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La falta de agua en las fuentes naturales de Catalunya lanza una advertencia para el litoral mediterráneo

Pau Rodríguez

16 de febrero de 2024 06:00 h

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Las fuentes naturales se están secando en Catalunya. La actual sequía, sumada a las altas temperaturas y a la falta de mantenimiento, han dejado sin agua los manantiales dispersos por los entornos rurales. Así lo constata un estudio publicado recientemente en la revista Global Change Biology en el que resaltan la importancia de estos espacios para la biodiversidad y advierten de que su futuro está amenazado en toda la región mediterránea debido al cambio climático. 

“La mayoría de las fuentes que hemos analizado se han secado en el último año”, señala Marcos Fernández-Martínez, investigador del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) y autor principal del estudio. Su trabajo describe los manantiales mediterráneos como “refugios climáticos” para algunas especies y también estudia la evolución de 31 de ellos en Catalunya en la última década. El 92%, la práctica totalidad, ha perdido caudal de agua. Y el 46% se han secado. “Es un claro ejemplo de cómo el cambio climático puede afectar el agua de las fuentes”, señala la investigación.

El declive de los manantiales se debe a varios factores, según Fernández-Martínez. El principal es que se ha registrado desde el año 2021 un 30% menos de precipitaciones respecto a diez años antes, lo que ha afectado a las reservas de los acuíferos de donde procede el agua. Pero otra razón importante es que la temperatura ha aumentado de media 0,6 ºC, apuntan. Además, hay que tener en cuenta su falta de conservación por parte de las administraciones. “En algunos casos puede suceder que haya raíces dentro de los conductos, pero no es lo más probable”. 

Fernández-Martínez, que ha analizado sobre todo los manantiales que beben de ríos como el Besòs o el Tordera, entre Barcelona y Girona, reconoce que el proceso de secado de una fuente no es irreversible. Cuando el acuífero se vuelva a llenar, volverá a correr el agua. Pero existen riesgos. “En algún caso puede dejar de manar porque si se seca la canalización y se llena de arena o de tierra puede quedar bloqueada”, señala el investigador, que añade que recientemente ha dado con fuentes en zonas más húmedas que nunca pensó que se secarían. Es el caso de la Font de l’Ars, en Sant Pau de Segúries (Girona) o la Font de les Nàiades de Montseny (Barcelona). 

“Las olas de calor y las sequías reducirán la disponibilidad de agua de los acuíferos y de los manantiales” en las regiones mediterráneas, señala la publicación. Además de los factores citados, contribuiría a ese riesgo la mayor demanda de agua debido a que son zonas litorales con una elevada urbanización, población creciente y usos agrícolas. 

Para su trabajo, Fernández-Martínez se centra en esas fuentes que están en las afueras de los pueblos y en el monte y que se pueden considerar naturales, aunque técnicamente son “seminaturales”, porque suele haber unas construcciones mínimas de canalización desde el acuífero para que el agua salga a través de un caño. Su gestión depende administrativamente de las autoridades responsables del agua, en el caso catalán, la Agència Catalana de l’Aigua (ACA), que tiene registradas unas 5.000

Lo que señala el autor del estudio es que estas fuentes se pueden considerar “oasis húmedos” que suelen estar repartidos por el territorio, aislados entre si, y que tienen una importante función de preservar la biodiversidad de la zona. De hecho, albergan especies que se consideran endémicas, es decir, que solo se encuentran en ese ecosistema, como determinados musgos, sapos o crustaceos. “Se trata de una biodiversidad un poco críptica, porque no es visible a simple vista, pero su existencia también sostiene animales como corzos que van allí a beber”, destaca. 

Para la vida que rodea los manantiales, además, existe otra amenaza además de la falta de agua: la contaminación. Este es un problema conocido en Catalunya, puesto que el 40% de los acuíferos presentan una mala calidad del agua. “Por ejemplo, los cultivos intensivos usan fertilizantes, herbicidas e insecticidas, algunos de los cuales pasan a través del suelo y llegan a los acuíferos”, recuerda el estudio. 

Entre las propuestas para preservar sus ecosistemas en el futuro, señalan la limpieza periódica de sus canalizaciones, renaturalizarlas permitiendo que el agua se filtre más allá de las canalizaciones o crear pequeños muros de piedra que beneficien a los anfibios. Además del investigador de Barcelona, firman el estudio académicos de universidades de Elche o de Vigo, de Italia, Portugal, Estados Unidos, Chile, Sudáfrica y Australia.