ella fue la que con más frecuencia firmó y explicó las iniciativas parlamentarias y los recursos judiciales contra las decisiones de la mayoría parlamentaria. También una de las diputadas más beligerantes dentro del hemiciclo como oposición al Govern que entonces lideraban Carles Puigdemont y Oriol Junqueras.
Fruto de aquellas batallas, Granados siempre ha tenido fama de política dura, aunque también ella ha sido la encargada de negociar con el resto de grupos políticos y moverse entre bambalinas con discreción y efectividad. Quizás por eso era un buena némesis de Iceta, que también tiene fama de buen negociador pero a quien todo el mundo considera más blando y protocolario en las formas.
El último Congreso del PSC, celebrado en el año 2019, reafirmó el tándem Iceta-Granados, dándoles el último voto de confianza para acabar de reconstruir el partido que habían sacado de la crisis y habían dejado a punto para optar a ser el más votado en Catalunya. También fue en aquel cónclave cuando, por empeño personal de Granados, los socialistas aprobaron una enmienda que abría el melón del catalán y optaba por “flexibilizar” la inmersión lingüística. Un tema que hasta entonces era tabú entre el socialismo pero que, tras el vendaval del procés, una parte de las bases veía con buenos ojos.
La 'operación Illa' supuso un cambio de Iceta pero Granados todavía mantuvo su posición natural como número dos en la lista por Barcelona. Tras las elecciones, fue propuesta como la candidata del PSC a la presidencia del Parlament, aunque debido a las votaciones tuvo que conformarse con una vicepresidencia segunda. Por su parte, Illa comenzó a moldear su equipo, colocando a la diputada Alicia Romero como su mano derecha. Los socialistas catalanes celebrarán ahora un nuevo Congreso en el que deben elegir una nueva Ejecutiva y decir adiós a Iceta. Si la maniobra para colocar a Granados en el Senado acaba saliendo bien, los dos veteranos socialistas de la batalla del procés volverán a ver sus caminos cruzándose en Madrid.
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