Un grupo de investigadores del Hospital Clínic y el Hospital Sant Joan de Déu, ambos en Barcelona, liderarán el proyecto de creación de una placenta artificial para salvar a bebés prematuros extremos de menos de seis meses. Se trata de la primera investigación en esta línea en Europa, según sus impulsores, y durará aproximadamente unos cinco años.
El proyecto se lleva a cabo en dos fases, la primera de las cuales se centra en el desarrollo y la validación experimental de la placenta mediante el uso de un modelo animal, en concreto, de ovejas. Más adelante, y tras la valoración de un panel de expertos, se decidirá si se inicia la segunda fase preparatoria para la aplicación clínica de esta réplica de la placenta de una mujer.
Liderada por el doctor Eduard Gratacós, esta iniciativa se impulsa desde BCNatal, centro de referencia internacional en medicina fetal y centro clínico y de investigación del Hospital Clínic de Barcelona y del Hospital Sant Joan de Déu, de Esplugues de Llobregat (Barcelona). Cuenta además con la financiación de La Fundación “la Caixa”, que aporta unos siete millones de euros a la investigación.
El director general de la Fundación “la Caixa”, Antonio Vila; el director del Hospital Clínic, Josep Maria Campistol; el gerente del Hospital Sant Joan de Déu, Manel del Castillo; y el doctor Eduard Gratacós han presentado este jueves el proyecto de placenta artificial en rueda de prensa en Barcelona presencial y telemática.
El objetivo es incrementar la supervivencia de los bebés prematuros extremos y minimizar las graves secuelas neurológicas que sufren una gran parte de los recién nacidos que nacen antes de tiempo, unos 25.000 en Europa cada año. La supervivencia de estos bebés, incluso en unidades sanitarias de excelencia, se sitúa entre el 25% y el 75% y entre un 75-95 % de los supervivientes presentan secuelas, según datos facilitados hoy.
Antes de los seis meses de embarazo, los pulmones, los intestinos y el cerebro del feto están poco desarrollados y pesan menos de un kilo, los cambios de temperatura y la alimentación por sonda, su sistema nervioso, los pulmones, el corazón, los intestinos y los riñones sufren un gran estrés, lo que puede ocasionar graves secuelas en la edad infantil y adulta. El objetivo del proyecto que se impulsa en Barcelona, que ya lleva dos años de investigación, es en cinco años conseguir mantener en esta placenta artificial a bebés prematuros extremos, al menos, dos semanas con vida, para que puedan acabar de desarrollarse, según ha afirmado Gratacós.
La idea de la placenta artificial no es nueva: tiene más de sesenta años de existencia. Pero sólo en los últimos diez años los avances existentes han dado pie a pensar hoy en su aplicación clínica real. Además del de Barcelona, existen otros proyectos en Estados Unidos y Asia, pero no en Europa, según sus impulsores.
El plan de placenta artificial de Barcelona representa un gran reto médico y tecnológico para la ciudad, ha añadido el Gratacós, ya que se precisarán muchas áreas de investigación puntera para llevarla a cabo. Así, será necesario transportar con éxito un feto de entre 500 y 1.000 gramos desde el útero materno hasta una bolsa artificial donde, rodeado de un líquido lo más similar posible al amniótico, su cordón deberá seguir recibiendo oxígeno y alimentos.
Gratacós ha considerado que “éste es uno de los proyectos de investigación más disruptivos y singulares que se pueden realizar hoy en medicina fetal” en el mundo. “Solo disponer de una plataforma experimental como la que se va a construir ya permitirá investigaciones paralelas de gran importancia para entender el desarrollo fetal normal y anormal”, ha indicado.
En la placenta artificial, el neonato estará situado en un entorno físico líquido lo más parecido al útero materno, dentro de un recipiente blando hecho con materiales biocompatibles y protegido de luces y sonidos, si bien se espera poder reproducir sonidos similares a los del útero materno. Estará conectado a través de su cordón umbilical a un oxigenador desarrollado y adaptado, que le aportará oxígeno, y también recibirá nutrientes, hormonas y otras sustancias que el feto recibe de la madre o que produce directamente la placenta. El bebé estará monitorizado mediante ecografía del flujo sanguíneo, la presión arterial y la frecuencia cardíaca, y la placenta dispondrá de dos o tres entradas para acceder al feto a través de pequeños brazos robotizados.
Los resultados obtenidos en los experimentos serán evaluados mediante inteligencia artificial, han apuntado los impulsores del proyecto. El grupo de investigación de Gratacós contará con la colaboración de entre 25 y 50 especialistas y expertos de diversos ámbitos de forma directa, y de hasta unos 300 de forma indirecta, ha asegurado. El proyecto ha pasado ya por un proceso de evaluación internacional, con expertos de reconocido prestigio de España, Australia, Israel, Portugal y el Reino Unido.